Opinión

Qué diferencia

Por Ramón de la Peña


Estuvo circulando una noticia en Internet ya hace tiempo (En el 2011) y la cual fue publicada en algunos medios de comunicación, en ella se relata la ejecución de Luo Yaping, una funcionaria china responsable de la subdirección del buró de terrenos del distrito de Fushun, quien logró amasar una fortuna de cerca de 23 millones de dólares, dinero recibido por “favores indebidos” que realizó a favor de magnates de la industria de la construcción.

La señora fue capturada antes de que abandonara su país, quien antes de su captura ya había enviado a su hija al extranjero y había también solicitado un permiso para emigrar a Canadá. Hoy les comparto la reflexión que hice ya hace buen tiempo.

La pregunta que me hice después de leer la noticia fue, ¿A cuántos funcionarios públicos municipales, estatales y federales mexicanos, incluidos algunos de sus hermanos, papas e hijos, les hubiese pasado lo mismo si se aplicase el mismo sistema de justicia que se le aplico a Luo Yaping?, me temo que a muchos me comentó mi correctora de estilo cuando le platique esta noticia, y continuó diciéndome, en nuestro país impera una cultura de ilegalidad, impunidad y corrupción que se refleja en el no acatamiento a las normas y reglamentos, de hacer cosas indebidas para lograr lo que se quiere, todo lo que nos lleva a la ratificación del dicho popular: “El que no tranza no avanza” 

Efectivamente estimado lector se ha vuelto parte de nuestra cultura, lo que tan bien destacó en 1934 Enrique Santos Discepolo en su tango Cambalache al decirnos: “Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé… Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé... Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue… Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,

Ignorante, sábio o chorro, generoso o estafador... Qué falta de respeto, qué atropello a la razón, Cualquiera es un señor, Cualquiera es un ladrón”

Es innegable pues que no tenemos una cultura de la legalidad y sin ella no hay Estado de Derecho que perdure a largo plazo; En un ambiente así lo que crece es la impunidad, la corrupción y el crimen.

¿Pero entonces que tenemos que hacer para implantar la cultura del “Que tranza no avanza”? se preguntará usted, pues primero no olvidar la responsabilidad que tenemos los papas de crear esa cultura en nuestros hijos, siguiendo las recomendaciones que nos hace David A. Sousa en su libro, Cómo aprende el Cerebro, y lo hace, nos dice, a través de los umbrales de respuesta que tenemos cuando somos niños, y que son los periodos de tiempo esenciales en los que el cerebro responde rápidamente a ciertos estímulos para consolidar nuestras redes neuronales. Así por ejemplo, si nuestro hijo siempre obtiene lo que quiere mediante berrinches durante el tiempo que este umbral está abierto (de 2 a 34 meses) de seguro más adelante en su vida seguirá el mismo esquema ya como hábito de comportamiento.

Pero por otro lado, como comunidad, debemos de entender que una cultura del que tranza no avanza, implica ante todo el imperio de la legalidad, la obediencia de las normas; implica que las debemos de conocer, sin olvidar dos factores clave: La aceptación de respetar las normas comunitarias y tener un sistema de justicia que corrija y castigue a quien trate de seguir el camino de “Quien no tranza no avanza”

Esto implica estimado lector la necesidad de transformar nuestro sistema, de justicia, pues su actuar se ve lento; opaco; injusto y muchas veces inaccesible para los que menos tienen, saben o pueden.

Pero por otro lado debemos comprometernos a evitar la compra de productos pirata, a no dar “mordidas” para lograr lo que no está permitido, a respetar las señales de tránsito, a pagar los impuestos que nos toca pagar, a no tirar la basura en la calle, a no estacionarse en lugares prohibidos, evitar buscar no pagar el consumo de gas, agua y electricidad usando “diablitos” de todo tipo.

En fin evitar todo aquello que caracteriza a las comunidades “poco honestas y poco respetuosas de normas y reglamentos”, sin olvidar la recomendación de la poesía-canción: "Solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo sin haber hecho lo suficiente" no olvide que los que más sabemos, tenemos y podemos, tenemos la obligación ética y moral de actuar como líderes honestos, veraces, responsables y respetuosos de normas y reglamentos