Opinión

Consulta popular… ¿Para qué?

Por Ricardo Homs


La propuesta de Cuauhtémoc Cárdenas de supeditar aspectos de la reforma energética a una consulta popular, -lo cual hoy forma parte de los paradigmas democráticos de un importante segmento de nuestros políticos-, muestra el rumbo que lleva la reforma energética.
Anteponer cuestiones ideológicas, ocurrencias y cuando mucho el sentido común de los ciudadanos, sería una irresponsabilidad que lamentarán las próximas generaciones.
Si las propuestas que el Congreso de la Unión está validando son viables o no, rebasa los conocimientos que en este tema pueda tener la casi totalidad de los mexicanos. Por ello debiésemos guiarnos por un análisis técnico y de viabilidad profundo.
¿Qué clase de información nos daría la consulta pública ciudadana?
Primeramente, -ante la falta de información técnica confiable-, sería una recopilación de las campañas de sensibilización que están haciendo tanto el gobierno, como los partidos políticos. Campañas superficiales y sin contenido de valor.
Tendríamos también un alto grado de incidencia de respuestas derivadas de las posturas que frente a este tema han manifestado los más importantes líderes sociales y políticos del país y que se han quedado como una referencia en el inconsciente colectivo.
También habrá respuestas sin sustento y sin conciencia sobre el tema, así como cuando alguien nos manda a un rumbo desconocido cuando estamos perdidos en búsqueda de una calle y preguntamos al primero que pasa frente a nosotros. Mucha gente responde simplemente por responder.
Cualquier persona con alguna experiencia en estudios de opinión pública sabe que en una encuesta se pueden inducir las respuestas hacia lo que queremos obtener, simplemente con el uso de palabras de alta significación en la redacción del cuestionario y el concepto “framing” es utilizado para describir cómo se pueden manipular las respuestas a partir de la construcción de éste.
Dependiendo de los intereses del grupo encargado de hacer la consulta ciudadana, será la orientación de los resultados, ya sean en contra o a favor, lo cual lisa y llanamente se llama manipulación.
Sería una gran pérdida para el país que un tema tan relevante y de tan alto impacto sea resuelto con base en subjetividades, ocurrencias, caprichos y posturas ideológicas, cuando el sentido común nos alerta que se requiere información profunda y la participación de expertos en temas energéticos y de hidrocarburos específicamente.
Preferiría ver a las universidades poniendo a trabajar a los profesores investigadores en la búsqueda de información respecto a los mercados de petróleo, comparar casos de éxito y experiencias de fracaso de otros países, presentar opciones de modelos de operación y sobre todo, tener las opiniones de los funcionarios gubernamentales de los demás países que son responsables de las políticas sobre hidrocarburos y sobre esa información, los legisladores debatan para darnos la mejor de todas las reformas.
El peor enemigo de esta reforma es la improvisación y a eso es hacia donde apuntan las propuestas como la consulta ciudadana.
Del mismo modo que cuando nos sentimos enfermos buscamos un médico y no experimentamos con las opiniones de quienes nos rodean para decidir qué medicina tomar.
Una reforma de esta magnitud es un asunto técnico que exige conocimientos y experiencia para tomar decisiones.
COMENTARIO AL MARGEN
Definitivamente los delincuentes que hicieron destrozos en la Cámara de Diputados, han cerrado arterias importantes para la Ciudad de México sin importarles la afectación y perjuicio para los ciudadanos y han amenazado con tomar la ciudad, no tienen la calidad moral para ser los tutores de las nuevas generaciones de mexicanos.