Opinión

Sobre verso breve y horizontes de líneas suspensivas

Por Ivonne Moreno


Referirnos a un poeta, en la propia palabra implica creación (poeyesis) y al entrar en contacto con centurias de trabajo lírico, de la misma manera a lo griego, hablaríamos del poeta como un demiurgo.

En el caso del trópico o donde empieza el Caribe o sea nosotros, el poeta es la pera del olmo, a guisa de adagio o de libro de Octavio Paz.

Los caminos para llegar a la poesía son diversos y en nuestra entidad: Ramón Rodríguez, Chico Hernández, Julio César Martínez, Silvia Tomasa Rivera, Juan Joaquín Pérez Tejada, Jesús Garrido, Marisol Robles, Mary Carmen Gerardo, Mariane Jalil, Glenda Castillo, Oralia Méndez, Paola Torroella, María Luz Olivares, Jorge Andrade, María Eugenia Fernández entre tantos saben de la ardua entrega y sinsabores de los embates líricos.

Pero hoy traeremos a la memoria, al poeta diligente, al caballero del haikú cuyos epítomes fueron el amor en varios de sus laberintos y el mar y su inmensidad.

Jorge Hernández Utrera se definía

No debemos llamarnos poetas

Hasta que nos llamen así…

En sus Líneas Suspensivas libro acompañado de dibujos de María Elena Lobeira… Jorge definía el tiempo:

Las horas sin ti son puntos suspensivos

Nunca sabremos como hubieran sido…

En el mismo poemario citó su amado mar….el mar de Veracruz…

En Mar de crucigramas sueño de caracol

Sigo tus pasos…

Y definió al amor, envuelto en sueño de noche…

Ayer no tuve tiempo de olvidarte

Hoy ya es demasiado tarde…

Líneas Suspensivas fue editado en el IVEC en 1995 y se valora como un conjunto de poemínimos suaves y dulces como el olor de gardenias tan gustadas por Jorge.

No obstante el plus de esta publicación lo tiene el exordio de Juan Vicente Melo:

Los cinco puntos suspensivos forman el nombre del poeta: Jorge Hernández Utrera, se llama él, te llamas tú… Me llamó yo…

Como un polizón de la palabra yo le agregaría estas entre nosotros Jorge en la línea suspensiva detrás de tus, nuestras, las nubes de Veracruz y de espuma…