Opinión

¿Referente? Diez mil horas de práctica deliberada

Por Roberto Matosas


Muy de acuerdo con un excelente artículo de Diego Latorre en La Nación de Buenos Aires (24.XII.17), excelente ex-futbolista, hoy periodista de análisis para leer, releer y admirar en sus equilibradas precisiones, conocedor del tema en un país dónde el fútbol es cultura, religión y pasión.

Al llegar a Manchester, Guardiola, que si no es el mejor entrenador de la historia tiene seguro un sitio en el podio, pidió un plazo de 15 meses para que su tarea empiece a dar frutos, y lo está logrando. El técnico catalán es un innovador, alguien que ve más que los otros porque tiene un conocimiento superior.

Retrasar la posición de De Bruyne en el campo, por ejemplo, fue una medida extraordinaria que permitió terminar de descubrir a un jugador completísimo que hace todo bien: es versátil, tiene dinámica, interpreta a la perfección la secuencia de pases y las transiciones, se incorpora al ataque, tiene remate desde afuera del área. Pero no es solo el belga. Con Guardiola evolucionaron Fernandinho, Delph, Otamendi y Silva, un futbolista fascinante que juega en puntas de pie, puede desplegar toda su imaginación.

Es una constante en Matosas Coaching la búsqueda de la excelencia humana, ya sea a través del pensamiento, la educación, la actividad empresarial, el arte, la música o el deporte. Y de esta manera explorar y ampliar nuestras posibilidades en el desarrollo de lo que hoy día es una necesidad global: el talento, esa capacidad por compromiso en el entorno adecuado.

Y apoyarnos sólidamente en la competencia madre que lo genera: el aprendizaje, actividad que transforma, apuntala y respalda cualquier crecimiento verdadero.

Tarea a la que se dedica el talento y su relación con los logros, los resultados y que tiene sus raíces en la vocación personal. Por este motivo me parece indicado remarcar la gran labor de Josep Guardiola, entrenador, con más de diez mil horas de ‘practica deliberada’ en el fútbol, para ser lo que es hoy: un referente. Alguien que, desde jugador, mostraba su ascendencia como director de juego en el Barcelona de Cruyff. Y no solamente con sus cualidades técnicas y tácticas, también ordenando al colectivo con sus ideas, interpretando su precisa concepción de un fútbol superior en mentalidad, técnica y disposición; transmitiendo su alfabeto y sintaxis fútbolística en sociedad con otros futbolistas de calidad y en instituciones que buscan campeonatos, títulos, resultados y…excelencia!

Y he recurrido a un artículo del excelente Francisco Alcaide Hernández para explicarnos las características de aquellos que han alcanzado la estatura de referentes:

Algunos ejemplos concretos:

– Hay mucha gente que sabe de divulgación científica... pero Eduardo Punset es un referente.

– Hay mucha gente que sabe de finanzas... pero Warren Buffet es un referente.

– Hay mucha gente que sabe de libertad financiera... pero Robert Kiyosaki es un referente.

– Hay mucha gente que sabe de desarrollo personal... pero Anthony Robbins es un referente.

– Hay mucha gente que sabe de marketing... pero Seth Godin es un referente.

¿Cuáles son las claves para ser un referente?

Apunto sólo algunas breves ideas que deben coserse e hilvanarse todas ellas oportunamente para que el impacto sea el adecuado:

1. FOCO. La dispersión es siempre cómplice de la mediocridad. La diferencia entre un amateur y un experto es el Foco. Son personas que han decidido dedicarse intensamente a algo. Y cuando más especializado, mejor; evidentemente, siempre que exista suficiente mercado para que esa especialización sea rentable. Robert Kiyosaki (@therealkiyosaki) siempre lo dice: «Si quieres tener éxito, tienes que aprender a enfocarte».

2. DIFERENCIACIÓN. Si ves lo que todo el mundo ve; si dices lo que todo el mundo dice; si ofreces lo que todo el mundo ofrece, estarás en el pelotón y nunca en posición de cabeza. Lo que te hace diferente, te hace único y especial, ponlo en valor.  Lo esencial de cada persona es su singularidad. Como señala Tom Peters (@tom_peters), autor de 50 claves para hacer de usted una marca: «Si tu trabajo no es especial no te harás notar, por mucho que te apliques a él. Tampoco te pagarán mucho». Éxito siempre es sinónimo de diferenciación.

3. ESTUDIO. Son gente que está actualizada al cien por cien en su área de expertise. No bajan la guardia jamás y están alerta a todo lo que ocurre en su industria. Tienes que saberlo todo sobre lo tuyo. Lo hemos dicho muchas veces: Sé tan bueno en lo tuyo que los demás no puedan ignorarte. Cuando hables delante de un cliente, de un audiencia o de quien sea, que los demás digan: ‘Este  fulan@ sabe de lo que habla’.

4. CALIDAD. Han hecho de la excelencia una forma de vida. No se limitan a cumplir. La gente referente es aquella que excede las fronteras técnicas o formales de su trabajo. Como dice David. J. Schwartz en su excelente libro La magia de pensar en grande: «No hay tanta competencia en los niveles de excelencia; la competencia la hay en los niveles de mediocridad». Hacer tu trabajo con excelencia es un regalo que te das a ti mismo.

5. CONSISTENCIA. La marca personal no se construye con un éxito puntual, sino a través de la coherencia en el tiempo. Como dice Paulo Coelho (@paulocoelho): «Hasta un reloj parado da la hora correcta dos veces al día». Para ser un referente, lo tienes que ser de manera sistemática y constante. Además, el mercado en cuanto te descuidas, te olvida. Vales tanto como tu último proyecto.

6. PRESENCIA. Lo que no se conoce, no existe. Así de claro. Son gente que sabe dejarse ver donde tienen que ser vistos. No se trata de estar en muchos sitios sino en los adecuados. La gente quiere ver que existe coherencia entre lo que se predica y hace. En el mundo 1.0 se vive en directo y no admite el play-back del 2.0. Escribir de inteligencia emocional no es complicado, ser emocionalmente inteligente es otra cosa. Lo mismo con el resto de cosas. Una cosa es decir y otra hacer. La credibilidad se la gana uno en el mundo real no en el virtual.

La excelencia, hábitat natural del referente, la podemos lograr en cualquier aspecto de nuestra vida. Basta con descubrir nuestra vocación, la disposición a invertir tiempo y energía en nuestro desarrollo y las ganas de descubrir, a través de esa búsqueda, en quién realmente me puedo convertir.