Opinión

La crisis de Maduro

Por Ricardo Homs


 

El poder sí se puede heredar, pero el liderazgo no. El liderazgo público lo debe construir cada quien en lo personal.

Eso es lo que ha sucedido con Nicolás Maduro. Heredó el poder, endosado por su mentor Hugo Chávez, pero eso no significó recibir también el liderazgo carismático que aquel poseía.

Sin duda Hugo Chávez también fue un dictador, pero no podemos negar su gran carisma, que dio vida al populismo que caracterizó su gestión. A final de cuentas, los sectores populares de su país se sentían identificados con él.

En contraste, la ausencia de liderazgo que manifiesta Nicolás Maduro le ha impedido gobernar generando consensos. Él tan está consciente de ello, que ha cometido graves errores que rayan en lo rídículo, como aquella vez que intentó hacer creer a los venezolanos que el espíritu de Hugo Chávez en forma de “pajarito” le guiaba en las decisiones políticas.

El liderazgo hoy es lo que legitima el uso del poder y la autoridad.

Antiguamente, o por lo menos antes de este fenómeno de la globalización y del nacimiento de las redes sociales, la opacidad misma del poder político generaba una distancia significativa entre el gobernante y su pueblo, lo cual le permitía  que a partir del manejo de las percepciones colectivas, el ejercicio del poder viniese arropado por un liderazgo virtual que generaba autoridad moral.

Sin embargo, hoy las redes sociales han desmitificado a los gobernantes y los han puesto bajo supervisión continua, la cual muchas veces invade la vida privada de ellos. Esto permite que el ciudadano se entere a través de los medios de comunicación tradicionales como la TV, la radio y la prensa escrita y  viralice por redes sociales el lado oscuro del poder, lo cual ha desgastado la capacidad de liderazgo. Por ello vemos hoy que las encuestas revelan un índice muy bajo de aprobación ciudadana para nuestros políticos.

Es un hecho que hoy el liderazgo público es lo que legitima el uso del poder y de la autoridad y esto sucede cuando la ciudadanía de modo consensuado y por deseo propio, pone en manos del gobernante su voluntad y un voto de confianza.

Por ello hoy que presenciamos a través de los noticieros las movilizaciones ciudadanas en las calles de Caracas,  se pone en evidencia que Nicolás Maduro no representa las expectativas del ciudadano venezolano de hoy y por tanto carece de legitimidad para gobernar.

Esto es toda una lección de lo que debe ser y lo que representa el liderazgo público.

¿Usted cómo lo ve?