Opinión

Los motivos del Papa Francisco

Por Ricardo Homs


Para entender la carismática actuación del Papa Francisco es necesario comprender su formación religiosa, -como miembro de la orden La Compañía de Jesús-, a quienes se les denomina comúnmente como Jesuitas.

Esta orden ha representado en los últimos tiempos el ala progresista de la Iglesia Católica y como grupo, uno de los más instruidos de esta institución religiosa.

La compañía de Jesús ha tenido en sus filas a grandes intelectuales y muy importantes teólogos.

Su vocación como institución ligada a la educación ha sido el motor de la creación de prestigiadas universidades alrededor del mundo. La apertura de criterio de los jesuitas ha sido una característica determinante de los miembros de la Compañía de Jesús, principalmente durante el último siglo.

Como ejemplo de esta visión abierta y respetuosa de las opiniones podemos tomar lo acontecido durante la última campaña presidencial, cuando un grupo de alumnos cuestionó en el campus de esta institución académica, -ubicada en Santa Fe, Ciudad de México-,  al entonces candidato del PRI Enrique Peña Nieto y a partir de la reacción que se derivó, surgió la conformación del “Colectivo 132”.

Mientras cualquier otra institución académica hubiera expulsado a estos alumnos por asumir una posición crítica y beligerante y además sus directivos hubieran ido a ofrecer disculpas al candidato, el rector de la UIA salió públicamente a defender ante los medios masivos de comunicación el derecho de esos alumnos a expresar su opinión independientemente del contenido.

Sin embargo,  lo que más ha identificado a esta congregación religiosa, -principalmente durante el siglo veinte y hasta nuestros días-, es precisamente su gran sensibilidad social y su compromiso con los sectores vulnerables y desprotegidos.

Lo anterior nos indica que detrás de las actitudes y la conducta del Papa Francisco hay una gran convicción de que la Iglesia Católica tiene un gran compromiso con la “justicia social”.

La visión social del Papa Francisco no nace de la ideología, sino de las raíces del cristianismo original.

Las biografías que hay sobre Jorge Mario Bergoglio, -antes de que fuese cabeza de la Iglesia Católica-, lo retratan como una persona abierta a todos los sectores de la sociedad, incluidos aquellos que no son católicos, así como a aquellos que tradicionalmente la sociedad desdeña.

Siendo Arzobispo y cardenal propició que los sacerdotes argentinos fortalecieran su tarea pastoral en las parroquias de las zonas marginales y ofició misas en cárceles y para grupos de prostitutas. Esto hizo que fuese conocido en Argentina como “el Obispo de los pobres”.

Si bien el Papa Francisco es conservador en el ámbito teológico y doctrinal y nunca apoyó a quienes pretendían promover la “Teología de la liberación”, su actitud frente a los graves problemas humanos que surgen del estilo de vida contemporáneo, -como el divorcio y rompimiento matrimonial-, ante lo cual la Iglesia tradicionalmente había mantenido una actitud de rechazo y marginación sacramental para quienes vivían esa experiencia, o la actitud abierta e incluyente del Papa ante la homosexualidad, nos muestra una mente sensible, comprensiva y generosa, que en este mundo complicado y belicoso, siempre tendrá una actitud conciliatoria.

En un mundo donde la intolerancia va en aumento, lo mismo en el mundo islámico donde fundamentalistas como ISIS están sembrando terror y violencia, como del otro lado de nuestra frontera Donald Trump siembra discordia con un discurso belicoso y de confrontación y sin embargo lidera las encuestas, la actitud mediadora del Papa Francisco, quien se está reuniendo con quienes dirigen otras religiones, es una garantía de distensión y despresurización de conflictos.

La intolerancia nace de la ignorancia y falta de inteligencia y la violencia surge de la vulnerabilidad que sienten quienes no están seguros de poder confrontar a sus adversarios con reglas claras y la estrategia adecuada.

Un Papa que transmite congruencia entre su discurso y su conducta personal, terminará siendo un interlocutor confiable e inteligente para aminorar la confrontación en este choque de civilizaciones que vaticinó el visionario pensador norteamericano Samuel Huntington, quien pronosticó que a partir de la globalización se acentuarían las diferencias entre bloques cultuales y religiosos.

Para quienes hemos tenido contacto cercano con Jesuitas, nos queda claro que de ellos podemos esperar un oído atento y una actitud tolerante y respetuosa, aun y cuando no compartan nuestras ideas.

Las exigencias intelectuales que existen en la orden de los Jesuitas para con sus miembros, respaldan esta formación tolerante y conciliadora como la del Papa Francisco.

El Papa Pablo VI al referirse a los jesuitas en 1975  los describió así: “Donde quiera que en la Iglesia, -incluso en los campos más difíciles o de primera línea-, ha habido o hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en las trincheras sociales, entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano, allí han estado y están los jesuitas”.

Por tanto, si queremos entender lo que mueve al Papa Francisco, veremos que en parte se relaciona con su formación como Jesuita.

Seguramente su rol como líder global será decisivo ante los retos futuros.