Teletrabajo en tiempos del coronavirus

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La pandemia de Covid19 ha impulsado la reformulación y el cuestionamiento de numerosos patrones y modelos que afectaban a diversidad de ámbitos de la vida. El entorno laboral es uno de ellos. Se trata, de hecho, de uno de los entornos en los que el coronavirus (en cada una de sus fases) ha tenido más influencia. Actualmente seguimos experimentando muchos de esos efectos, y continuaremos viéndolos, previsiblemente, durante mucho tiempo.

Si bien el mercado laboral y las modalidades de contratación y de organización del trabajo iban avanzando a fórmulas tendentes a la flexibilidad y a la conciliación de la vida laboral con la familiar —decir que lo hacían a un ritmo discreto en la mayoría de sectores sería bastante generoso—, las consecuencias derivadas de la pandemia han provocado una generalización (o al menos una expansión más que notable) de este tipo de sistemas, y ha abierto la puerta a maneras de enfocar las relaciones laborales hasta ahora inexperimentadas.

El teletrabajo es uno de los principales ejemplos de ello, una modalidad de encauzar las tareas del día a día que antes ocupaba una posición residual en la mayoría de las empresas, y que ahora se ha convertido en regla general en muchas de ellas. Es verdad que siempre han existido determinadas actividades en las que este tipo de fórmulas eran algo más comunes —podemos mencionar, a modo de ejemplo, el sector del periodismo, las profesiones liberales y artísticas, o incluso ciertos puestos del mundo del diseño—, pero éstas no eran más que excepciones en un entorno laboral en el que predominaba, de manera aplastante, la presencialidad.

Las nuevas maneras de enfocar el trabajo, en las que, entre otras cosas, se reduce o se elimina la necesidad de acudir a un centro de trabajo, suponen un cambio de paradigma completo en la manera de entender la relación entre empleado y empleador. Pocas dudas caben de que todo esto genera una situación bastante novedosa y, hasta cierto punto, inesperada, que puede pillar a muchos de los afectados desprevenidos y sin la preparación suficiente para amoldarse directamente a las nuevas circunstancias que se plantean.

La dificultad de las empresas para adaptarse al teletrabajo varía mucho en función de su grado de digitalización, algunas empresas simplemente tienen que habilitar un servidor VPN para que sus empleados accedan de forma segura mientras que otras empresas por su actividad no pueden adaptarse fácilmente al teletrabajo.

La mayor libertad, flexibilidad y capacidad de organizarse las tareas para lograr un equilibrio más compensado en la balanza de la vida personal y la vida profesional, que suelen mencionarse como algunas de las principales ventajas que, a priori, benefician a los trabajadores que tienen acceso a este nuevo sistema, contrasta con las dificultades que se plantean con respecto a la incapacidad de lograr una desconexión completa en los tiempos de ocio o descanso, el desafío que supone compatibilizar las tareas domésticas con el rendimiento en el puesto de trabajo (sobre todo teniendo en cuenta la excepcional situación del ámbito educativo en nuestro país, surgido a raíz de la crisis sanitaria), u otras cuestiones que obstaculizan la adecuada inserción en el nuevo ecosistema laboral. Pero no son los únicos, las empresas también se enfrentan a una disyuntiva semejante. La reducción en los costes de local que desvela la nueva situación de trabajo a distancia, la potencial reducción en costes de personal fijo que puede desencadenar el nuevo paradigma, el acceso a un talento más geográficamente disperso, o la reducción del absentismo, se plantean como de algunos de los posibles beneficios que pueden experimentar las empresas. La contrapartida tiene que ver con la readaptación al nuevo proceso, que puede provocar (al menos durante algún tiempo) oscilaciones en la productividad, suponer un gasto adicional en sistemas de seguridad para garantizar la fiabilidad en la comunicación con sus empleados —y también en lo relacionado con el suministro de herramientas y equipos—, y además plantear retos relativos al trabajo en equipo y a la vinculación y el compromiso con la entidad.

 

Estos son solo algunas de las cuestiones que tanto empresas como trabajadores tendrán que tener en cuenta a medida que la situación sanitaria y laboral se va normalizando y los nuevos mecanismos se asientan hasta encontrar su sitio. Lo que parece claro es que, pase lo que pase, el teletrabajo ha venido para quedarse, y que su protagonismo en el ámbito laboral será mucho mayor de lo que lo había tenido hasta ahora.

Editor: Redacción xeu
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