Opinión

Obesidad espiritual

Por Ramón de la Peña


La homilía del domingo pasado nos recuerda la gran dificultad para poder ingresar al Cielo. Se nos habla en el Evangelio de la “puerta estrecha” que lleva al Cielo, y claro también de los que no podrán entrar y quedarán fuera del cielo.

Nos cuenta la historia bíblica que el comentario de Jesús se da a raíz de una pregunta que alguien le hizo durante una de sus interacciones con la comunidad, esto mientras iba en camino hacia Jerusalén.

La pregunta fue: “Señor: ¿es verdad que son pocos los que se salvan?” Y Jesús siguiendo su estilo que usaba en las respuestas no responde directamente sobre los pocos o muchos que serán salvados. Pero claro que con su respuesta nos da a entender varios conceptos importantes.

Primero nos dice que no será sencillo: “Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta”. Después resalta lo que impedirá a los malos su entrada al cielo, al decirnos que la puerta del Cielo es “angosta”, y resalta que “muchos tratarán de entrar y no podrán”, por lo estrecho de la puerta

Esta homilía trajo a mi mente un par de artículos que escribí hace tiempo: La obesidad mental y la dieta mental, en esos artículos resaltaba que hace tiempo fui invitado a una reunión organizada por el capítulo Nuevo León de la Asociación “A Favor de lo Mejor”, cuya misión es lograr que los medios de comunicación, en su propósito de entretener e informar al público, contribuyan también a su educación, cultura y desarrollo humano. Quieren lograr que los medios promuevan lo constructivo, lo digno, lo mejor del ser humano.

En esa reunión platicó sobre el tema el Embajador César Mauricio Velásquez Ossa, experto en comunicación y en relaciones internacionales y fue el secretario de prensa de la presidencia durante el mandato de Álvaro Uribe.

Varios conceptos me llamaron la atención de su plática: El mejor programa para tener un estado fallido, es promover una cultura de impunidad y corrupción, la cual conduce a situaciones extremas como el clima de inseguridad que estamos padeciendo, pero sobre todo nos dijo que debemos de evitar ser impactados por los morbo dramas que cotidianamente usan los medios de comunicación.

Estos comentarios me recordaron un mensaje que recibí vía Internet basado en el libro de Andrew Oitke, “Mental obesity”, y cuyo autor plantea el concepto de la obesidad mental como un importante problema de la sociedad actual.  

El mensaje destaca como punto de partida que apenas ahora, estamos tomando conciencia del problema de obesidad física, como un problema de salud importante entre nuestros ciudadanos, originada por una alimentación sin reglas ni moderación, impulsada por la llamada comida rápida.
 
Pero nos advierte que debemos de concientizarnos que los abusos en el campo de la información, a través de llenarnos de una pésima comida rápida mental, están creando problemas tanto o más importantes que los de la obesidad física.

El autor se pregunta, y ¿quiénes son los cocineros de esta comida rápida mental?, él nos responde, son los periodistas y comentaristas, los editores de la información en los diferentes medios de comunicación y los argumentistas y realizadores de cine, radio y televisión. Y los autores de tantos mensajes y comentarios que pululan por Internet y sus esquemas de efecto multiplicador, añadiría yo.

Concluye con dos aspectos importantes: “Con una alimentación intelectual tan cargada de cadáveres de reputaciones, de adrenalina, romances ardientes, violencia y emociones encontradas, es normal que nuestros jóvenes difícilmente consigan una vida saludable y equilibrada; y el problema central está en la familia y en la escuela”; y en los medios que promueven ese tipo de comida rápida intelectual y en los empresarios que apoyan con su patrocinio esos programas, añadiría yo.

Cualquier padre responsable, destaca el mensaje, sabe que sus hijos se enfermarían si sólo comieran dulces y chocolates, no se entiende entonces, y en esto debemos de reflexionar todos los papás, los educadores, los comunicadores, los medios de comunicación y los empresarios y funcionarios públicos, como es que tantos aceptemos que la dieta mental de nuestros jóvenes esté alimentada por esa comida rápida intelectual. Como ve estimado lector, necesitamos promover una buena dieta mental para nuestros jóvenes.

Pero las reflexiones anteriores me llevaron a pensar que también existe en este mundo la obesidad espiritual, ¿Y que genera la obesidad espiritual? se preguntaría usted, pues todos los pecados, malos comportamientos, todo lo que va en contra de lo que destacan los diez mandamientos, y los varios mensajes alusivos que aparecen en la biblia, por ejemplo en (Mt. 7, 13-14) se nos dice: “Entren por la puerta angosta, porque la puerta ancha y el camino amplio conducen a la perdición, y muchos entran por ahí. Angosta es la puerta y estrecho el camino que conducen a la salvación, y pocos son los que dan con él”

¿Y quienes entran por la puerta ancha? los obesos espirituales diría yo, y por ,lo tanto, así como en la obesidad física y mental se recomienda una dieta de alimentos sanos y una dieta de información "sana", también es necesario tener una buena dieta espiritual.
Yo le recomiendo leer el libro de Marianne Williamson, La Dieta del Alma, en la que nos comparte 21 lecciones espirituales que pondrán fin a nuestros programas de "Obesidad espiritual", este libro está en Internet, en la siguiente dirección:

Link

Comparto con usted una oración que aparece en la página 223 del libro de Marianne:
Dios querido:
Estoy preparada para sanar.
Estoy lista para partir.
Te ruego que tomes mi voluntad,
por débil que sea,
y la utilices para transformar mi vida.
Penetra en mí, en cada célula de mi ser.
líbrame de cualquier disfunción y enfermedad.
Llévate mi compulsión
e ilumina mi corazón.
Te entrego mis tinieblas
y te suplico que me llenes con tu luz.
Retira todo aquello que me perjudica
y deja sólo lo que me beneficia.
Para que pueda saber al fin
quién soy en realidad.
Amén.