Opinión

Infancia es destino

Por Ramón de la Peña


Hace tiempo recibí un mensaje de un ex alumno en el cual me enviaba un artículo que, de acuerdo a sus palabras, "Nos compromete a los adultos a construir un mundo mejor para nuestros hijos y nietos".

El artículo se inicia con un relato que escuchamos muchas veces ya hace tiempo de varias comunidades en nuestro país: "La calle está sola y el viento levanta el polvo de las aceras, la gente esta en casa temerosa, los negocios cierran y el desempleo cunde por  todos lados; Algunos empresarios se han puesto a salvo en el país vecino, otros emigraron al sur, los demás nos quedamos, quizás como decía el sabio griego, Cuando la muerte es, tú no eres y cuando tú eres, la muerte no es, ¿por qué preocuparse?.

Desde luego menciona algunas estadísticas ya demasiado comunes en nuestras comunidades: "Fin de semana 27 muertos en 24 horas, nuevo récord, decenas de pequeños empresarios secuestrados, dueños de ferreterías, abarrotes, lavados de carro, consultorios médicos, restauranteros, notarios públicos, viviendo el infierno de la incertidumbre del mañana, familias enteras sumidas en el dolor más profundo que pueda sentir al saber que su ser querido está en manos criminales"

Rápidamente llega a la conclusión que estas acciones las llevan a cabo personas que podríamos etiquetar como "Depredadores" , pero la pregunta esencial que nos hace el autor es:

"¿Qué debe pasar para que un hombre normal se transforme en una depredador?"

Quienes han visto a estos depredadores los describen como gente joven entre 15 y 25 años. Por todos lados se escucha: ¿dónde están las autoridades? ¿Por qué no hace nada el presidente?

Y muchas preguntas similares, nos dice el autor, pero no escucho estas otras preguntas que para mí son relevantes, nos resalta:

 

1. ¿Dónde estuvieron la madre y el padre de estos jóvenes?

2. ¿Dónde estuvieron sus maestros?

3. ¿Dónde estuvieron sus hermanos, sus abuelos?

 

Y destaca algo que es muy claro para mí: "nadie se acuesta siendo un buen niño y despierta siendo un asesino desalmado, la transformación es un proceso paulatino".

Es tiempo que dejemos de usar la estrategia de Adán: "Yo no fui, fue Eva", la estrategia de culpar a alguien más por los problemas que tenemos y asumir la responsabilidad de no tolerar más una sociedad que se fue corrompiendo poco a poco y no hicimos nada para evitarlo.

El autor nos destaca el problema que los padres hemos creado: "nos volvimos padres permisivos y comodinos, para lo cual seguimos la estrategia de: Buscar su aprobación y su aceptación"

Destaca también un estudio hecho por El Instituto Municipal de Seguridad Pública de Ciudad Juárez. Ellos entrevistaron a cientos de delincuentes jóvenes, ladrones, asesinos, violadores, narcotraficantes, ¿Y qué fue lo que encontraron?:

"Que casi la totalidad de ellos venían de hogares disfuncionales y buscaban en las pandillas la aceptación que no tenían en su hogar, las pandillas los obligaban en un principio a delinquir, después le tomaban gusto a la adrenalina y al sentimiento de poder que da el acto de dominar a otro."

Después nos da una buena regañada: "Es cierto que estamos ante un vacío de autoridad, pero debo decirles que la autoridad nace en el HOGAR, si aunque se rían, la autoridad reside en los padres y las conductas de autoridad que deben tomar esta en la moral, en esa palabra tan vituperada y ridiculizada, en la moral señores. En ese compendio de buenas costumbres que la humanidad ha ido acumulando en siglos de vida y que hoy tiramos al caño porque “semos” modernos".

¿Entonces cuál es la solución se preguntara usted?, el autor nos destaca algo que todos nosotros intuimos pero que no necesariamente aplicamos: "La única solución al grave problema que hoy tenemos es regresar a ese compendio de buenas conductas, a los valores universales, a la responsabilidad, al respeto a sus semejantes, al civismo, al control de nuestros hijos, a exigir a los medios de comunicación y a los legisladores que dejen de pasar tanta asquerosidad por televisión, que dejen de excitar a nuestros hijos, vigila a tus hijos, tanto en lo que ven por la televisión como en la computadora, vigila sus amistades, vigila sus sentimientos, hasta hacerte su amigo, su confidente, pero nunca olvides que eres su padre, el vigilante en este mundo de esa criatura de la que tu decidiste hacerte responsable."