Opinión

¿No fuimos nosotros?

Por Ramón de la Peña


Recibí un buen mensaje que compartí con mis ex alumnos y que hoy quisiera compartir con ustedes y también la respuesta de uno de mis ex alumnos

El mensaje se inicia diciéndonos: "Constantemente se critica a las personas más viejas por qué no se adaptan al mundo moderno". Pero su respuesta es contundente: "Sin duda, nosotros nos  responsabilizamos por todo lo que hicimos y no culpamos a nadie  por eso. No obstante, después de una serena meditación, me gustaría  señalar que, a pesar de habernos tomado  lo bueno del mundo,  de haber vivido una revolución sexual, de habernos rebelado contra ciertos valores tradicionales y de haber bailado con la música de los Beatles y  de los Rolling Stones, NO fuimos nosotros los que eliminamos la melodía de la música, el talento y la creatividad de las obras artísticas, la buena voz a la hora de cantar, el orgullo por nuestra apariencia exterior, la cortesía al  hablar, la responsabilidad de la paternidad, la unión de la familia, el aprendizaje y el  gusto por la cultura, el sentimiento de patriotismo. No fuimos nosotros los que abolimos La  urbanidad en las escuelas y ciudades, el buen comportamiento intelectual, el refinamiento del lenguaje, el gusto por la buena literatura, la prudencia a la hora de gastar, la ambición por querer ser alguien en la vida. No fue nuestra generación la que impuso la falta de  respeto por los compañeros, la vulgaridad y la grosería, la falta de solidaridad con la gente en la calle, en las  escuelas, en los hospitales;  el sentirse orgulloso de haber sacado a Dios de nuestras vidas. No acabamos con el respeto por los otros: especialmente por las mujeres y los ancianos."

Ante ese mensaje tan contundente les pregunte a mis ex alumnos: ¿Los cambios que no nos gustan puede que hayan sido creados por muchachos a quienes no supimos educar con los hábitos correctos?

Les comparto el mensaje de mi ex alumno en el que me comenta lo que sucedió en un entrenamiento de la selección de Basquetbol de la escuela de su pueblo, donde paso su niñez y juventud,  en la cual el entrenador era su Profesor de 6º Grado: "Un día en un entrenamiento el mejor jugador de nuestro equipo tiro a un compañero y al verlo en el suelo se burló de él. El Profesor lo expulsó del equipo por burlarse de su compañero. El sábado siguiente jugaríamos contra el mejor equipo del sur del estado de Chihuahua, y al ver la expulsión de nuestro mejor jugador sabíamos que no sería fácil, así que armados de valor fuimos a hablar con el Profesor: Por favor regrese a Manuel al equipo, porque sin él vamos a perder. El respondió: Estoy educando niños y jóvenes, no a Jugadores profesionales de Basquetbol que de eso viven. Un niño o joven  que no respeta a su compañero por mas bueno que sea tiene que aprender que en esta vida es más valiosa  una mano que levanta a un compañero, o una palabra que motiva,  y no un golpe que lastima o una sonrisa burlona que hiere, así que el tendrá que aprender, estoy educando personas”. Perdimos el juego del sábado,  y durante la semana en el entrenamiento nuevamente insistimos al Profesor que regresará a Manuel pero la respuesta era la misma. El Profesor dos semanas después  nos dijo: “traigan a Manuel vamos a hablar con él, y enfrente de todos le dio un discurso claro y contundente”. Manuel regreso al equipo y se convirtió en un líder que nos animaba, nos daba juego, cuando alguien caía era el primero en levantarlo sin importar que era del equipo rival.

Y termina mi ex alumno con la siguiente recomendación de José Joaquín Fernández de Lizardi, El Pensador Mexicano en su obra maestra el Periquillo Sarniento:

“Cuando tengáis hijos, cuidad no sólo de instruirlos con buenos consejos, sino de animarlos con buenos ejemplos.  Los niños son los changuitos de los viejos, pero unos changuitos muy vivos; cuanto ven hacer a sus mayores, lo imitan al momento, y por desgracia imitan mejor y más pronto lo malo que lo bueno.  Si el niño os ve rezar, él también rezará, pero las más veces con tedio y durmiéndose.  No así si os oye hablar palabras torpes o injuriosas; si os advierte iracundos, vengativos, lascivos, ebrios o jugadores; porque esto lo aprenderá vivamente, advertirá en ello cierta complacencia, y el deseo de satisfacer enteramente sus pasiones lo hará imitar con la mayor prolijidad vuestros desarreglos; y entonces vosotros no tenéis cara para reprenderlos; pues ellos os podrán decir: esto nos habéis enseñado, vosotros habéis sido nuestros maestros, y nada hacemos que no hayamos aprendido de vosotros mismos."

Como ven la cuestión más urgente es educar con el ejemplo.