Opinión

El pecado permanente de Adán

Por Ramón de la Peña


Ante el problema de contaminación que se vivió en la ciudad de México y las respuestas que dieron las diferentes autoridades responsables de los gobiernos de la Ciudad de México y de los estados circunvecinos, me acorde de un mensaje que escribí hace tiempo en el que les comentaba que había recibido una nota de un colega poco agnóstico, quien al comentarle un tema similar me dijo: Toda la vida humana en la tierra se inició con dos pecados originales, el primero nos dio vida cuando Adán y Eva se comieron la manzana del árbol de la verdad y fueron expulsados del paraíso, pues si no lo hubiesen hecho, aun hoy, estarían Adán y Eva viéndose a los ojos y disfrutando del paraíso que Dios les había proporcionado.

El segundo pecado lo originó Adán, quien convencido por Eva, se comió una manzana del árbol de la verdad, y quien al ser cuestionado por Dios de porque lo había hecho, Adán respondió: Yo no fui, fue Eva, con eso Adán nos motivó a no aceptar nuestras culpas y errores, nos enseñó a echarle la culpa a alguien más.

Al leer la nota anterior vino a mi mente, en ese tiempo, la canción de Alejandro Fernández: “Si te vienen a contar cositas malas de mí. Manda a todos a volar y diles que yo no fui. Yo te aseguro que yo no fui. Son puros cuentos de por ahí. Tú me tienes que creer a mí. Yo te lo juro que yo no fui.”

Pero mi correctora de estilo rápidamente me pregunto: ¿Cuál es el gran pecado detrás del "Yo no fui"?  y rápidamente le respondí, es la irresponsabilidad, que implica el no cumplimiento de un compromiso, de una norma, de un reglamento, de una tarea o de una obligación asumida de manera voluntaria u obligatoria.

Desde el punto de vista empresarial la irresponsabilidad es la negación del desarrollo, es ponerse de lado o en contra de la productividad. Desde el punto de vista ciudadano es permitir que la irresponsabilidad cunda en las personas que son responsables de que las cosas sucedan, pero lo más malo es que cuando la irresponsabilidad se vuelve parte de nuestra cultura es muy difícil erradicarla.

¿Entonces no se puede hacer nada? me cuestiona mi correctora de estilo, para mi es claro le dije, que debemos:

1. Actuar en concordancia, es decir, aceptar nuestros errores y nuestras culpas para corregirlos. Debemos decirnos continuamente: yo soy el responsable de mis acciones, yo soy el responsable de mi familia, de mi trabajo, de lo que hace mi gente; sin olvidar que se puede tener pecados de omisión y pecados de comisión. ¿Quién tiene más culpa: el que hace o el que deja hacer? ¿El que mata la vaca o el que le detiene la pata? Esto me recuerda el cuento de una pareja ya muy madura que deciden terminar juntos con su vida. Para esto suben al edificio más alto de la ciudad con la intención de saltar juntos al vacío. Antes de saltar, se dicen su último mensaje de amor y le piden perdón a todos los que pensaban que deberían de pedirles perdón. Ya todo estaba listo, cuentan tres y dicen los testigos de este trágico evento que antes de impactarse en el suelo la mujer dijo: canijo viejo, me dejó sola.  Efectivamente, volvió a aparecer la herencia de Adán, pero, ¿quién tiene más culpa, el que salta o el que promueve el pacto y no salta?

2. Mandar los mensajes correctos a nuestros hijos: No se nos olvide que nuestros hijos pequeños son como esponjas, ellos nos están observando permanentemente e internalizando todo lo que decimos y hacemos.  Los padres somos una parte muy importante del entorno de nuestros hijos, somos un espejo que les refleja mensajes y comportamientos importantes. No se vale reforzar el pecado de Adán. No les acepte respuestas del tipo: Se cayó solo, yo no fui, fue mi hermano.  Sólo así formaremos futuros ciudadanos que construyan una sociedad confiable.

3. Los maestros debemos hacer lo mismo. No nos olvidemos que a través de nuestras palabras y nuestras acciones, continuamente les estamos mandando mensajes a nuestros alumnos, así que más vale que les enviemos los mensajes correctos y reforcemos con nuestras acciones la eliminación del pecado de Adán.  Sólo así formaremos profesionistas que se comporten honestamente en sus puestos dentro del servicio público y del sector privado.

4. Las organizaciones, a través de sus dirigentes o de sus consejos, deben de hacer lo mismo. Deben de estar continuamente enviando el mensaje de responsabilidad, congruencia y respeto a la comunidad y a sus colaboradores. Sólo así será una organización que perdure.  Sólo así formaremos una sociedad que ponga un dique a la corrupción.

5. Sólo así haremos del pedazo de México en el que nos tocó vivir, un Nuevo León del que nos sintamos todos muy orgullosos.