Opinión

Nuevas dudas en el caso Ayotzinapa

Por Ricardo Homs


En su despedida de México, el grupo interdisciplinario de expertos, que vinieron como parte del equipo de la CIDH, sembraron más dudas de las que ya existían y bastante profundas, capaces de cimbrar a las autoridades judiciales del país, que siempre ha asegurado que la investigación sobre Ayotzinapa está bajo control.

Fue un “para que no nos olviden” y dejaron declaraciones etiquetadas, como si fueran obsequios, que serán bombas de tiempo.

La aseveración de este grupo de expertos de que fueron torturados 17 de los 123 detenidos y la cifra podría aumentar, debiese sembrar dudas respecto a la veracidad de las premisas con las que ha estado trabajando la PGR, pues eso significa que las confesiones pudieron haber sido inducidas por los mismos torturadores.

De ser cierta esta acusación, será necesario reponer el proceso judicial y entonces quizá nos enteremos de hechos hasta hoy inimaginables.

¿Por qué es tan significativo el caso Ayotzinapa?

Independientemente del lado humano que representa la desaparición de los 43 estudiantes, este caso es representativo del modo irresponsable en que hasta hoy inclusive, se llevan a cabo sistemáticamente la casi totalidad de las investigaciones policiacas en todo el país. 

Resolver bien este caso dejaría al descubierto todas las triquiñuelas que han llevado a nuestro sistema de justicia a una crisis de credibilidad y de valores y propiciaría una reestructuración a fondo.

Esta es una oportunidad histórica, porque debido a la intervención del grupo interdisciplinario de expertos, -convocado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dependiente de la OEA-, la información se salió de control para las instituciones mexicanas encargadas de procurar justicia, las cuales siempre han operado “a modo” y conveniencia de las circunstancias políticas.

La mirada inquisitiva de la comunidad internacional pondrá al descubierto las “malas prácticas” y obligará a las autoridades a adoptar los criterios globalmente aceptados.

Este caso, -por tanto-, es muy significativo y su impacto en la vida institucional del país puede ser determinante para romper con las inercias que pretenden dejar las cosas como siempre han estado, totalmente opacas y la justicia en manos de quienes ejercen poder.

Los tiempos hoy son de claridad y transparencia y esto debe convertirse en norma en lo relativo a la procuración de justicia.

Nuestros gobernantes deben entender que hoy se debe gobernar como si se estuviera en una caja de cristal, bajo el escrutinio público.

Definitivamente la justicia debe llegar a nuestro país por presión del exterior y no por una concesión generosa de nuestros gobernantes.