Opinión

México el país más corrupto de la OCDE

Por Ricardo Homs


Se inicia la selección de candidatos para la jornada electoral del 2016 donde se decidirán 13 gubernaturas, 965 ayuntamientos y 388 curules estatales y con ello los grandes riesgos.

La vinculación entre partidos y candidatos es la esencia de cualquier proceso electoral.

Quienes gobiernan han llegado al cargo bajo el respaldo y patrocinio de algún partido político. El partido en cuestión ha sido el aval de un candidato que se montó en la infraestructura humana del partido para realizar el trabajo de tierra y además se apoyó en su presupuesto.

Cuando uno de nosotros da una carta de recomendación a favor de un conocido, se genera un compromiso moral con quien recibe dicha carta y está en busca de referencias.

Sin embargo, los partidos políticos hasta hoy no asumen su parte de responsabilidad como avales de un candidato al cual seleccionaron, para el cual nos pidieron el voto y al cual colocaron en el cargo.

Cada vez que surge un escándalo, los partidos contrarios al cual milita el inculpado, lanzan una gran ofensiva en contra, -no sólo del sujeto cuestionado-, sino principalmente de su partido.

En respuesta, la actitud del partido cuestionado siempre es defensiva; sale a arropar y justificar a su militante.

Como ejemplo vemos que el caso del manejo de la contratación de deuda en el Estado de Coahuila en la administración de Humberto Moreira, ha quedado sin explicaciones, no obstante que en el centro de estos cuestionamientos esté la utilización de documentos apócrifos.

Lo referente a la compra del 15% de las acciones del Banco Progreso de Chihuahua S.A, de C.V.-, por parte del gobernador de ese Estado, César Duarte Jáquez, por un monto estimado en 65 millones de pesos, tampoco ha tenido seguimiento.

En su momento, en noviembre del 2014 el senador Javier Corral cuestionó por qué el Gobierno del Estado de Chihuahua fondeó ese banco fundado por el secretario de Hacienda de esa entidad federativa, -Jaime Ramón Herrera Corral-, con 834 millones de pesos con unas tasas muy bajas.

¿De dónde sacó el gobernador esta cantidad, como para hacer esta adquisición?.

La corrupción en la administración de Rodrigo Medina, gobernador de Nuevo León, concluyó con la pérdida de ese Estado en las pasadas elecciones.

Éstas es son preguntas sin respuesta que perjudican al PRI, partido que avala a estos gobernadores.

Por el lado del PAN, la administración del gobernador Guillermo Padrés Elías ha sido denunciada por el Instituto Superior de Auditoría y Fiscalización del Estado de Sonora (ISAF), quien solicitó 67 procedimientos penales contra doce ex funcionarios de esta administración por el presunto desvío de 760 millones de pesos.

Por su parte, el PRD ha sido criticado por haber impulsado la candidatura de alcaldes bajo sospecha de cercanía con la delincuencia organizada, como lo fue el escándalo generado a partir del descubrimiento de la participación del presidente municipal de Iguala, Guerrero, José Luís Abarca, en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Doce alcaldes del Estado de Guerrero fueron acusados en 2014 por presuntos vínculos con grupos delictivos.

Lo anterior confirma por qué México ha sido considerado como el país más corrupto de la OCDE, (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), organismo internacional que agrupa a los países de mayor liderazgo en el mundo, entre los cuales se encuentra México.

Si los partidos políticos tomasen su responsabilidad en la selección de candidatos, -con una visión ética-, éste sería el primer y más importante filtro para que no llegasen al poder gobernantes corruptos.

Además, los mismos partidos debiesen estar conscientes de que los malos gobernantes dañan la imagen del partido que les postuló y por tanto, debiesen ser los primeros en enjuiciar a ese militante que traicionó la confianza ciudadana.

Las tradicionales prácticas de compadrazgos, compromisos, amistades, -o incluso negociaciones pragmáticas-, son la antítesis de la búsqueda de los mejores hombres y mujeres desde la perspectiva ética.

El cambio de actitud en los partidos podría ser el inicio de una nueva época en el combate a la corrupción.

Asumir el compromiso de proponer a la sociedad candidatos honorables en este proceso electoral que inicia, sería la mejor noticia que podría recibir México.