Opinión

Crisis inducida

Por Ramón de la Peña


Hace poco recibí un mensaje de un colega ingeniero químico relacionado con el tema de la crisis económica y de como nosotros mismos podemos hacer que esta crisis se acelere al tomar “medidas anticrisis” enfocadas a disminuir “gastos innecesarios” en vez de una estrategia agresiva para aumentar las ventas de mis productos o servicios.

El mensaje se sitúa en una pequeña comunidad al lado de una carretera muy transitada., y nos dice: “Había una vez una persona que vivía al lado de una carretera donde vendía unas ricas albóndigas con pan. El estaba muy ocupado y por lo tanto no oía radio, no leía los periódicos, ni veía la televisión. Alquiló un terreno, colocó una gran valla, una gran manta y anunció su mercancía gritando a todo pulmón: Compren deliciosas albóndigas calientes.”

Y claro, como preparaba excelentes albóndigas la gente se las compraba. Al paso del tiempo aumentaron claramente sus ventas, el aumentó la adquisición de pan y carne, compró un terreno más grande para poder ampliar su negocio, y trabajó tanto que dispuso que su hijo dejara la Universidad donde estudiaba Ciencias Comerciales a fin de que le ayudara.

Sin embargo, su hijo que si oía radio, leía los periódicos y la televisión, al llegar le dijo: Oye papá,  ¿Qué tú no escuchas la radio, ni lees los periódicos?, estamos sufriendo una grave crisis, la peor desde la gran crisis del siglo pasado, la situación es realmente mala; peor no podría estar.

El padre pensó: “Mi hijo estudia en la Universidad, lee los diarios, ve televisión y escucha la radio, sin duda debe saber mejor que yo lo que está pasando, algo debo de hacer para proteger mi empresa, mi negocio de esta crisis que esta en ciernes” Y empezó a disminuir sus gastos, eliminó todos sus viajes, disminuyo la promoción, empezó a desocupar algunos empleados, empezó a vender menos, compro entonces menos pan y menos carne. Se desmotivo, desmotivo a los empleados y también a sus clientes y, claro, las ventas fueron disminuyendo cada día más, hasta que la empresa finalmente quebró.

Su último comentario antes de cerrar por ultima vez el portón de su negocio fue: “Cuanta razón tenía mi hijo, Verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis”

Existe, le comente a mi colega, una gran interrelación entre muchas empresas, las llamadas cadenas productivas, en las cuales al tomar una de ellas la decisión de eliminar o disminuir drásticamente los viajes, las contrataciones, la asistencia a congresos, seminarios, eventos y programas de educación continua, o la realización de fiestas de navidad, compra de regalos, sin duda afecta a sus proveedores de productos y servicios. ¿Qué van a pensar las organizaciones que ofrecen esos servicios que una empresa no esta contratando?, “Verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis” y ¿Qué cree usted que van a hacer? Usted ya lo pensó: A comprar menos, a despedir a algunos empleados y si son eventuales, mejor diría el dueño de la empresa. Este esquema de “Ahorro” puede causar un efecto en cadena increíble. 

En esencia me dice mi colega, la crisis es inducida por la ignorancia, pues la fuerza impulsora que la ha hecho crecer en demasía, ha sido la combinación del desconocimiento de los ciudadanos y la gran cantidad de información presentada a través de los medios de comunicación, mucha de ella no totalmente verídica ni entendida por el comunicador.

Todos los supuestos conocedores, políticos, comunicadores de radio, televisión y prensa nos han bombardeado con la palabra “Crisis” y con argumentos que muchas personas no llegan a entender pero si les ha infundido miedo y han respondido de tal manera que han agravado la crisis inicial. Los expertos nos dicen que es natural tener tiempos de vacas flacas y vacas gordas.

Mi colega termina con una recomendación: “No sigamos hablando de crisis.

Hablemos de hacer buenos negocios, buenos trabajos y buenas tareas. Si nos programamos para fracasar, fracasaremos. Si nos mentalizamos para ganar, ganaremos. Es una simple elección personal, organizacional, empresarial y comunitaria.”

Sin olvidar estimado lector que las fuerzas impulsoras que nos ayudaran a ganar son las que he mencionado muchas veces: Responsabilidad (La habilidad de responder, de cumplir); Tener la autoridad, que va unida a la responsabilidad; Tener los recursos humanos y económicos necesarios para lograr el cambio; Tener el poder de la intención, de efectivamente hacer lo que se tiene que hacer; Y hacerlo con entusiasmo, sin quitar el dedo del reglón hasta que se tengan los resultados esperados.