Opinión

¿Qué necesitamos?

Por Roberto Matosas


¿Qué necesitamos las personas para sentirnos libres? ¿Qué necesita cada uno de nosotros?

Para quien está en prisión, la liberación es el momento más esperado. Luego del encierro, la libertad causa una inmensa satisfacción en una persona. Sin embargo, luego de dejar la cárcel, muchos son quienes no encuentran un proyecto que llevar adelante y no logran vivir una vida de personas "libres".

Comparemos este fenómeno con la historia de Viktor Frankl: un psiquiatra que vivió tres años preso en un campo de concentración nazi. A pesar de estar cautivo, verse obligado a realizar tareas inhumanas, ser víctima de las peores humillaciones y testigo del asesinato de sus seres queridos, Frankl afirmó haber encontrado un "espacio de libertad" durante aquellos años. Descubrió que, incluso en la mayor esclavitud, él podía conservar la libertad de decidir cómo sentirse y qué pensar.

Estos dos ejemplos tan opuestos tienen algo en común: aportan otra visión de la libertad... Comúnmente, pensamos que la libertad es una condición "externa" y que ser libre, es tener la posibilidad de vivir sin la opresión, sujeción, o dominación de otros. Por esto, cuando sentimos que nos falta libertad, la exigimos "hacia afuera" (exigimos más libertad política, económica, de expresión, etc).

Pero si realmente fuera así, si la libertad fuese sólo una condición externa, los liberados de prisión se sentirían personas libres y el esclavizado Frankl no.

La libertad no es sólo una condición externa, sino también un estado interno. Esta nueva forma de ver la libertad, tiene más que ver con una decisión, que con una situación. Ella nos ayuda a entender que la esclavitud, nace en muchas de las decisiones que tomamos, en los valores a partir de los cuales decidimos y en las prioridades que consideramos al momento de elegir. Partiendo de esta nueva forma de concebir la libertad, reflexionemos sobre algunas de las "prisiones" que nos esclavizan a diario...

El tiempo: cuando nos sentimos "prisioneros del tiempo", ¿no será que decidimos colocar las urgencias, por encima de las cosas que son importantes para nosotros?

La sociedad: cuando nos sentimos "prisioneros de la mayoría", ¿no estaremos poniendo la voz de la sociedad, por sobre nuestra propia voz?

Las relaciones: cuando nos sentimos "prisioneros de una relación", ¿no habremos decidido colocar las necesidades del otro, por sobre las nuestras?

La moda: cuando nos sentimos incómodos con nuestra imagen, ¿no ocurrirá que le damos más peso a las apariencias, que a nuestro bienestar interior?

El sistema: toda vez que nos creemos "prisioneros del sistema", ¿no estaremos anulando nuestra capacidad de cambiar las cosas?

La comodidad: cuando algo nos molesta y no hacemos nada, ¿no estaremos optando por la alternativa más cómoda?

Nuestras verdaderas "prisiones" no son ni el tiempo, ni las relaciones, ni el sistema... sino nuestros miedos, que se manifiestan en nuestros paradigmas y nuestros hábitos. En pocas palabras, aquello que nos impide sentirnos libres no son las restricciones externas, sino los obstáculos internos.

Por lo tanto, el límite a nuestra libertad, es un límite de crecimiento interno. Sólo cuando crecemos interiormente y vencemos las prisiones mentales y emocionales que construimos, podemos sentirnos libres... Sea cual fuere nuestra situación, cuando dejamos de aprender, de cambiar, de mejorar y de crear cosas nuevas, nos sentimos esclavos... incluso ante una gran libertad externa!

Si no crecemos interiormente, podemos ser "libres de" (es decir, tendremos libertad externa), pero nunca seremos "libres para" (no tendremos libertad interna para decir aquello que es mejor para nosotros). De hecho, hoy tenemos más libertad económica e intelectual que nuestros antepasados y -sin embargo- seguimos sin sentirnos "totalmente plenos". Gozamos de una mayor libertad de expresión que décadas atrás, pero seguimos teniendo enormes problemas de comunicación. Somos dueños de nuestro tiempo, pero siempre sentimos que nos hace falta "más"...

Estas brechas nos demuestran que, para ser totalmente libres (externa e internamente), necesitamos cultivar y valorar el crecimiento personal. Para vivir una libertad plena, es preciso superar todas las formas de esclavitud propias, que nos impiden cambiar y mejorar.

Albert Camus decía que "la libertad es nada más que la oportunidad de ser mejor". Sólo cuando aprovechemos esta oportunidad, nos sentiremos verdaderamente libres.

Matosas Coaching: Ayudar a las personas a crecer cuando se sienten perdidas, a soñar cuando olvidan su magia.