Opinión

Las relaciones codependientes: ¿Amamos o Dependemos?

Por Alejandra Meza


Las relaciones codependientes (apego afectivo) son relaciones adictivas que se alejan mucho del amor. La persona dependiente se diluye en la otra perdiendo de vista sus ideas, valores, proyectos, y, en definitiva, su individualidad. ALEIX MERCADÉ

LO IMPORTANTE ES EL AMOR

No debemos confundir el amor con la dependencia afectiva. Es esto precisamente lo que ocurre en muchas relaciones de pareja, amistad, etc.  El miedo a la pérdida, al abandono y a muchos otros aspectos hacen nacer relaciones amorosas adictivas e, incluso me atrevería a decir, enfermizas.

LO IMPORTANTE EN ESTA VIDA ES EL AMOR, amor a nosotros mismos, amor a la familia, a las personas que queremos es fácil amar pero cuando este amor sobrepasa a ser posesivo es cuando es algo enfermizo, cuando no podemos vivir sin esta personas y sentimos que el mundo se acaba es cuando tenemos ya un CO DEPENDENCIA y debemos pedir ayuda con un especialista porque si te dan ataques de ansiedad y pánico cuando no vez a la persona NECESITAS AYUDA porque serás una persona con CO DEPENDENCIA.

En principio no hay nada de malo en amar a una persona hasta el punto de que se haría cualquier cosa por ella mientras que ese “hacer cualquier cosa por ella” no afecte de ninguna manera ni a la identidad de cada uno, ni a los principios, ni a las metas ni a lo que es cada uno esencialmente.

El apego, a diferencia del amor, se define como la inclinación, dependencia, afición o adicción hacia algo o alguien. Por ello, el apego (que forma relaciones codependientes) es una causa de sufrimiento porque esclaviza a las personas impidiéndoles ver la realidad; desde ese punto de vista, no hay apegos grandes o pequeños ya que todos son igualmente negativos. El apego es un sentimiento de pertenencia, posesividad, miedo e interés. Es el amor enfermo hacia la otra persona la que provoca la pérdida del norte de la propia vida a causa de estar pendiente del otro. Cuando sentimos apego respiramos el mismo aire de esa persona, queremos controlar lo que hace, dice y piensa, casi quisiéramos meternos en su propia piel para entender todo sobre la otra persona. Así, nos convertimos en un apéndice de la otra persona, perdiendo nuestra propia valía e independencia personal.

Como lo menciona la autora Chiquinquirá Blandón en su libro Manual para Desenamorarse, “en las relaciones de codependencia la persona da más de sí mismo al otro, dedicando todo su tiempo y energía para mantener los estados de exaltación en su relación, trata cada día de consumir más dosis para ser feliz, entrando en el círculo vicioso del adicto, con sentimientos de exaltación cuando se está bajo los efectos del embriagante y bajos cuando el embriagante se retira”.

Los codependientes son “adictos afectivos, los cuales dependen de otros para vivir, buscan gratificación en los otros como los adictos a la droga”. Son individuos que sienten un gran temor al abandono, necesitan aferrarse a otros incluso cuando la compañía les cause dolor. Por otro lado, el compañero del codependiente, estimula y propicia las conductas adictivas porque las necesita para afirmarse a él mismo. Este tipo de conductas las ejecutan las personas incluso sin darse cuenta, pues han sido conductas adquiridas a lo largo de su vida. Pero llega el momento en que uno de los dos empieza a romper este patrón, inicia el alejamiento y produce la crisis, lo que los lleva a cuestionarse, buscar ayuda y descubrir los patrones adictivos.

Como seres humanos que somos, es importante entender que las relaciones sanas son relaciones en las que la persona asume la responsabilidad de su propia vida y de sus acciones y acepta que en la relación se van a experimentar momentos felices pero a la vez sufrimiento, y que la felicidad no está en el otro, sino que depende de cada uno de nosotros, en definitiva, son relaciones en las cuales no hay temor sino libertad e independencia.

El hecho de que desees mucho a tu pareja y que sientas cosquillas en la barriga cada vez que la ves, no significa que sufras de apego. El placer de amar y ser amado es para disfrutarlo, sentirlo y saborearlo. Pero si sientes un vacío incontrolable cada vez que te despides de tu pareja, si el bienestar recibido de tu ser amado se vuelve indispensable para seguir viviendo o la urgencia por verle no te deja en paz y tu mente se desgasta pensando en él, posiblemente puedas considerarte “dependiente del amor”.

El amor es energía, es sentimiento. El dinero no puede comprarlo. El contacto sexual no lo garantiza. No tiene absolutamente nada que ver con el mundo físico pero, a pesar de ello, puede expresarse. El amor es la demostración de cariño, afecto, pasión y admiración por el ser amado pero debe concebirse de una manera controlada, con sentido de lo propio y lo ajeno, con una distancia afectiva entre lo que es la propia persona y la pareja. Esta concepción nos armoniza al estar juntos y nos permite ser independientes y mantener el control de nuestra vida personal, ideas y proyectos.