Opinión

El miedo al amor y la amistad

Por Lilia Reyes Spindola


Cuando en alguna etapa de la vida se ha fracasado en una relación amorosa o ha habido una decepción con una determinada amistad, nace la desconfianza y llega el miedo a volver a sufrir.

Son sentimientos heridos que se deben superar pues es muy triste aislarse y vivir en soledad.

Es una bendición el amor en nuestras vidas.

El amor es estar lleno de vida.

Cuando se está tan lleno de vida tienen uno mucho para poder compartir entonces es un lujo poder dar amor, ya no existe la necesidad de que te regresen algo a cambio.

Tus ganas de dar no se acaban, bailas y cantas con tus ganas de amar, fluyes en la aguas de tus emociones y te regocijas de estar con vida y amando.

Cuando hay madurez el amor es seguro, porque ya eres grande adentro , porque ya eres responsable con tu amor.

En cuanto a la amistad debemos entenderla y es una elección.

La amistad la escoges tú, la amistad verdadera no puede ser impuesta.

 A la amistad que nace del alma no le afecta ni la distancia ni el tiempo, puedes alejarte, pero el día en que te reencuentras está presente otra vez.

Como en todo, hay etapas. La amistad que se sirve en la niñez es hermosa, porque se comparten cosas simples, la inocencia y la imaginación juegan juntas, se utilizan la magia que existe en todo, la curiosidad y la admiración son cómplices que nos acompañan a todos, pero, a medida que pasan los años, se viven las separaciones, duelen, pero dejan un recuerdo para siempre.

Las amistades de la juventud son excitantes porque están llenas de aventuras en donde hay vivencias de todas clases, sensaciones, peligros, retos, están llenas de gozo y risas y también de interminables conversaciones de confidencias, de decepciones, de dudas y de miedos.

Estas amistades dejan huella muy profunda porque se vive un aprendizaje continuo y compartido en la inmensidad que es la vida.

Muchas de estas amistades se conservan, otras se alejan y toman distintos senderos, pero de vez en cuando se vuelven a encontrar para vivir momentos.

Unas evolucionan y crecen, otras se acomodan en la mediocridad y bostezan a gusto.

Cuando los amigos o las amigas encuentran pareja y se formalizan relaciones, la amistad sufre cambios, pues ya es un conjunto de egos tratando de convivir y comunicarse, unos se adaptan, otros se apartan, y entonces se viven momentos de añoranza.

La amistad que perdura en la edad madura es como una sociedad de apoyos mutuos, se comparten recuerdos, silencios y suspiros, y hasta se intercambian quejas y dolencias.

Se habla sin vergüenza de complejos y metidas de pata y se confabulan entre risas o reproches.

La compañía de un amigo en esta etapa es un soporte callado e incondicional para llenar espacios vacíos y distraer a la soledad.

Pero en todas las edades la amistad transcurre entre altos y bajo, entre elogios y chismes o celos, pero siempre está presente la entrega, y el sentimiento del amor.

La amistad se cultiva con respeto y cariño y la debemos apreciar valorando la gran riqueza que nos llega envuelta en la amistad.

¡Por favor, mantengamos la amistad lo más apartada posible de las quejas y la negatividad, sembrándola de buenas noticias!

Hay que abrirle las puertas del alma a la amistad para que continúen llegando a nuevas conexiones, nuevas relaciones, pues cada una de ellas son nuevos encuentros que, seguramente, un Poder Mayor que el maestro planeó para completar nuestra evolución.

Lilia Reyes Spíndola