Opinión

Pida, pida y vuelva a pedir

Por Ramón de la Peña


Les comparto un mensaje que escribí hace tiempo, pero sus recomendaciones siguen vigentes para tener una mejor vida...

¿Por qué no pedimos lo que queremos?, ¿por qué no pide un mejor trato, un aumento de sueldo, un mejor asiento, un abrazo, una revisión de examen, una explicación por algo que no entendió en clase, que le lleven un café a la cama, un permiso para faltar?, sí ¿por qué no pide lo que siempre ha querido?

Yo recuerdo muy vivamente cuando le pedí a mi esposa que fuese mi novia.  Yo sentía miedo, tenía un nudo en la garganta, me preguntaba continuamente ¿cómo le hago?, ¿me dirá que sí, o me dirá que no?, sentía que no era digno de ella.  Me decía ¿cómo un muchacho como yo –educado parcialmente en San Antonio de las Alazanas– puede aspirar a ser novio de ella?  Pero haciendo de tripas corazón, le pedí que fuese mi novia, y cual no sería mi sorpresa al escucharla decir que sí.  Qué buen ojo tuviste, le digo ahora, pero en aquel entonces recibí el regalo más extraordinario que podía pedir.

Según Canfield y Hansen hay cinco barreras que nos impiden pedir lo que queremos:

1.  Porque no sabemos qué queremos y porque no sabemos cómo pedir.

2.  Porque fuimos educados a no pedir.  A las muchachas de mi edad ¿qué les recomendaban sus mamás?  No pidan y si te ofrecen, di que no –no vaya a ser el diablo este muchacho.

3.  Porque nos da miedo pedir.  No nos gusta dar la imagen de que no sabemos, dar la imagen de tontos y desde luego nos da miedo que nos digan que no.

4.  Porque pensamos que no somos dignos de recibir lo que queremos.

5.  Para mí la barrera más importante para pedir lo que queremos es el orgullo.  ¿Por qué no preguntas donde queda la calle Dos de Abril?  Nos pregunta nuestra esposa, ¿y qué hacemos nosotros? o aceleramos, o no contestamos, o decimos ¿a poco crees que no sé dónde es? o primero muerto que perder estilo.  Como ven, por puro orgullo no preguntamos, por puro orgullo no pedimos lo que queremos.

El Factor Aladino es el título del libro de Canfield y Hansen, que si no lo ha leído yo le recomiendo mucho hacerlo, pues en él los autores presentan la manera de volverse uno un pediche profesional.  Sí, transformarse en alguien que está motivado a pedir, que sabe qué pedir, que sabe a quién pedir y que pide, pide y vuelve a pedir.

La secuencia que proponen es muy sencilla:

1.  Motívese a pedir, dése cuenta que sí vale la pena pedir, que sí quiere pedir, que sí quiere recibir.  Empiece a pedir poquito, luego un poco más y más y más.   Recuerde que lo peor que puede pasar es que le digan que no.  Quien no pide no recibe, decía Gandhi.

2.  Defina qué va a pedir.  Pregúntese que le gustaría tener, defina su sueño.  Sí, como la lechera de la fábula que al ir hacia el mercado a vender su cántaro lleno de leche, soñaba con tener marido.  Pero que no sólo lo soñaba sino que había diseñado la escalera para alcanzarlo.

3.  Defina a quién le va  pedir lo que quiere.  A veces es muy obvio, a veces no tanto.  Si usted quiere recibir donativos para su programa de apoyo a la comunidad, tiene que seleccionar muy bien a quien pedirle.  Dicen los expertos que en este caso se requieren cuatro elementos:  primero, que tenga recursos económicos; segundo, que te conozca y te aprecie; tercero, que conozca y aprecie tu organización; y cuarto, que le impacte tu sueño, tu programa. 

4.  Pida, pida y vuelva a pedir.  Pero pídalo con convicción, con ganas de que  se lo den. Recuerde, da la misma vergüenza pedir un peso o un millón y si tiene uno que pasar por la vergüenza más vale que la petición valga la pena.  Los expertos recomiendan que pida siempre:  de una manera clara y precisa: quiero salir de la casa mañana a las ocho de la mañana en vez de quiero salir mañana temprano.  Pida siempre personalmente, las solicitudes por carta raramente funcionan.  Pida de una manera creativa y si le pone un poco de humor, mejor.

Al final del libro de Canfield y Hansen, viene una serie de recomendaciones interesantes para pedir en el hogar, en la escuela, en el trabajo, al mundo, a uno mismo o a un superior.  Léalas, de seguro obtendrá muchas respuestas no sólo en lo que respecta a cómo pedir sino también a qué pedir. . . "Al menos una vez por semana dedícame tiempo ininterrumpido para que me escuches, quiero que vayas conmigo a misa, quiero que veas la telenovela conmigo y yo veré el juego de futbol contigo. . ."  Verá que se le prende la creatividad sobre qué pedir,  pero más que nada espero que se le prenda el deseo de pedir, pedir y volver a pedir.