Opinión

Liderazgo, dirección y coaching por valores

Por Roberto Matosas


 

Simon Dolan, autor del libro Liderazgo, dirección y coaching por valores

¿Cómo será el trabajo dentro de unos años?

Va a cambiar de forma total. Y la mayoría de las empresas y las personas no están preparadas. Hay tres factores importantes que van a cambiar el concepto del trabajo: el mundo digital, el mundo global y el nivel de la creatividad. De entrada, será muy raro que las personas estén contratadas para trabajar a tiempo completo. Eso es una ventaja para las empresas porque no tienen tantas obligaciones, pero también para las personas, que no tienen tanta dependencia de una empresa. Otra cosa es que, excepto en algunas profesiones muy limitadas, lo que la gente estudie y lo que  practique después no va a ser lo mismo. Además, la nueva generación de empleados no van a tener tolerancia por una empresa que no es transparente. Y está empezando a darse una guerra de verdad sobre el talento, al que las empresas no pueden satisfacer sólo con dinero.

En este nuevo contexto, ¿cómo tiene que cambiar una empresa la manera de gestionar a la gente? ¿Cómo consigue motivar a sus trabajadores?

Es muy difícil. Un líder tiene que despertarse por la mañana y se tiene que preguntar qué tiene que hacer para que su equipo tenga y conserve la pasión. No se trata simplemente de que trabaje, eso es la mediocridad. Hay que buscar constantemente soluciones, hacer cosas novedosas y creativas. Y muchos empresarios tienen miedo del cambio. Pero, si no cambian, las empresas morirán.

¿Las empresas más exitosas serán las que hayan conseguido motivar a sus trabajadores?

En las escuelas de negocio, durante muchos años hemos formado técnicos que conozcan las herramientas, leyes, etc. Eso era suficiente hasta hace poco. Pero ahora necesitan también competencias blandas, las dirigidas a gestionar personas, que son máquinas psicológicas muy complejas. Aunque todo el mundo lo sabe, no las enseñamos. Hasta ahora funcionaba liderar solo con la amenaza, funcionaba ayer, pero en el futuro no funcionará, sobre todo con la gente de talento. Y, si una empresa pierde a este tipo de trabajadores y se queda con los mediocres, tarde o temprano va a morir.

¿La cultura de una empresa tiene que estar alineada con los valores del directivo?

Es que, si no es así, los valores son sólo palabras vacías y no sirven de nada. En mis libros hablo de valores en acción, compartidos por la gente de la empresa. Eso se puede conseguir. Los valores de todas las personas de la empresa tienen que estar alineados, también los de los trabajadores. En Estados Unidos hay una empresa de comercio on line, Zappos, que, cuando tiene un trabajador que no encaja con sus valores, le paga para que busque otro empleo. Puede ser muy competente, pero no quieren tener junto a ellos gente que no comparta los valores principales de la empresa. Por tanto, lo de alinear valores no es una utopía, sino una realidad que ya viven muchas empresas.

Por tanto, cuando una persona busca trabajo también tiene que considerar cuáles son los valores de una empresa y ver si están alineados.

Claro. Es como cuando buscas pareja. Si sólo te fijas en el físico, ¿será sostenible? Absolutamente no. Si los valores no están alineados, la pareja no tendrá éxito. Y eso ocurre también en las empresas. El problema es que estas a veces son ambiguas e incluso la gente de arriba no sabe cuáles son sus valores. Por ejemplo, ¿las personas que permitieron que Volkswagen engañase sobre el nivel de emisiones en alguno de sus motores sabían cuáles eran los valores de la compañía? Yo creo que no, que sabían algunos como que tenían que aumentar su rendimiento para sobrevivir. Pero no, si hubieran sabido que, para la empresa, importa el fin pero también los medios y que no se trata de crecer a cualquier precio, no hubiera sucedido un escándalo como este.

¿Qué nos puede pasar si no compartimos los valores de la empresa en la que trabajamos?

Tengo estudiantes que están haciendo el doctorado sobre esto y puedo decirte que la incongruencia en los valores lleva a la aparición de enfermedades físicas y mentales a medio y largo plazo. Depresión, ansiedad, crisis cardíacas, diabetes... Porque no podemos vivir el día a día cuando nuestros valores no encajan. Es imposible. Con los directivos pasa lo mismo. Por eso el proceso de la reingeniería cultural empieza desde arriba hacia abajo, llegando a todos los estamentos de la empresa. Tienes que estar dispuesto a cambiar y fijar una cultura clara. Hay que ser valiente y hacerlo porque, cuando eres ambiguo, asumes riesgos.

Lleva muchos años trabajando en cambiar la mentalidad de los altos directivos.

Sí, yo soy como un misionero. Algunos me dicen que soy como El Quijote siglo XXI. Yo quiero cambiar el mundo del trabajo porque pienso que hay otra forma de trabajar en la que podemos disfrutar. Hace 20 años que hago eso. Y actualmente lo hago desde la cátedra sobre el futuro del trabajo, la tercera cátedra de ESADE.

En estos años que lleva predicando, ¿ha conseguido algo? ¿Ha visto algún cambio?

Hay países donde es un poco más fácil, pero también en España está habiendo cambios. Cada vez son más los altos cargos y directivos que entienden que hacer las cosas como las hemos hecho hasta ahora no es sostenible. Naturalmente, si esto no te importa y sólo te preocupa hacer dinero a corto plazo, mi mensaje no será música para tus oídos. Pero si eres una persona que quiere disfrutar del talento, pero hacerlo de forma sostenible, y que toda la gente de la empresa esté contenta, has de saber que hay herramientas, que se puede hacer, que no es una utopía.

 ¿Se puede hacer sólo en las grandes empresas o también en las pequeñas?

Se puede hacer en todas. Y hay ejemplos. En el sector tecnológico, hay grandes empresas como Google que lo tienen en cuenta porque saben que, si no son creativas, van a morir. Otras no lo hicieron y han perdido su posición de dominio del mercado y ahora casi no existen. Es el caso de Nokia. No se dio cuenta de lo que sucedía en su entorno, no se preocupó por ser creativa, y le ha ido muy mal. Y eso va a ocurrir cada vez más en nuestro contexto.