Opinión

Duelo patológico, cuando la pérdida de un ser querido causa depresión

Por Alejandra Meza


Entre 6 y 12 meses es el periodo considerado natural para asimilar el dolor por la pérdida de un ser querido.

Sentir rabia, tristeza, culpabilidad e incluso incredulidad tras la pérdida de un ser querido es absolutamente normal. Aceptar y comprender la muerte es una de nuestras tareas pendientes, algo que pocas veces afrontamos con naturalidad y sí con grandes dosis de estrés.

A todos los sentimientos y pensamientos que nos sobrevienen tras la pérdida de una persona cercana se les denomina duelo. Lo natural, lo no patológico es que este no se alargue más de un año, aunque esto no siempre es así. De esta forma, cuando los síntomas de tristeza se prolongan durante más tiempo, puede que sean el reflejo de un problema médico serio llamado depresión.

Por desgracia, esto ocurre así con más frecuencia de la que nos gustaría: hasta un 16 % de las personas que sufren la pérdida de una persona querida presentan síntomas depresivos durante el año siguiente al fallecimiento, y esta cifra aumenta hasta el 85 % en el caso de las personas mayores de 60 años.

¿Qué fases componen el duelo?

El duelo es un proceso adaptativo normal que se caracteriza por la existencia de diferentes fases que en ocasiones pueden llegar a solaparse. Es necesario aclarar que, aunque comúnmente se utiliza para referirse a los sentimientos que sobrevienen a una persona tras la muerte de un ser querido, este término puede ser utilizado para describir cualquier acontecimiento que suponga la pérdida de algo importante en la vida de una persona. Estas son las fases que componen un duelo:

1. Shock. Cuanto más imprevisto ha sido el suceso, mayor es la duración de esta fase. La persona no da crédito a lo que ha ocurrido y parece no ser consciente de la realidad.

2. Negación. Constituye un mecanismo de defensa que busca reprimir lo ocurrido y que ayuda a la persona a prepararse para reaccionar. En esta fase pueden ocurrir dos cosas: que la persona afectada actúe como si nada hubiese sucedido o que se paralice sin saber por qué.

3. Ira. La persona siente rabia y frustración y no consigue encontrar una explicación a lo que ha ocurrido. Es importante que durante este periodo pueda hablar abiertamente con otras personas cercanas sobre cómo se siente.

4. Negociación. La culpa toma las riendas y es habitual sentir que se han hecho muchas cosas mal. Para superar esta fase es importante aceptar que no existen culpables, y que este tipo de acontecimientos son naturales y ocurren de forma irremediable.

5. Tristeza. En esta fase la persona ha asimilado lo ocurrido, pero siente una intensa pena. Llegados a este punto, superar el proceso de dolor es fundamental para seguir adelante. Sin embargo, esto no siempre es tan sencillo y muchas personas son incapaces de adaptarse a la pérdida de la persona, algo que les impide llevar una vida laboral, social y familiar normal. Es en estos casos cuando se habla de duelo patológico y cuando resulta clave actuar para evitar que el problema desemboque en depresión.

¿Quiénes son más propensos a experimentar un duelo patológico?

Aunque no existe una forma de predecir quién sufrirá depresión tras la muerte de un ser querido, sí que existen algunos factores que incrementan las posibilidades de que esto suceda. Entre ellos destacan los antecedentes de depresión, la ausencia de apoyo familiar y social y la poca experiencia con la muerte.

¿Necesito ayuda profesional?

Si has sufrido la pérdida de una persona querida, pasa el tiempo y sigues sufriendo en exceso, quizás estés experimentando un duelo patológico. ¿Cómo puedes saber que tu duelo es anormal? Algunas señales pueden ser los sentimientos de culpa excesivos, la desvalorización personal y la incapacidad para llevar una vida normal. Si estás experimentando estos síntomas y te resulta imposible deshacerte de ellos, es más que probable que necesites ayuda médica profesional. La atención primaria puede ser el espacio idóneo para el abordaje de esta clase de problemas, y es que el médico de familia es una figura clave para identificar y tratar la depresión en fases tempranas. Acude al tuyo y explícale lo que te sucede. Juntos encontraréis una vía para solucionar lo que tanto daño te está haciendo.