Opinión

El respeto es esencial

Por Ramón de la Peña


Hace ya buen tiempo tuve una reunión con un grupo de mis ex alumnos, ingenieros químicos,  y de esa reunión escribí un mensaje que hoy de nuevo quiero compartir con ustedes pues al recordar y ver a muchos de mis alumnos  como hombres y mujeres de bien, vuelvo a ratificar que la educación es el gran factor de cambio positivo de las personas y que, por lo tanto, la misión que tenemos en nuestro sistema educativo es muy importante: Ofrecer una educación útil para la vida y el trabajo de nuestros estudiantes.

Recuerdo que en esa reunión platicamos de muchas cosas, pero dos temas me llamaron la atención que destaque en mi mensaje anterior: Los comentarios de la falta de respeto hacia la mujer y el estilo que siguió uno de ellos cuando fueron a pedir en matrimonio a una de sus hijas –sí, efectivamente eran ex alumnos ya con mucha experiencia acumulada.

El comentario de la falta de respeto hacia la mujer, surgió cuando empezamos a comentar sobre la diferencia entre la educación de los setentas y la de fines de los noventas. El comentario general fue que existían cosas que no habían cambiado y otras que habían cambiado mucho. Les comparto parte del mensaje que escribí hace tiempo:

Claro se dijeron muchas cosas positivas: Educación, trabajo, pero que una de las muchachas comentó: Lo que ha cambiado muy poco es la falta de respeto hacia la mujer. ¿Y en qué lo has notado?, se le preguntó. Mira, yo fui una de las pocas mujeres que en aquel tiempo estudiaba en la universidad y por lo mismo tenía que estar mucho tiempo fuera de casa y usaba los autobuses urbanos como mi medio de transporte. Les quiero decir, continuó, que los muchachos se sentían con la ¿autoridad? no sólo de chiflarnos y echarnos piropos –muchos de ellos de mal gusto - sino que también, si nos topábamos con un grupo de ellos, formaban una rueda con nosotros adentro para echarnos piropos, burlas y para tratar de tocarnos.

A mí me daba miedo, continuó otra muchacha, viajar en el autobús con mucha gente porque los hombres se arrimaban a ti tratando de tocarte –o al menos esa intención les veía y también me daba miedo viajar con muy poca gente, pues temía una agresión física mayor.

¿Y qué, esta actitud no ha cambiado hoy?, pregunté. Me temo que muy poco, dijeron las muchachas, claro que las mujeres se tienen que dar a respetar, pero también el hombre debe respetar y proteger a la mujer. ¿Cuándo has visto a un grupo de muchachas alrededor de un hombre tratando de tocarlo? Brincos dieran, respondieron casi al unísono las señoras.

De repente uno de mis ex alumnos dijo: Pues yo he querido, respetado y he hecho respetar mucho a mis hijas. Déjenme contarles lo que pasó cuando el novio de mi hija fue a decirme que quería casarse con ella. ¿Y por qué te quieres casar con ella?, le pregunté, porque la quiero mucho, me respondió. Ah, le dije, eso para mí no es suficiente. Quererla no basta, ella dije  es y ha sido mi responsabilidad, claro que la quiero mucho, pero eso para mí nunca fue suficiente. Cuando ella nació, yo sentía una gran responsabilidad de quererla, protegerla, educarla y hacer de ella una mujer de bien. Ella formó y forma una parte muy importante de mi razón de vivir. Como ves, le dije, no basta que la quieras mucho. Ella, ¿cómo forma parte de tu razón de vivir, de tu futuro, ella como embona en tu sueño futuro?

Al entregarte a mi hija, tú vas a ser ahora el responsable de quererla, protegerla y hacerla feliz. Finalmente, le dije - comentó mi ex alumno- si no tienes la respuesta ahorita, piénsala y después platicamos.

Pero platícales cuando los compadres vinieron a pedirnos a nuestra hija, –le dijo su esposa. Claro que sí, dijo mi ex alumno moviéndose un poco más hacia la orilla del sillón y con una cara en la que se veía que estaba recordando con mucho cariño y entusiasmo ese momento.

Hubieran ustedes visto la cara de mis compadres cuando les dije; para mí esto no es un pequeño protocolo que debemos cumplir, para mí es el momento más importante del matrimonio de mis hijos. Este es el momento en que nosotros le daremos a su hijo a nuestra hija con la encomienda de que la quiera, la proteja y para que crezcan juntos como personas y como pareja. Ese fue uno de los momentos más importantes de mi vida, concluyó mi ex alumno, me sentí, dijo, con una sensación de logro increíble.

¡Qué excelente descripción del cariño y respeto de un padre por su hija! Sin duda, eso le ha dado un gran sentido a su vida.