Opinión

Siluetas, Mar y Arena

Por Ivonne Moreno


 

Obra Plástica de Rosario Gómez Barquín en el Museo de la Ciudad

El mar es un recurrente en el campo visual. Las marinas ocuparon por mucho tiempo un lugar preponderante en la pintura y fue recurso obligado para quienes se acercaban al océano y sus colores.

Después se agregaron embarcaciones y desde luego personas cerca del azul único de esta porción de agua tan socorrida en el arte y en distintas de sus formas y así la plástica y el mar comenzaron un diálogo permanente entre pintores y técnicas como sucedió durante el Impresionismo.

En el Trópico este escenario entre realizador plástico y el mar es fundamental y de tal manera lo expresa en su vocabulario compositivo Rosario Gómez Barquín quien a través de veleros, mujeres, niños, amaneceres y atardeceres encuentra en el manto acuífero encantos de sobra para expresar sus emociones.

Rosario Gómez Barquín es oriunda de Veracruz y ha estudiado pintura en Indiana y en el puerto con diversos maestros entre ellos Enrique Sandoval.

Sus exposiciones colectivas e individuales en la zona conurbada son complemento con la técnica de estampación para confeccionar arte objeto como rebozos y abanicos.

Rosario transita entre la pintura figurativa de matices narrativos donde se van describiendo con pinceles y trazos pasteles lo plácido de un instante.

Esos momentos de intimidad a veces tan escasos, la pintora hurga en la alteridad de mujeres, infantes para captar el momento preciso la alegría producida por tener los pies en la arena, por la caricia de esa ola sobre la piel, la particular acústica del mar en los oídos y lo dulce de un beso al romper de las olas.

Mar, arena, sol y ropas blancas y rojas contrastadas con pieles bronceadas son los puntos centrales de esta armonía visual, despreocupada y lúdica en conjunción humanos- mar.

La pintura de Rosario Gómez Barquín se funde en los versos de Borges:

¿Quién es el mar? ¿Quién es el violento y antiguo ser que roe los pilares de la Tierra y es uno y muchos mares y abismo y resplandor y azar y viento?

¿Quién es el mar? ¿Quién soy yo?

Los sabré el día ulterior que sucede a la agonía…

Usted, yo, los demás lo decimos después de bañarnos en el mar de Rosario, de Borges, de Veracruz, de todos…