Opinión

Austeridad

Por Luis Pazos


Hay quienes ya no creen nada de lo que promete el gobierno, y califican a la austeridad anunciada como una estrategia política más que una realidad. ¡Falso! si habrá austeridad obligada por la baja de ingresos en el Presupuesto del gobierno federal para 2016, aunque esa austeridad contemplada no sea suficiente ni correctamente enfocada.

Una de las situaciones que más agrava una enfermedad es posponer su tratamiento, no es lo mismo ir al dentista  cuando nos empieza un dolor en la boca, que meses después. Lo mismo pasa con la austeridad que debía haber empezado hace dos años y la intentan implementar tardíamente, lo que hace necesarias acciones más profundas.

La austeridad debe ser en todas las dependencias públicas, poderes y niveles de gobierno, pero el proyecto de presupuesto que envió el poder ejecutivo al Congreso, no contempla austeridad en varios sectores, sino más egresos. Los gastos programados para el poder legislativo, judicial y gobiernos de los Estados, aumentan en lugar de reducirse.

Lo más sano es que las reducciones  en el Poder ejecutivo sean sobre gasto corriente y no de inversión o infraestructura, pero los mayores recortes se planean en proyectos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, una de cuyas principales funciones es conservar y ampliar la infraestructura del país. Una señal contradictoria, que refleja la falta de coordinación ente quienes asesoran al Presidente, es anunciar la creación de una Secretaria más cuando uno de las fuentes de mayores gastos inútiles en esta administración es la multiplicación de organismos.

El anuncio de un presupuesto cero, que implicaba cuestionar todos los gastos y someterlos a un análisis de costo-beneficio, no pasó de ser un anuncio, pues en 2016 elevarán su costo los gobernadores, los senadores y los diputados, cuyos gastos tienen poco beneficio social.

De no profundizarse la austeridad con la revisión y corrección de los gastos en la Cámara de Diputados, difícilmente el presupuesto del 2016 frenará el déficit, endeudamiento y demás desequilibrios, que junto con el aumento de impuestos, impiden un mayor crecimiento y bienestar de la economía mexicana.

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Profesor de Economía Política