Opinión

Cuidemos y queramos a nuestros hijos

Por Ramón de la Peña


Al paso del tiempo he recibido muchos mensajes relacionados con la responsabilidad que debemos de tener los padres con nuestros hijos para que puedan tener un mejor futuro. Yo recomendaría, estimado lector, que nos comprometiéramos con nuestros hijos firmando el siguiente compromiso, tomado y parafraseado de la Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959:  

Hijo: Yo me comprometo antes que todo a no hacer ninguna distinción entre tu y tus demás hermanos; A ofrecerte siempre una protección especial para que puedas desarrollarte física, mental, moral, espiritual y socialmente; A ayudarte a crecer y desarrollarte en buena salud; A proveer los recursos para que puedas disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados; Y Si eres un ángel especial impedido física o mentalmente, me comprometo contigo a que recibas el tratamiento, la educación y el cuidado que requiera tu caso particular.

Me comprometo a ofrecerte siempre amor y comprensión. Siempre tendrás mi amparo y siempre estarás bajo mi responsabilidad; Me comprometo a que puedas recibir una educación de calidad, que te permita desarrollar tus aptitudes y tu juicio individual, tu sentido de responsabilidad moral y social, para que puedas llegar a ser una persona útil de la sociedad; A evitar que sufras algún tipo de abandono, crueldad o explotación. Nunca permitiré que trabajes antes de la edad mínima permitida; nunca permitiré que trabajes en algún lugar que pueda perjudicar tu salud o tu educación o impedir tu desarrollo físico, mental o moral. Por último, me comprometo contigo a protegerte contra todo tipo de prácticas  que puedan fomentar en ti algún tipo de discriminación racial, religiosa o de cualquier otra índole.  Tu Papá

Recomendaría también que de vez en cuando les comentemos a nuestros hijos los conceptos básicos de Osho, en los que el nos recomienda reflexionar para rediseñar o redirigir nuestra vida. Osho nos invita a reflexionar y recordar que vivir no siempre es vida. Nos decía que nos fijáramos como estamos viviendo nuestra vida. “¿Podrías decir que es una bendición?, ¿podrías decir que es un regalo, un obsequio de la existencia?, ¿te gustaría que te tocara esta vida una y otra vez?”.

Osho nos decía que en principio, no hay mucha diferencia entre una persona cobarde y una valiente. La gran diferencia es que el cobarde escucha sus miedos y se deja llevar por ellos, mientras que la persona valiente los aparta y continúa su camino.

Nos recomendaba recordar que la vida no debería de ser un problema. Pues si la consideramos un problema, estaríamos caminando en la ruta equivocada. La vida es un misterio que tenemos que vivir, amar y experimentar.

Nos pedía recordar que una persona se vuelve una gran persona cuando se hace responsable de lo que es. Sin duda para mi la habilidad de responder es una virtud personal muy apreciada en la escuela, en el trabajo, en la familia y en la vida comunitaria.  Nos pedía meditar en lo siguiente: “La muerte se llevará tu cuerpo; antes de que se lo lleve, entrégaselo al amor. Serás despojado de todo lo que tienes en el momento de tu muerte, así que antes de quedarte sin el, ¿por qué no lo compartes?” y sobre todo si compartes tu vida con las personas que mas quieres.

Ojo nos decía, la mayoría de la gente muere aferrándose a la vida. No quieren morirse, y esto es comprensible si cuando llega el momento de la muerte se dan cuenta de que no han vivido plenamente y que dejaron muchas cosas pendientes.

Y por último nos recomendaba que si tenemos por ahí algún sueño escondido que siempre hayamos querido realizar, que si tenemos por ahí algún proyecto escondido el nos recomendaba hacerlos, pues la vida es muy breve para perder el tiempo en incertidumbres. Efectivamente la vida es muy breve para no intentar, para no cambiar, para no hacer cosas extraordinarias.