Opinión

Machismo y cáncer de mama

Por Ricardo Homs


Hay enfermedades que se complican a partir de prejuicios y paradigmas relacionados con el “pudor”.

El anuncio televisivo que hace varios años publicitó una marca de pomada que controla las hemorroides y se refería al “primo de un amigo”, tuvo alto impacto por descubrir de modo jocoso el resquemor que generan enfermedades cuyo reconocimiento público atenta contra el pudor.

¿Cuántos casos de cáncer de mama, o del sistema reproductivo, no se diagnosticaron a tiempo por la oposición de quien es pareja sentimental de la paciente?.

El machismo prevaleciente en la sociedad mexicana aún ve con recelo y desconfianza las revisiones físicas y auscultaciones corporales que tienen que hacer los médicos a las mujeres.

Con toda seguridad en los segmentos socioculturales más tradicionales puede estar dándose el caso de prohibiciones tajantes para que las mujeres de la familia sean revisadas en su intimidad corporal por un médico.

En el ámbito masculino las revisiones también generan escozor, principalmente la de la próstata, que es un órgano susceptible de enfermar de cáncer. Muchos hombres no se atendieron y adquirieron cáncer por no aceptar pasar el trago amargo y penoso de la revisión rectal, que es el método tradicional.

Es cierto que hoy hay métodos sustentados en tecnología como el “ultrasonido”, que eliminan la revisión táctil en el caso de la próstata, por citar un ejemplo. Sin embargo, es caro e inaccesible para la capacidad económica de un gran segmento de población.

El punto central es la urgente necesidad de generar una cultura de la prevención en el ámbito salud y para ello es prioritario profesionalizar aún más las campañas de comunicación.

Debemos reconocer que la pura información no cambia actitudes. La visión tradicional de las campañas de gobierno tiende siempre a tratar de impactar con información aderezada con un toque de creatividad.

Sin embargo, la experiencia nos muestra que si no hay un enfoque persuasivo apoyado en técnicas de comunicación sustentadas en la psicología, no se logra concientizar a la gente y motivarla a hacer un esfuerzo para preservar la salud.

El caso más claro de la falta de impacto de los mensajes sustentados en información, nos lo dan las campañas para disminuir el consumo de cigarros.

Hoy se llega al extremo de poner en cada cajetilla una imagen de alto impacto emocional, que muestra de forma repugnante los estragos que hace el consumo de tabaco en las vías respiratorias y junto la leyenda que debiese combatir el tabaquismo. Sin embargo, el impacto entre los que ya son consumidores es nulo. Seguramente las compañías tabacaleras lo saben y por ello no se preocupan por exhibir esos mensajes y sus imágenes.

Está comprobado que los mensajes solo refuerzan las actitudes existentes, lo que quiere decir que los fumadores se verán estimulados a seguir consumiendo tabaco en la misma medida en que se les prohíba y a su vez, los no fumadores fortalecerán su aversión al tabaco.

El impacto real se logra sobre quienes aún no fuman pero están dudando hacerlo.

Definitivamente, para controlar o incluso erradicar el cáncer de mama, se requiere una estrategia muy puntual para convencer a los hombres de que deben confiar en los médicos y que la vida de sus mujeres es su responsabilidad.

Para lograr cambios importantes de conducta en relación con la salud, se requiere mucho más que mensajes creativos por televisión. Se necesita primeramente realizar estudios profundos con técnicas de la psicología para conocer motivaciones y prejuicios que obstaculizan la decisión de que las mujeres se atiendan de forma preventiva y después realizar estrategias contundentes, dirigidas a las mujeres y a sus parejas.