Opinión

A los adultos mayores

Por Ramón de la Peña


"Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido. Pero, desafortunadamente, sólo con el tiempo", así termina Jorge Luis Borges, su poema Con el Tiempo, en el cual resalta como idea central que a las personas se les tiene que dedicar tiempo y cariño, pero en vida y mediante un proceso especial.

Este primero de marzo se instituyo oficialmente el Instituto Estatal de las Personas Adultas Mayores, al cual me toca coordinar y dirigir. Este Instituto tiene como objetivo esencial: Ejecutar, coordinar y promover acciones y estrategias encaminadas a procurar el desarrollo integral de las personas adultas mayores. Por lo que periódicamente les compartiré mensajes relacionados con el tema de las personas adultas mayores, muchos de los cuales ya se los compartí en el pasado, pero que vale la pena reflexionar sobre este tema pues finalmente "Todos somos Adultos Mayores en potencia" 

Hoy les comparto algunos consejos relacionados con la pregunta  que aparece al principio de este mensaje: ¿Cuál es ese proceso especial? Los expertos dan la siguiente recomendación esencial: Déjalo ser.

Para esto ellos nos recomiendan: Déjalo: hablar, ganar en las discusiones, ir a visitar a sus amigos. Déjalo contar sus historias aunque las haya contado muchas veces, déjalo vivir entre las cosas y personas que ha amado, déjalo envejecer con el mismo cariño con el que ves crecer a tus hijos, déjalo reclamar, pero, sobre todo, déjalo morir entre tus brazos.

Recuerden que los adultos en plenitud en la antigüedad, eran las personas sabias; eran los cronistas de la historia y de los conocimientos adquiridos por su pueblo a través de los siglos y estaban obligados a transmitirlos a sus descendientes.

Los abuelos actuales tenemos la obligación de hacerlo, sobre todo con nuestros nietos y nietas. No es cierto que a ellos no les interesa saber de dónde provienen, debemos promover la comunicación a través de la palabra, esa palabra que fue tan importante para los antiguos mexicanos; tan importante que entre ellos se daban clases de oratoria, pues era imprescindible para ellos el dirigirse con propiedad a todos los que los rodeaban.

Recuerden estimadas y estimados muchachos de la edad que lo peor que puede uno hacer en la vida es sentirse como una persona que ya no tiene futuro, que ya no tiene por qué vivir, que ya nada lo asombra, que todo lo nuevo le asusta, que ya no tiene nada relevante qué hacer ni nadie por quién hacerlo. Dicen los expertos que debemos ver a nuestro mundo con una visión especial; dicen que hacerlo de esta manera implica no sólo ver el pasado, nuestro pasado; implica pensar que el mundo fue creado con un significado, con un sentido y con una visión para cada uno de nosotros. Esto implica entender que nuestro futuro lo podemos soñar y que lo podemos aterrizar en acciones concretas bien organizadas, que nuestro futuro no tiene por qué ser una continuación del pasado ni mucho menos una continuación del presente. Yo, usted, nosotros, lo podemos soñar y crear.

Termino con un mensaje que me envío un ex alumno: "Benditos los que son capaces de comprender que me tiembla el pulso y que mis pasos son lentos y vacilantes; benditos los que se acuerdan de que mis oídos ya no oyen bien y que a veces no entiendo todo; benditos los que saben que mis ojos ya no ven bien, y no se impacientan cuando se me cae algo de las manos y se rompe; benditos los que no se avergüenzan de mi torpeza al comer y me hacen un lugar en la mesa familiar; benditos los que me escuchan aunque les cuente mil veces el mismo cuento, o los mismos recuerdos de mi juventud; benditos los que no me hacen sentir que estoy de más y me demuestran su afecto con delicadeza y respeto; benditos los que encuentran tiempo para estar a mi lado y enjugar mis lágrimas; benditos los que me tiendan su mano cuando me llegue la noche y deba presentarme ante Dios".