Opinión

1828, 1928, ¿2024?

Por Juan José Rodríguez Prats


En política no podemos demostrar la verdad, pero sí se puede, partiendo de lo que sabemos, intentar tomar decisiones razonables. 

Raymond Aron Ami entender, el Estado es un concepto jurídico definido en sus órganos y en sus funciones por la Constitución. Sistema es un concepto de origen en las ciencias naturales, que en lo social se refiere a los diversos elementos de los poderes de toda índole que, con reglas formales e informales, regulan sus relaciones. Luis Medina Peña escribió un libro de notoria actualidad sobre la invención del sistema político mexicano. Recapitulo algunas de sus ideas. 

 El Estado mexicano nació en 1824 y su primer presidente, Guadalupe Victoria, logra el consenso con todas las fuerzas políticas, principalmente con los grupos que conformaban las logias (ritos yorkino y escocés). Se ha calificado su gobierno como el de la “política de amalgama”. Esto es, aglutinador de las distintas corrientes sin tomar partido y buscando la reconciliación. 

 En 1828 se dieron las elecciones para renovar el Ejecutivo federal. Contendieron dos candidatos: Vicente Guerrero era la propuesta apoyada por los yorkinos y Gómez Pedraza respaldado por el gobierno. Lorenzo Zavala describe así el proceso: “Si había una mayoría pequeña de votos de las legislaturas en favor del señor Pedraza, había otra minoría notable por el señor Guerrero y el partido de éste pretendía que el voto público estaba legalmente por el segundo”. 

Santa Anna inició la revuelta contra Gómez Pedraza en Perote y terminó en la Ciudad de México. A pesar de que posteriormente quiso justificar su decisión, Gómez Pedraza renuncia a su calidad de Presidente electo y salió disfrazado de la capital. Sin entrar en mayor detalle, a partir de esa fecha el país entra en un largo periodo dando tumbos hasta que en julio de 1867 inicia la República restaurada con Benito Juárez al frente. Medina Peña hace una aseveración deslumbrante, por calificarla de alguna manera: “Porfirio Díaz tuvo éxito en lo que fracasaron Juárez y Lerdo, es decir, en definir e imponer las reglas informales del trato político; en suma, en la confección de un sistema político (...) Así, pues, y con una perspectiva puramente política, hay más continuidades que discontinuidades entre los gobiernos de Juárez, Lerdo y Díaz”. 

 Permítaseme un salto histórico. Ante el homicidio del presidente electo, Álvaro Obregón, el 17 de julio de 1928, Plutarco Elías Calles responde con la convocatoria a formar un partido político e invita a las oposiciones a que formen los suyos. En otras palabras, a cumplir la ley. Calles faltó a su compromiso y creó el Maximato, dándose en 1929 un proceso electoral a en el que, con todo el aparato gubernamental, se avasalla al candidato José Vasconcelos. 

 El sistema se vino a consolidar en el gobierno de Lázaro Cárdenas. 

 ¿Por qué destaco estos dos eventos acontecidos hace casi 200 años el primero y cerca de 100 años el segundo? Porque de ellos podemos extraer algunas lecciones útiles. 

Ciertamente, el sistema político mexicano intentó evolucionar, de ser un presidencialismo autoritario con un partido hegemónico, a uno democrático. Fracasamos, entre otras causas, por no alcanzar consensos básicos y por la falta de una firme vocación democrática de nuestra clase política. 

 El proceso electoral de 2024 nos puede ocasionar una situación de anarquía y de falta de gobernabilidad similar a la de 1828 o un retorno del presidencialismo autoritario con su partido hegemónico, como aconteció en 1928. Una tercera opción es el reencauzamiento a nuestro interrumpido proceso de consolidación democrática, el cual exige el esfuerzo continuado de varias generaciones para restablecer las instituciones que han sido agredidas brutalmente. 

 Los hechos ahí están. La llamada 4T es una quimera. La arrogancia del hombre en el poder es demoledora. México está desgarrado. El escenario mundial es aterrador. Algo habrá qué hacer.