Opinión

¡Viva México!

Por Alejandro Mier


I a

Don Esteban, mejor conocido como el “Tijuana” por ser el mero mero narco de esa zona, tras conducir hacía las afueras del pueblo, bajó de la camioneta Lincoln Mark, esperó a su nieto Rubén y, tomándolo del brazo, lo condujo hacía la vieja bodega.

-¿Y qué, Rubén?, ¿no me vas a contar qué tal estuvo el guateque de tus 17 años?

-Ah, muy buena abuelo…

-¿Y cómo te va de morritas? ¿Ya tienes una consentida? ¿Así como pa’ darle una paseada en la troca?

-Nombre abuelo, eso sí estaría perro, si parece hotel ambulante y con esas bocinotas que le mandó poner, pa’ que le cuento.

Don Esteban abrió el candado, tumbó las pesadas cadenas y, desenfundando su Beretta 9 milímetros chapeada en oro, siguiendo su vieja cábala, rozó con el dedo pulgar la leyenda “el Tijuana” realzada en brillantes en la cacha, y entró sigiloso.

-Míralos mijo. Pinche par de jodidos.

-¡Por piedad don Esteban, no nos mate! ¡Tenemos familia!

-Si don Esteban, haremos lo que nos pida, ¡pero déjenos ir!

-Pinches sanganos pendejos… ahora si muy cooperativos, ¿verdad? ¿Pero, quién les manda a traicionarme? Les voy a enseñar que el que se la hace al “Tijuana”, no vive para contarlo… ¡puummm! ¡puummm! Descargó un balazo, en la rodilla de cada uno.

-¡Arrgggg! ¡Nooo! ¡Piedad, por lo que más quiera!

-Rubencito, ven pa’ca. Quiero que te chingues a estos cabrones. Mira este pinche policía de mierda, yo le llené los bolsillos de dólares por años. Lo único que tenía que hacer, era voltear pa’ otro lado cuando pasaban mis cargamentos, ¿y sabes cómo me pagó? Vendiéndole mi ruta y mi territorio a este otro hijo de puta. Por eso hoy te voy a ceder el honor de que tú mismo les enseñes que con el Tijuana y sus negocios, nadie se mete.

-¡Puummm! ¡Puummm! ¡Puummm!

Sin pensarlo dos veces, a pesar de ser su primeros muertitos, Rubén les dejó caer toda la carga. Con el agrio genio de su viejo, temía que si no se los chingaba, el abuelo chance hasta a él se lo ejecutaba.

Don Esteban, girando los cuerpos con sus botas, se cercioró de que no respiraran.

-No, si estos ya están bien muertos, abue. Ya vámonos de aquí.

-Ni madres, ten esta otra pistola, reviéntales la jeta, que queden irreconocibles…

-¿Y eso pa’que? Si…

-¡Nada, mijo!, ¡usted jálale! Para que ahora que vengan sus compinches a recoger los cuerpos lean muy bien el mensaje: con el Tijuana, nadie juega.

II

En una escuela primaria pública de la capital, el Presidente concluía su discurso en presencia de un grupo muy concurrido de estudiantes y papás: “yo les aseguro que en mi mandato haremos un gran trabajo por la educación”, y apuntando con un ademán recto de mano que tenía perfectamente practicado para que hiciera juego con el levantamiento de ceja para enfatizar su postulado, continuó: “todas las escuelas tendrán inglés y computación ¡obligatorio!” La ovación de su gente no se hizo esperar y las maestras miraron con una sonrisa nerviosa a los padres de familia y a los alumnos que habían sido convocados bajo la amenza de reprobar civismo si no asistían, intentando que también se sumaran al aplauso, pero sin suerte. Al notarlo, el Presidente, a pesar de las mil veces que sus asesores le rogaban que no lo hiciera porque siempre la regaba, se salió del guión y dirigiéndose a los estudiantes para no tener que enfrentar la mirada hostil de los mayores, dijo: “me compometo antes ustedes, ante nuestro país, que con el plan de educación, reduciremos en gran medida los índices de pobreza… muchas gracias”.

En medio de un silencio sepulcral, se bajó del banquillo que lo hacía aparentar ser más alto y se marchó.

Por la tarde, mientras tomaban su Chivas Regel Royal Salute 50 years old, en el jardín de la residencia de Las Lomas, él y su compadre, comentaban a sus hijos:

-Miren jóvenes, aquí el señor Secretario y yo, les vamos a decir cómo se hacen las cosas en este país…

-¡Jajaja! O para ser más preciso, ¡cómo se hace el dinero!

-Muy cierto. Miren, estas casitas que muy pronto serán suyas…

-Perdón que te interrumpa, compadre, pero eso si va a estar muy díficil porque acuérdate que el contratista las puso a nombre de nuestras viejas y pa’que ellas aflojen, eso sí va a estar complicado, jaja.

-¿Todas? Nooo, las otras 4 están a nombre de… bueno, eso que importa, el caso es que nosotros les vamos a enseñar hacer lana, pero lana de adevéras, ahora que sean políticos.

-Pero, pa, -dijo Pablo al Secretario, -yo quiero estudiar Robótica y hacer mi doctorado en Europa.

-¡Esas son pendejadas, mijo! ¡Si quieres yo te consigo ese título y todos los que quieras! Aquí en México, el pedo no funciona así, la feria grande está acá y mi compadre y yo tenemos la llave mágica.

Al ver que al joven no le hizo gracia el comentario, continuó, -bueno, bueno, está bien, ve a hacer todo eso que quieres y luego ya regresas conmigo para hablar de cómo ganar dinero, porque de hacer robotitos, no digo que no vayas a vivir, pero eso sí, jamás como estamos acostumbrados. Y luego, con ese estilo tan particular con el que hablaba a sus sub alternos cuando  quería hacerlos sentir importantes, lo abrazó y le susurró al oído: -Pablito, ni que fueras un hijo de vecino cualquiera, por favor… esa carrera no te va a servir de nada, entiéndelo. Luego se puso de pié, caminó unos cuantos pasos y mientras murmuraba al viento “Robótica, no mamsss”, realizó un clavado perfecto en la cristalina piscina.

III

-Hola hijo, ¿cómo te fue en tu presentación?

-Excelente papá, el diseño de la puerta automatizada que hicimos, ganó el primer lugar. Esto de la mecatrónica, está genial.

-Qué bien hijo, -respondió dubitativo.

-¿Qué pasa papá? ¿Qué te preocupa? ¿Problemas de dinero?

El señor Arturo se quitó las gafas y destapando un par de cervezas, apuntó:

-No hijo; la cosa no está fácil, pero vamos saliendo. Precisamente por eso es que quiero que platiquemos de tu futuro.

El joven bien sabía que su papá no era chorero y que si quería hablar con él, seguro tenía algo importante que decirle. Y que tendría que contestarle muchas preguntas ya que su viejo era amante de la mayéutica.

-A ver… muy pronto terminarás tu carrera, luego la maestría y ya es tiempo de que vayamos pensando a qué te dedicarás, ¿no crees? Seamos realistas, las oportunidades de encontrar un buen trabajo aquí en Veracruz, son muy muy escazas; y suponiendo que lo consigieras, los sueldos son bajísimos, ¿verdad?

Arturito afirmó con leves movimientos de cabeza… -¿Y si pongo un negocio?

-Exacto, esa es la otra opción, pero mira… para poder montarlo vas a tener que contar con algo de dinero, el gobierno te dará una larguísima lista de condiciones al grado de que te hará sentir que desea impedir que abras. Nunca lo olvides, el juego se llama paciencia, inteligencia, perseverancia. Ya que logres iniciar, debes guardar un buen recurso porque en el primer año truenan más de la mitad de las empresas nuevas. No quiero desilusionarte, sino simplemente decirte a lo que te vas a enfrentar, ¿de acuerdo? Bien, pues cuando llegue cada fin de mes, de cada peso que ganes, vas a tener que pagar una tercera parte de impuestos. Como lo oyes, 33 centavos de cada peso son del gobierno. Luego tienes que pagar el Seguro Social y demás prestaciones de tus empleados; y aguas con incumplir con cualquier detalle en tu oficina porque te cae la Secretaría del Trabajo y una de sus multas cierra cualquier negocio. Con lo poco que te quede, vas a tener que pagar la renta, los servicios, el agua, el teléfono, en fin… y luego, ¡la luz! ¿Alguna vez has visto de cuánto llegan los recibos, sobre todo en esta época de calor? ¡Puf! ¿Para qué te amargo? …calcúlale que hay veces que llega más caro que la propia renta. Esas tarifas en Veracruz, no tienen abuela. ¿Lo ves?

-¿Oye papá? Y entonces, ¿para comprarme un carro? ¿Una casa como la tuya? ¿Casarme? ¿Viajar?

-Asuuuu mijo, está gris el panórama, ¿verdad?

-Pero, ¿cómo le hace la gente? ¿Por qué varios de mis amigos viven bien? ¿Cómo lo han logrado sus papás? ¿Tú cómo has podido? Tu negocio es pequeño…

-Es a lo que quería llegar. Claro, son desiciones que tendrás que ir tomando tú, pero de repente este México nuestro no te deja salidas… hay otras formas de llevar el negocio para poder salir con los gastos, vamos a llamarlas estrategias, ¿quieres escucharlas?

Arturito destapó un par de cervezas más, no se había equivocado, lo que papá tenía que decirle era muy importante y la parte medular, estaba por comenzar.

IV

Después de bendecir las nuevas oficinas, el padre se acercó al empresario para darle la cuenta de sus servicios religiosos.

Al señor González le pareció un poco excesiva la cuota, máxime que si por él fuera ni lo habría llamado, para él la iglesia era un negocio en decadencia. En cambio, su esposa llegó sonriente para despedirse de su parroco de cada semana.

-Dios lo bendiga, padre.

-Y a usted también, doña Clemencia. Nos vemos en seis meses…

-¿Y eso? -Cuestionó el señor González.

-Ah, hijo, -respondió el padre con la seguridad de quien sabe que su palabra es “palabra del Señor”… -es que la bendición de sus oficinas dura seis meses.

-¿Cómo dijo? -Volvió a preguntar el empresario, entre molesto y sin poder creer lo que estaba escuchando “¿ahora las bendiciones de la iglesia tienen fecha de caducidad?”, mira nada más que conveniente.

-Ah qué señor González tan ocurrente, no lo tome así, pero créame –argulló en voz más baja como para evitar que “el Señor” los fuera a escuchar-, en seis meses hay que echarle otra bendecida, más vale estar bien con el Señor, ¿no le parece?

-¡Por amor de Dios Archivaldo! –Exclamó sobresaltada doña Clemencia. Se persignó y aventándole “la mirada 45” a su esposo, lo amonestó: no, si tú sí estás bueno deveras, aparte de ciego, tacaño…

V

Los dos viejitos lloraban desconsoladamente, hasta que don Jacinto, limpiándose los mocos con el antebrazo, sujetó del rostro a su esposa con las palmas de las manos y rogó:

-Ya no llore vieja.

-Cómo no voy a chillar, ¡qué no ve que nuestro Hilario se puede morir en ese recorrido!

-Pero ¿qué quería que hiciera sino es ir a buscar oportunidad allá con los gringos? En este pueblo ya parecemos fantasmas, todos los jóvenes se fueron pal otro lado. Aquí nomás nos estamos muriendo de hambre.

Doña Chole, volvió a abrir la carta de su hijo, para bañarla con sus ojos. El corto mensaje, en una hoja que quién sabe dónde consiguió, expresaba: “Papa y mama: tube que irme de este pueblo al que me mandaron, que aunque más grande que el nuestro, tampoco ay naida que aser, llebo tres dias a puritita agua, asi que mejor me trepe en este tren que yaman la bestia pa buscar chamba del otro lado, Hilario”.

-Pos sí carajo, aquí ya ni trabajar el campo se puede… -susurró don Jacinto con los ojos cundidos en lágrimas.

I b

El “Tijuana”, orgulloso de su nieto, le abrió la puerta para que subiera a la troca.

-Espéreme abuelo, aguánteme tantito, -dijo Rubén y agarrando un gruesa rama de la terracería, aún con la adrenalina de haber asesinado a los enemigos de su abuelo, regresó a la bodega. Se acercó a los muertitos y capturando sangre con la punta de la vara, escribió sobre la pared: “Viva México, cabrones”.

En el radio de la camioneta, tronaba la ovación de los maestros tras el discurso de educación del Presidente.

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