Al contrario de muchos, yo opino que el éxito profesional no sólo radica en el tamaño de nuestro cheque o en el puesto que ostentemos dentro de la organización. Muchas veces el verdadero éxito va de la mano con la satisfacción que sentimos hacia la labor que desempeñamos diariamente. Hay que ponernos a meditar, ¿cuál es nuestro sentir al terminar el día y llegar a casa?
Por experiencia propia, puedo decir que cuando nos dedicamos a algo que no nos gusta o lo desempeñamos en un ambiente que detestamos, presentarnos a laborar se vuelve una carga, un grillete, que termina pesando demasiado. Dejamos de ser proactivos, disminuye nuestra iniciativa y por supuesto, nuestra productividad. Podríamos llegar al grado de terminar yendo a simplemente “calentar la silla.”
Si nuestro rendimiento profesional dependiera sencillamente de tener altos ingresos, esto jamás pasaría. Sin embargo, los ingresos no sustituyen la falta de motivación y satisfacción personal, lo cual se vuelve clave en nuestro desempeño diario.
En la ecuación del éxito, influye el gusto que sintamos por realizar nuestras actividades, el orgullo de cumplir ciertas metas (tanto internas como externas), la pasión que imprimamos a nuestra labor día con día, adicionalmente el ambiente en el que nos desenvolvemos.
Entonces, si de algo debemos estar seguros es de qué tanto nos gusta nuestro trabajo para ejercerlo exitosamente y de ahí ir creciendo. De algún lugar debió nacer la frase: “dedícate a lo que te apasiona y el dinero vendrá por añadidura.”
