Opinión

Saludos navideños

Por Ramón de la Peña


 

Antes que todo una Feliz Navidad y lo mejor para el próximo Año 2017, espero que lo pasen rodeado de las personas que más quieren y aprecian: Las personas más importantes para usted.

Comparto con ustedes varios mensajes para su reflexión personal, para su planeación estratégica personal.  El primer mensaje tomado del Talmud: "En el mundo que vendrá, cada uno de nosotros tendrá que responder por las cosas buenas que Dios puso sobre la tierra y que nos negamos a disfrutar".  De este mensaje del Talmud les propongo comprometerse a disfrutar de las cosas buenas que Dios puso sobre la tierra para ustedes –me temo que a los ermitaños Dios les ha de reclamar mucho– así que dense tiempo para todo aquello que sea importante y placentero para ustedes. Le vuelvo a ratificar que nadie en su lecho de muerte ha dicho, caray si hubiese pasado más tiempo en la oficina, todos han dicho, si hubiese pasado más tiempo con las personas realmente importantes para mí: Mi familia y mis amigos cercanos. 

El segundo Mensaje tomado de la biblia es algo que complementa adecuadamente el mensaje del Talmud: “Vete pues y come tu pan con regocijo, y bebe tu vino con alegre corazón, puesto que ya hace mucho tiempo que Dios se complace de tus obras… Goza la vida con tu mujer, a quien amas, todos los días de vanidad que Dios te ha dado debajo del sol”, pero sin olvidar hacer cosas importantes para dejar una huella significativa en nuestra comunidad: “todo lo que hallare hacer tu mano, hazlo con todas tus fuerzas, porque no hay obra ni empresa ni ciencia ni sabiduría en el sepulcro a dónde vas”. Efectivamente nuestra vida es finita, así que más vale que usemos nuestros años de vida sabiamente. Sin olvidar parte de un mensaje que escuche en una graduación: "Nadie será recordado por sus pensamientos secretos, ni por lo que quiso decir y hacer, sin haberlo dicho y sin haberlo hecho. El hombre y la mujer valen por su acción, valen por la causa que sirven y valen por la huella que dejan en su tiempo", de aquí salta una pregunta esencial: ¿Que huella queremos dejan en nuestra familia, en nuestra comunidad y en nuestro mundo?

Estimado lector, continúe pues con ahínco su camino hacia su fortalecimiento interior, hacia tratar bien, respetar y ayudar a los que lo rodean; si no lo hace, le puede pasar lo que a Gumaro, un hombre flojo, mujeriego, borracho, cantador- como ve, todo un dechado de virtudes negativas, ¿Usted conoce a alguien así?-. Pero algo le pasó a los 28 años y se empezó a portar bien, tan bien que convenció a Soledad, a que se casara con él, pero el mal pudo más que Soledad y Gumaro siguió con su vida inútil y vana, hasta que en uno de sus excesos perdió la vida.

Esa noche, durante el velorio, estaban acompañando al difunto Gumaro, su esposa, su hija y sus tres amigos de francachelas. En eso, Ramiro, uno de sus amigos, con voz emocionada, un poco por el alcohol y un mucho por haber perdido a su amigo de parrandas, dice: Hoy estamos despidiendo a un amigo que en su corta vida fue una persona responsable, muy querida por todos, trabajador, cariñoso con su familia, en fin, un hombre de bien, un ejemplo para nuestra comunidad. Soledad, quien había estado escuchando con atención a Ramiro y sin salir de su asombro al escuchar los adjetivos positivos vertidos por Ramiro, se voltea a su hija y le dice: Vámonos, mi hija, se me hace que nos equivocamos de muertito, éste no puede ser mi Gumaro.

¿Qué podemos hacer para no ser como Gumaro? Yo le recomendaría seguir el camino planteado en la parábola del hijo pródigo.  Sin duda, esta parábola nos muestra que el camino del perdón y la generosidad es el camino para que el “ser un auténtico padre” crezca en nuestro interior, es el camino para estar en casa para que así nuestros hijos sientan que pueden volver en cualquier tiempo y ser recibidos con alegría y amor. Claro, tiene usted razón, le tuve que decir a Katchumo, mi asesor de Santa Catrina, con quien estuve comentando este mensaje, esto no ocurre solo ni es fácil identificarse con un padre, o una migo que perdona a alguien que lo ha ofendido, como el padre del hijo pródigo. Pero vuelvo a insistir en que los buenos papás se conocen cuando los hijos están en problemas y los perdonan y apoyan. Estimado lector, cuando se le presente la oportunidad de actuar como el padre del hijo pródigo, hágalo; su hijo se lo agradecerá y usted le dará una lección que jamás olvidará.

Que pasen una Feliz Navidad y lo mejor para el próximo año y los que siguen también. .