Opinión

La Recuperación de la Autoridad

Por Roberto Matosas


Platica de la semana pasada en ESUN en el ciclo Escuela de Padres.

Algunos puntos que resalté:

•             Vivimos en una sociedad permisiva, después de haber vivido durante gran parte del siglo XX en una sociedad autoritaria o dictatorial. La sociedad permisiva se funda en la libertad y los derechos, mientras que la sociedad autoritaria se funda en la autoridad y los deberes.

•             Las cosas se complican porque las épocas inseguras- y la nuestra lo es- añoran la autoridad. Escuchamos muchas voces alarmadas, quejándose de la falta de respeto que se vive en las familias, en la escuela, o en la sociedad en general. La autoridad de los padres, maestros e instituciones parece haberse evaporado. La cultura de la permisividad comienza a darnos miedo.

•             La corrupción aqueja al mundo político y económico. Soportamos una crisis mundial provocada por la codicia. Practicamos un individualismo feroz de sálvese quien pueda. Aumentan las conductas antisociales como la violencia, el vandalismo, el consumo de drogas. Ante esta situación se lamenta la hipertrofia de derechos y la atrofia de deberes, y se reclama la recuperación de la autoridad como panacea, antes de averiguar si esa restauración sería una solución o un peligro.

•             La Autoridad en Educación es el tema más importante que he abordado durante estos años y que seguiré afinando porque me impulsa mi convicción de la precariedad del mundo ético que estamos intentando construir. Todo nuestro sistema de legitimidades- democráticas, jurídicas, éticas- descansa sobre un gigantesco proyecto de dignificación de la existencia humana, que solo se mantiene si lo mantenemos.

•             Para fortalecer el proyecto ético de la humanidad, necesitamos no solo instituciones dotadas de autoridad, sino unos ciudadanos dotados también de autoridad. ¿Cómo conseguir dotar a un ciudadano de autoridad? Mediante su comportamiento, su saber, su capacitación, su modo de actuar, sus méritos. La autoridad es la irradiación de la excelencia personal en una relación social. Incluso puede suceder que en una organización alguien que carece de poder formal ejerza una gran influencia por su valor personal.

•             Dos clases de autoridad: la recibida y la merecida. Esta es el refrendo de la calidad personal que debe acompañar a toda posición de poder, y esto nos compromete a todos en la búsqueda de la excelencia.

AUTORIDAD POSITIVA

Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Es necesario marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y mal. La tolerancia, es necesaria, pero también lo es la autoridad, de modo que debemos ir buscando el equilibrio entre ambas. Un equilibrio que variará en función de las características de nuestro hijo y de las nuestras propias, del ambiente que nos rodea y de la educación que hemos recibido. Educar es una tarea de todos los días, continua y a veces cansada, por lo que en ocasiones cometemos errores, los cuales no son significativos en la educación de nuestro hijo. Lo que determinará su forma de actuar será aquello que se hace de forma continua y siempre de la misma manera. Entre los errores que solemos cometer estarían:

PERMISIVIDAD: No podemos educar sin intervenir y somos los adultos los que debemos de guiar el comportamiento de nuestros hijos.

CEDER TRAS DECIR NO: Él no es innegociable, por ello debemos de pensarlo antes y no dar marcha atrás.

AUTORITARISMO: Busca la obediencia por la obediencia, y lo consigue, pero a cambio de anular la personalidad del niño, que carece de un mínimo margen de actuación.

FALTA DE COHERENCIA: Padre y madre han de consensuar los límites a marcar para evitar diferencias que pueden generar conflictos.

PERDER LOS ESTRIBOS: Supone un abuso de fuerza que puede deteriorar la autoestima de nuestro hijo. En situaciones tensas es mejor dar paso al otro miembro de la pareja, salir de la escena y relajarse.

CUMPLIR LAS PROMESAS Y LOS CASTIGOS: Por lo importante que son para el niño, cuando las formulemos debemos de pensar que han de ser cumplidas. Por tanto, serán realistas (el niño podrá estar un día sin tele, pero no un mes).

NO NEGOCIAR: Implica falta de flexibilidad y rigidez. A veces, nuestros hijos necesitan su espacio para proponer ideas y plantear alternativas viables.

NO ESCUCHAR

EXIGIR ÉXITOS INMEDIATOS: Nuestros hijos necesitan tiempo para aprender y para equivocarse. Tendremos que ser pacientes y no olvidar:

TENER UNOS OBJETIVOS CLARO: elaborados de forma conjunta por la pareja y revisados de vez en cuando si surgen necesidades nuevas o se olvidan.

ENSEÑAR A NUESTRO HIJO CON CLARIDAD: no usar instrucciones generales del tipo “pórtate bien”, sino pautas concretas como “no te subas en el sofá con los zapatos”.

VALORAR SIEMPRE SUS LOGROS

DAR EJEMPLO: El modelaje constituye una parte de la educación de nuestros hijos.

CONFIAR EN NUESTRO HIJO: Es fundamental para ayudarle a tener una buena autoestima y a desarrollar un buen nivel de tolerancia a la frustración

ACTUAR Y HUIR DE LOS DISCURSOS: No servirán de nada los sermones, pero sí cada vez que elogiemos el buen comportamiento de nuestro hijo.

RECONOCER LOS PROPIOS ERRORES: Equivocarse y pedir perdón a nuestro hijo le permitirá ser consciente de que es normal equivocarse y sabrá cómo comportarse cuando tenga que enfrentarse a una situación similar.

Otra jornada en la Universidad ESUN con padres que quieren orientar de acuerdo a lo que está pidiendo la época: construcción del proyecto ético a través de la dirección inteligente de la conducta (prudencia), que aspira a conquistar con el esfuerzo (fortaleza), el doble equilibrio humano: el personal (autodominio) y el social (justicia).

matosas@hotmail.com