El trabajo es un medio, es un medio tanto para obtener ingresos y con estos pagar nuestro estilo de vida como para autorealizaranos a nivel personal. Sin embargo, no todos los trabajos están bien remunerados. Peor aún, algunas actividades laborales tienden a ser monótonas y tediosas, dejando de servir como plataforma para aprender, crecer y posteriormente conseguir un empleo mejor. Muchos tendemos a simplemente trabajar para pagar las cuentas, olvidándonos de la segunda utilidad de laborar.
Cuando nos estancamos en una actividad, no sólo se trata de conseguir otro trabajo por conseguirlo. Te recomiendo buscar darle la vuelta consiguiendo alguna oferta que verdaderamente nos llene. Incluso de ser posible, evaluar la posibilidad de incursionar en algo por nuestra cuenta.
¿Cómo? Empieza preguntándote: ¿qué te gusta hacer? ¿En qué eres bueno? Has una lista que incluya pasatiempos y hobbies. De esas actividades, ¿cuáles pudieras cobrar? Posteriormente investiga, ¿qué le hace falta a la sociedad o a los círculos a los que perteneces? ¿Cómo y con quiénes podrías desarrollarlo? ¿Qué te hace falta aprender? ¿Cuántas horas semanales deberías invertir? ¿Cuánto dinero es necesario para arrancar ¿Cómo podrías obtener fondeo, financiamiento, crédito o préstamo? ¿Qué tanto tardarías en obtener resultados económicos? ¿Puedo hacerlo en mis ratos libres a la par de mi trabajo? ¿Cuándo sería el mejor momento para arriesgarme?
Sólo tú conoces estas respuestas, si te sentaras a reflexionar y poco a poco ir trazando un plan de trabajo.
Recuerda que los grandes empresarios o emprendedores no se volvieron grandes mientras eran empleados de alguien más. Tomaron sus respectivos trabajos como trampolín para aprender y pensar en su propia oferta al mundo. A partir de que apostaron a su talento y sus sueños fue que empezaron a conseguir el éxito.
