Opinión

Las mujeres de nuestro siglo

Por Trixia Valle Herrera


 

A sesenta años de haber recuperado nuestro poder como ciudadanas, actoras de la vida social, política y protagonistas de nuestras vidas, yo como mexicana me siento muy orgullosa de todas aquellas mujeres quienes rompiendo paradigmas y estructuras rígidas, lograron su propósito el 17 de octubre de 1953 cuando el Diario Oficial de la Federación publicó que a partir de ese momento las mujeres podíamos votar. Hecho que marcó el primero de los muchos derechos recuperados por la mujer del siglo pasado.

A más de medio siglo de estos importantes logros, nuestros derechos de elegir han sido validados legítimamente, aunque existen todavía casos en donde las mismas mujeres por cultura, sumisión o miedo no pueden aún ejercer por completo su voluntad. Por ello, es labor de todas y todos seguir persiguiendo con nuestro ejemplo, discurso y apoyo la recuperación del poder para que cada mujer mexicana sea capaz de vivir sin miedo.

No obstante, el seguir luchando por una igualdad de derechos que ya se ha conseguido actualmente, es innecesaria y peligrosa, que en ocasiones se ha llegado a convertir en un discurso confrontativo con el hombre, produciendo rivalidad cultural entre sexos que deja como resultado que la convivencia de pareja sea cada vez más complicada y que cada vez existan más fracturas reflejadas con claridad en el alto índice de divorcios que crecen año con año.

En las jóvenes el temor de repetir patrones de maltrato machista observado en madres, tías, abuelas o vecinas las comienza a orillar a querer tomar la parte dominante de la relación, misma que es bien recibida en principio por el hombre post-moderno, quien centrado en el ego, se siente halagado por la conquista a la que se ve sometido. Sin embargo, al pasar los días en la relación, el hombre cazador y conquistador por excelencia, se cansa de recibir órdenes y ver nulificado su poder, por lo que frecuentemente busca otra pareja. Dicho fenómeno ocasiona que las relaciones entre jóvenes menores de 22 años carezcan -en la mayoría de los casos- de compromiso y durabilidad.

Las mujeres mexicanas debemos reconocer que nuestros derecho ahí están ya listos para aplicarse, y que el tema cae en una responsabilidad individual para tomarlos o no; luchar contra los hombres, querer generar mayor número de derechos o seguir peleando por una igualdad, abre cada día más la brecha sexista que ahora tiende a la minimización del hombre que cada vez se esfuerza menos por proteger lo que será su hogar, viviendo la ligereza de lo temporal y dejando a miles de hijos desprotegidos, a miles de mujeres con depresión y en ocasiones pasando largas etapas de su vida criando por sí solas a los hijos, lo que representa un desgaste físico y emocional irreversible que carcome el alma y el corazón.

La igualdad no es cuestión de sexos, ya que cada ser humano es único, irrepetible y auténtico por lo que querer aglomerarnos como una masa, no sólo es irreal sino que resulta imposible. El valor de cada mujer de éste país no está marcado por las aras de dolor que gasta en luchar contra los hombres, sino en la dignidad con la que reviste cada una de sus acciones y formas. El valor de una mujer reside en la compasión, la piedad, la caridad, el amor que transmite, el acoger, en dar y ser ternura y cariño, en ser la parte hermosa y misteriosa de la vida… Una verdadera mujer no necesita comportarse como un mal hombre –grosera, borracha, mal hablada, ruda y promiscua- estos no son libertades… son sólo conductas autodestructivas que distan mucho de ser y parecer derechos de la mujer.

¡Vive, ama, disfruta y enamórate de ser mujer! Pues una mujer es el equilibrio con la tierra, la conexión con lo universal, la creación de la vida y el vínculo con el amor.