Opinión

¡Nuestra economía pinta como un auto!

Por Arancha Arbulu Unanue


 

La economía de un país se asemeja a un coche, cuyo conductor es el Poder Ejecutivo, su motor son las empresas existentes y sus tripulantes las familias y habitantes.

Cuando se va a emprender un viaje lo primero que se revisa es que el aceite, los frenos y las llantas estén en condiciones óptimas, que nos aseguren un traslado sin sorpresas y por supuesto la llegada a nuestro feliz destino.

Las llantas traseras representan la política fiscal cuya finalidad es impulsar la producción nacional, con un desarrollo pleno para los ciudadanos por medio de Impuestos y Deuda Pública que aliente la Inversión Pública y un Gasto de Gobierno eficiente.

Las llantas delanteras figuran la política monetaria a cargo del Banco de México, que incide en un nivel de inflación moderado, con un tipo de cambio estable y una tasa de interés suficiente para alentar a la Inversión Privada, al Consumo y al Ahorro.

El aceite simboliza al Poder Legislativo capaz de lubricar al motor de nuestro auto para que funcione óptimamente para alcanzar una gran velocidad.

Los frenos representan al Poder Judicial que garantiza la defensa de todos los tripulantes de este magnífico coche.

Por último la carretera en el que transitará nuestro vehículo encarna el Estado de Derecho existente en el País, entendiéndose esto como un lugar de Instituciones sólidas, Leyes claras, aplicación de las mismas en forma justa y equitativa, con tolerancia cero a la impunidad.

La Economía de un país es equilibrio que garantiza el incremento de su producción y alienta al desarrollo nacional. La Política fiscal y monetaria conjuntamente con un Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial sobre un Estado de Derecho son la combinación perfecta para asegurar una sociedad en armonía y pleno crecimiento.

Si a todo lo anterior le agregamos el mal tiempo que podríamos tener cuando emprendemos un viaje, en nuestro comparativo el caso de contracción económica mundial, el precio bajo del barril del petróleo, la reducción del comercio con nuestro principal socio comercial, etcétera nos lleva a anhelar un auto sólido y confiable capaz de enfrentar este temporal. Los niveles de aire, aceite y frenos pueden ser ajustados en todo momento, los instrumentos siempre serán perfectibles pero una carretera rota nos puede llevar más tiempo corregirla, labor necesaria, indispensable e insustituible para que nuestro encantador vehículo nos lleve a un buen destino.