La pandemia del COVID-19 no solo tiene repercusiones sanitarias, sus efectos han trastocado los bolsillos de miles de personas que se quedaron sin empleo y a quienes les ha costado recuperarse.
Diego Pérez es un veracruzano de 30 años de edad, antes de la contingencia trabajaba en el aeropuerto de Cancún, Quintana Roo, fue despedido como muchos de sus compañeros y se tuvo que regresar.
Hoy acudió a vacunarse al módulo del Club Naval de Veracruz, y después de la segunda dosis tiene la esperanza de que pronto se reactive la economía porque apenas hace dos meses consiguió un trabajo.
“Desde el principio me fue mal, perdí mi trabajo, estaba en otro estado, me tuve que regresar (…) Se cerró todo, varias personas perdieron su trabajo en el aeropuerto, la hotelería, me tuve que regresar y acá está más difícil”.
Yulisa Pena es una joven abogada que también vio mermados sus ingresos, los juzgados estuvieron cerrados por mucho tiempo y los clientes no tenían liquidez para pagar los servicios.
“Yo antes vivía en Xalapa y ahora vivo aquí en el puerto pero sí ha impactado, no solo a mí, a los comerciantes, a los que trabajan en gobierno, los que no trabajan en gobierno, a demás”.
Como ejemplo citó a algunos países europeos que han salido avante después de vacunar a una gran parte de la población, por lo que confió en que México pronto lo logre.
Cabe recordar que hasta el jueves se vacunará con el biológico de AstraZeneca a las personas de 30 a 39 años de edad para dar paso a la generación de los jóvenes de 18 años en adelante con la de Pfizer.
