Opinión

¿Vivir en paz?

Por Ramón de la Peña


¿Esta preocupación ha logrado que cada vez vivamos más en paz?, ¿Existen signos alentadores de que vamos caminando en la dirección correcta? . Me temo que no, por eso mismo, podemos y debemos cambiar lo que hacemos para poder cambiar lo que somos.

Hace tiempo me invitaron a participar en un panel dentro de una excelente exposición titulada “Grabados por la Paz”, para mostrar a nuestra comunidad su preocupación por tener una mejor comunidad, un mejor país.

Cuando leí el titulo del panel, “Sobre la Paz”, rápidamente me dije, implícitamente están diciendo queremos vivir y que los demás vivan en paz. Y me dije, pero esto implica vivir en paz con uno mismo, vivir en paz con los demás y vivir en paz con la naturaleza.

Después me pregunté, ¿existe preocupación en el mundo por las consecuencias de no vivir en paz? La respuesta alentadora es que si. Si ustedes visitan el Internet, usan el buscador Google, usando la frase “vivir en paz con uno mismo”, existen más de 1, 300,000 sitios que hablan sobre el tema. Existen más de 1, 200,000 sitios que hablan de Vivir en paz con los demás y más de 763,000 sitios que hablan de vivir en paz con la naturaleza.

Pero ¿En qué cosas nos debemos de enfocar para cambiar lo que somos? Me pregunté:

• Primero, en el respeto a mi mismo y a los demás. Alfonso Reyes nos recomendaba respetar a nuestra familia, a nuestra comunidad, a toda persona —independientemente de su raza, sexo, nacionalidad, edad, religión, orientación sexual o nivel económico— y, desde luego, respetar a la naturaleza.

• Segundo, aplicando el principio de participación para buscar el bienestar de los demás, especialmente el que menos sabe, tiene o puede. No debemos olvidar la filosofía básica cristiana: nadie puede amar a Díos, a quien no ve, si no ama a su prójimo, a quien sí ve. Para mi es claro que los que más sabemos, tenemos y podemos, tenemos la obligación ética y moral de actuar con un claro respeto y apoyo a los demás, especialmente los que menos sabe, pueden y tienen 

• Tercero, aplicando el principio del bien común, que implica participar para lograr tener las condiciones necesarias que le permitan a cualquier persona, basándose en el principio de igualdad, alcanzar su plena potencialidad si así lo desean. Que por cierto fue el esquema que aplicaron en Medellín Colombia para transformar su vida comunitaria.

. Cuarto, aplicando el principio del perdón, que implica aplicar la recomendación: "Perdónanos porque también nosotros perdonamos". Efectivamente, el perdón es la gran invención divina para poder vivir plenamente en un mundo en el que mucha gente es injusta, y muchas más lastiman a otras personas, a veces, muy profundamente.

Pero ¿Qué tan fácil es perdonar a quienes nos ofenden o agreden gravemente? No es tan fácil, aseguran los expertos. El dolor de la ofensa nos conduce al enojo, y ambos nos inducen a buscar la manera de hacer pagar el daño y la ofensa al agresor. Pero este camino sólo conduce a abrir más nuestra herida del dolor y a envenenarnos el alma.

Lewis Smedes en su libro "Perdonar y olvidar", dice que podemos seguir dos caminos: el del odio o el del amor. Para seguir el camino del amor es necesario "Tener las agallas para mirar de frente al horror, a la injusticia, a la maldad de lo que fuimos objeto" y frente a esa realidad, perdonar.

Pero finalmente, cada quien decide el camino a seguir. Usted puede seguir el camino del odio y pensar que la salvación yace en la violencia, en la agresión y en la revancha. O bien, puede seguir el camino del perdón para ser fuerte de una manera creativa y fuerte, muy fuerte, en el corazón.

Sin olvidar claro, que por el primer camino, solo nos llevará a situaciones como las que están viviendo en Palestina, en Israel y en tantos lugares en los cuales se cree que la salvación yace en la violencia y en el odio profundo.

Termino recordando lo que dijo San Francisco de Asís: "Cuando abandones esta tierra  no podrás llevarte contigo nada de lo que has recibido, solamente lo que has dado".