Opinión

¿Quién no tiene ya un ex?

Por Alejandra Meza


A partir de ciertas edades, ¡quién no tiene ya un ex! Esto es completamente natural y saludable puesto que la práctica afectiva es tan necesaria como la física. Cuando alguien se convierte en ex pasa a ser alguien del pasado, al menos en todo lo referente a afectividad e intimidad.

Los ex pueden estar en el presente ocupando el lugar que les corresponde: padre/madre de unos hijos comunes, amigo/a, vecino o familiar. Pero ambos ex deben tener claro que hay una línea que no se debe de traspasar, con ninguna excusa y mucho menos sin permiso explícito.

Quizás en tu relación actual te encuentres con alguna de estas situaciones relacionadas con algún ex:

–        Cambio continuo de planes en nombre de los hijos que se tienen en común;

–        Una ex que siempre necesita a su ex para arreglar grifos o cables que no funcionan (y no opta por llamar al fontanero o al electricista);

–        Ex que entran hasta el dormitorio de una casa en la que ya no viven;

–        Llamadas frecuentes para múltiples consultas y a horas inapropiadas;

–        Gestos, palabras o confidencias del/la exque corresponden más a la pareja, etc.

Si ya has probado los efectos de estos ex, habrás sentido también las incómodas y dolorosas consecuencias: discusiones, incomprensión, acusaciones de celos, planes fallidos, pero especialmente una terrible sensación de impotencia para hacer que tu relación actual avance.

Se trata de relaciones oficialmente acabadas, pero que en la práctica hace que nos preguntemos para qué ha servido separarse si se tiene al expresente a todas horas.

Aunque pudiera parecer que toda la culpa es del/la ex, realmente tu pareja actual es tan responsable como la otra persona, por no haber sabido marcar claramente los límites de la nueva situación. Por muy pesado/a que se ponga, si se encuentra con una barrera infranqueable, la de la intimidad de la actual pareja, más tarde o más temprano cejará en el empeño. Sólo hay que tener un poco de paciencia, pero los resultados compensan con creces.

Cuando la presencia de los ex supone una alteración física, emocional o psicológica, esto es debido a que se han traspasado los límites del lugar en el que deben de estar: ni los hijos, ni el dinero, ni la culpabilidad son excusa suficiente para colocar a un ex por delante de la pareja actual pues ésta acaba resintiéndose y es uno mismo el más perjudicado por no haber sabido ser más claro y firme en esta situación.

Si no se está dispuesto a que los/las ex cambien de lugar, es mejor no separarse. El trato con ellos ha de ser para cuestiones puntuales. Es cierto que el ideal es quedar como amigos, pero esto ocurre después de un tiempo de distanciamiento y de reflexión tras la separación, seguido de una comprensión y respeto hacia el otro en la situación actual.

Si tu pareja se niega sistemáticamente a marcar los límites a su ex, necesitaras ayuda externa, aunque lo más probable es que la rechace. Esto te deja como única salida el plantearte si merece la pena seguir con una persona que no ha cortado los vínculos emocionales anteriores, no puede entregarse afectivamente a ti, y como consecuencia no puede darte el lugar ni el trato que mereces. Por mucho que te duela, será mejor que le digas que te llame cuando, de verdad, esté libre para ti.

Si, por el contrario, tu pareja admite su error, que probablemente se haya producido por buena voluntad, y sabe distanciarse apropiadamente, entonces los dos ganaran en intimidad, confianza y complicidad.

Debes de tener tu autoestima muy alta y valorarte para que te ames lo suficiente y puedas dejar a alguien que no tiene el tiempo suficiente para ti o que siente muy cómodo seguir con trato con su ex pareja a todas horas y seguir contigo, decide y actúa.