Opinión

El poder de la pluma

Por Ramón de la Peña


Platicando con un colega Rector, a quien aprecio por su compromiso con la educación en nuestro estado, me comentó el gran poder que tiene la pluma a través de lo que se comparte en los medios de comunicación, en las libras, las revistas y en el medio más importante de nuestro tiempo: El Internet en sus diferentes formas de comunicación.

En eso recordé un libro que leí hace ya buen tiempo: Empresas que perduran, de Porras y Collins, en el cual se destaca lo que se tiene que hacer para que la empresa, sobre todo la empresa familiar, perdure en el tiempo, fortaleciendo los elementos claves: Innovación; Actualización de productos y servicios; Seriedad en el trato con los empleados, los proveedores y los clientes; El compromiso del recurso humano; Y finalmente ofrecer un servicio de calidad para tener clientes satisfechos.

Pero después me hice la siguiente pregunta: ¿Que tenemos que hacer nosotros para perdurar?, pues finalmente las personas valen por su acción, valen por la cusa que sirven y valen por la huella que dejan en su tiempo. En ese momento vino a mi mente la Gran Plaza en Monterrey obra del Gobernador Martinez Domínguez; el segundo piso del periférico en la ciudad de México, obra de Lopez Obrador; El tratado de libre comercio, obra de Carlos Salinas de Gortari. Pero también vinieron a mi mente Shakespeare y Cervantes, quienes perduraron a través de lo que escribieron.

Debo de comentarle que esta reflexión me llevo a mandar mis mensajes para que se publicaran primero en el periódico El Norte, después en XEU Veracruz, y actualmente en El Horizonte, y también a mandar mensajes a mis colegas y amigos a través del Internet. Hacerlo es un buen camino para dejar una huella positiva en nuestra comunidad, en nuestra familia y con nuestros amigos.

Pero también decidí escribir cartas para mis nietos y las mandé publicar en un pequeño libro. Mi correctora de estilo me cuestionó lo que estaba haciendo argumentando que nuestros nietos estaban muy chicos para que disfrutaran de mis cartas. Yo le dije, las estoy escribiendo para cuando ellos estén grandes y yo ya no esté en este mundo.

En la primera de las 36 cartas que les escribí, les dije: Quiero iniciar este proceso de comunicación con ustedes diciendo que ha sido un gran placer para mi, el haber podido interactuar con ustedes desde su nacimiento hasta hoy. Desde luego esta interacción se ha facilitado porque todos ustedes han vivido en Monterrey y cerca de nuestra casa.

Ante todo les quiero decir varias cosas, la primera es que los quiero mucho a todas y a todos ustedes. Les quiero decir que me encanta que vengan mucho y muy seguido a "La Casa" de sus abuelos. La casa de sus abuelos, queremos que sea y que ustedes la vean, como su casa. Desde luego, les debo de decir, que desde que escuchamos su estilo de tocar el timbre de la casa sabemos quiénes son.

Les quiero pedir, y esto se los repetiré muchas veces, que se quieran y se apoyen mucho entre ustedes. Me encantaría que siempre estén cerca uno del otro, si no físicamente, si al menos a través del teléfono y del correo electrónico. Pero les quiero decir que este cariño se consolida si entre ustedes existe respeto a sus ideas, a sus creencias, a su privacidad y a sus cosas.

Para mí los factores claves para que ustedes se quieran y respeten son los siguientes: Primero que nada querer hacerlo, es decir se debe devolver un hábito en ustedes el respetarse, darse su lugar, se deben de frecuentar y visitar, recuerden que primo no conocido es primo no querido; Pero sobre todo ayuda mucho el apoyarse cuando se tienen problemas serios de salud, emocionales, económicos, educativos.

Yo me comprometo con ustedes a quererlos y a apoyarlos siempre. Me encantaría que me vieran como una persona a quien le pueden pedir apoyo y consejo, una persona a quien le pueden comentar sus problemas. Yo me comprometo a escucharlos y apoyarlos, pero sobre todo a quererlos mucho.