Opinión

La paradoja de Abilene

Por Marisol López García


El texto conocido como “La paradoja de Abilene” fue publicado por el sociólogo Jerry B. Harvey y muy posiblemente puedas identificarlo con algún momento de tu vida, relata así:

“En una calurosa tarde, una familia se encuentra jugando cartas en su terraza. El jefe de familia de repente dice, creo que deberíamos salir a pasear a Abilene y comer allá -no porque él quiera, sino porque cree que a los demás les gustaría así que propone un viaje a Abilene, un poblado ubicado a casi dos horas de camino-.

La esposa, de inmediato, responde diciendo que es una buena idea, -solo por no querer contradecir a su esposo-. El suegro, a pesar de que sabe que el camino es largo, piensa que mostrar desacuerdo iría contra la tendencia del grupo y acepta ir al viaje. La suegra, -que tampoco quiere ir pero dadas las circunstancias-, responde de inmediato: "Por supuesto, no he ido a Abilene en mucho tiempo".

Y claro, el viaje es largo y caluroso, y cuando llegan a Abilene, la comida es malísima. Cuando regresan a casa todos cansados, el esposo dice, de manera mentirosa: "Fue un buen viaje, ¿no?", y la suegra responde que en realidad no quería ir, pero que aceptó porque el resto del grupo estaba emocionado. Pronto, descubren que los cuatro habían aceptado hacer el viaje por la misma razón y, en realidad, todos fueron a un viaje al que ninguno quería ir.”

Este texto intenta ejemplificar el por qué en ocasiones los grupos de personas tomamos decisiones terribles cuando en realidad, ninguno de los miembros individuales está de acuerdo.

En la convivencia social, estamos predispuestos a seguir las ideas y corrientes predominantes en el resto del grupo, la mercadotecnia lo sabe, e incluso aunque en realidad no estemos de acuerdo con ellas, es así como a veces vestimos cierta ropa solo porque está de moda, compramos algo que no necesitábamos, o terminamos haciendo, apoyando o pensando algo en lo que realmente no estamos del todo convencidos o  no es de nuestro agrado pero todos lo hacen, o todos lo dicen, o todos lo usan y nos gana el miedo a nadar contra la corriente o ser señalados como retrógradas.

Hay investigaciones que comprueban cómo el cerebro humano está habilitado para cambiar su punto de vista si este no concuerda con la norma. Es decir si todos piensan o hacen algo en lo que yo no coincido en automático detecto que debiera adaptarme a los demás. Pero esto no quiere decir que debamos hacerlo, y eso lo dictará el nivel de las convicciones personales.

La paradoja de Abilene es un ejemplo fascinante de cómo nos comportamos en grupo y  probablemente, todos hemos pasado alguna vez por una situación como esta, donde en la mayoría de las ocasiones quien gana solo es quien grita más fuerte.

Por eso la próxima vez que sientas que no encajas en una idea o acción donde todos van como borregos, antes de cambiar solo para no verte diferente, reflexiona si esas acciones o ideas realmente son adecuadas, son sanas, son lógicas, si te harán mejor persona y si están en sintonía con tus convicciones personales, No sea que caigas en la paradoja.

Marisol López García

@marisoleid

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