Opinión

El escándalo Volkswagen... Un asunto de ética

Por Ricardo Homs


El descubrimiento por parte de las autoridades norteamericanas de que Volkswagen ha manipulado el sistema de emisiones contaminantes para que cuando se realicen pruebas de verificación, -como las que se realizan en la Ciudad de México semestralmente a cada vehículo-, los autos de esa marca den resultados positivos ocultando el resultado real, se convirtió en un escándalo mundial que de inmediato tuvo como consecuencia la renuncia del presidente de la compañía.

Esto nos debe llevar a la reflexión para entender el fondo de este asunto.

Seguramente el Consejo de Administración no tuvo que pedir la renuncia  de este alto directivo, el más importante a nivel mundial en toda la corporación. Con toda seguridad, apenado y considerando éste escándalo una cuestión de honor,  él ofreció su puesto para bajar la presión de la opinión pública sobre la empresa.

Detrás de este escándalo y la renuncia de Martin Winterkorn, hay un tema de ética.

Según sus propias declaraciones, él asumió la responsabilidad de lo sucedido, -no obstante que quizá siendo un asunto tecnológico él no hubiese estado enterado de lo que sucedía-, pero consideró que debía dar la cara como cabeza de toda la organización.

En México estamos acostumbrados a que la cabeza de cualquier organización gubernamental o privada, -ante una crisis como ésta-, de como respuesta “¿y yo por qué?”, se lave las manos, proteja a sus colaboradores cercanos y responsabilicen y despidan a funcionarios de mediano y bajo nivel, culpándoles de lo sucedido y convirtiéndoles en chivos expiatorios.

El modo de enfrentar una crisis pública como ésta refleja el conjunto de valores morales y éticos de una sociedad.

En las sociedades altamente evolucionadas, el honor y la honra cobran relevancia

Si queremos entender por qué se ha perdido la autoridad moral en México, es precisamente  por la ausencia de valores morales de quienes ejercen liderazgo.

Toman los privilegios e incluso abusan de ellos, pero no asumen las responsabilidades. Los errores los reparten entre sus subordinados, procurando siempre salvar a sus amigos.

En México nunca hay consecuencias aunque el asunto configure un delito. El caso de la línea 12 del metro de la ciudad de México aún espera que se definan responsabilidades, -tanto entre los funcionarios de alto nivel que seguramente estuvieron involucrados-, como entre las empresas que construyeron la obra.

La muerte de los niños de la Guardería ABC de Sonora, aún no está resuelto pues ningún funcionario de alto nivel asumió responsabilidades y en cambio culparon a funcionarios de bajo escalafón, que quizá no sean más que chivos expiatorios.

En el mundo de hoy para la comunidad internacional el tema de la ética cada vez más cobra relevancia y los escándalos tienen consecuencias. Sin embargo en México aún vivimos no sólo en la irresponsabilidad, sino en el cinismo.

El problema que hoy enfrenta nuestro país es de orden moral, pues la visión que aún hoy prevalece queda perfectamente reflejada en la frase atribuida al cacique potosino Gonzalo N. Santos, “La moral es un árbol que da moras”, la cual describe el desprecio de muchos mexicanos por la ética, los valores y la moral.