Opinión

Carta – Contrato con mi conciencia

Por Lilia Reyes Spindola


Me tomé la libertad de escribir esta carta-contrato para ti y para mí con la intención de cambiar aquellas actitudes negativas que tenemos. Qué mejor época para firmar este contrato con nosotros mismos, que el bello tiempo de la Navidad.

Sabemos que dentro de unos días este año habrá terminado y comenzará un nuevo ciclo de nuestra vida, el cual debemos de recibir con ilusión y esperanza. Así es que vamos a desear y anhelar que éste sea el mejor año de nuestra existencia.

Mi queridísima conciencia:

En estos tiempos navideños, tú sabes que me pongo muy sentimental debido a que, aunque no quiera, debo de hacer un recuento de mis logros o fracasos, de mis alegrías, miedos, amores, y desamores, ¡ni modo!

En cuanto empiezo a ver los adornos navideños (los arbolitos llenos de luces, a los santas disfrazados) entro en un estado melancólico y angustiado que no logro definir bien; entonces, tengo que platicar contigo forzosamente y me da miedo porque a ti no te puedo mentir, y porque la primera pregunta que debo hacerte es:

¿Crecí, soy mejor? o ¿perdí lamentablemente un maravilloso año más de esta vida (que Dios me concedió) sin haberme dado la oportunidad de ser feliz?

Otras preguntas serán: ¿Tuvo sentido mi vida? ¿Desperdicié el tiempo quejándome y haciéndome la víctima, enojándome por tonterías y peleándome hasta con mi propia sombra? ¿Cuál fue el tema de conversación más usual en mí? ¿Acaso me pasé el año entero hablando de la crisis económica, de las cosas materiales que no tengo, de la inseguridad del país o de lo poco que me comprenden?

Hoy, conciencia mía, cuando leo este cuestionario me avergüenzo porque descubro lo poco que me quiero y respeto. También veo que no tomé en cuenta todas las bendiciones que tengo y lo privilegiado que soy.

Tal vez me siento satisfecho porque no le hice daño a nadie. Pero lo triste es saber que tampoco hice nada por nadie (cometí ese terrible error llamado omisión). Estaba tan ocupado en satisfacer mi ego que todo lo demás pasó a segundo término. No compartí mi valioso tiempo con los que tanto amo, ni les di calidad de tiempo porque siempre estuve de prisa y muy ocupado.

Por eso, conciencia mía, estoy haciendo una lista de lo que sí voy hacer en el nuevo año que está por llegar.

 

Lista de intenciones

Todos los días, al abrir los ojos, voy a darle gracias a Dios por la oportunidad de vivir otro día más.

Voy a tomar conciencia de mí para saber quién soy en realidad, porque si no me conozco, ¿cómo voy a cambiar?

Me voy a levantar con una sonrisa en los labios y diré a todos con alegría: ¡Buenos días!

Me voy a mirar al espejo mientras me arreglo para salir y me voy a echar porras. Voy a repetir en voz alta que soy un ser completo, sano, capaz de lograr todo lo que anhelo, y de ser feliz.

Voy a bendecir a mi país, tal como es, porque en el nací, aquí vivo y viven las personas que tanto amo. No voy a fijarme solamente en lo negativo, no le voy a dar importancia a lo malo y me voy a esforzar por ser mejor, por trabajar a conciencia para que salgamos adelante todos juntos.

Cada vez que diga algo voy a escucharme y, cuando descubra horrores en mis palabras, me voy a callar. Voy a llenar mi boca con bendiciones para que cambie mi realidad y voy a recordar este pensamiento: “Soy dueño de lo que callo y esclavo de lo que digo”.

Voy a empezar a escribir un nuevo diccionario para expresarme correctamente y con amor. Suprimiré en él las palabras ofensivas que sobajan, juzgan y lastiman. En su lugar, recordaré todas las palabras bellas que expresan amor, respeto, igualdad y justicia.

Sé que mi alma va a estar muy contenta y que mis pensamientos positivos me van a ayudar para tener logros y experiencias maravillosas cada día que Dios me permita vivir aquí, en este mundo.

Me voy a ocupar y no a preocupar porque preocuparse es dudar de la misericordia infinita de Dios, que siempre está presente para apoyarme si la solicito.

Voy a compartir mi bondad y mi amor con todos. Voy a respetar a mis semejantes, pues sé que todos somos iguales.

Voy a dar, compartir y servir en tiempo y en amor. Si asumo las responsabilidades de cambiar el mundo para que sea mejor, con el esfuerzo que yo haga y el esfuerzo de los demás (juntos) lograremos que los errores del pasado se corrijan, que las injusticias ya no ocurran y que los egos se apacigüen; que no vivamos solamente queriendo satisfacernos a nosotros mismos, sin pensar en los demás.

Sé que podría agregar muchas otras virtudes e intenciones en esta lista pero prometo estar atento para irla aumentando con lo que me falta por hacer. Creceré en mi conciencia; ella me dirá lo que debo anotar. Por el momento firmo este contrato, pensando que de hoy en adelante, para ser mejor y ayudar a cambiar el mundo, voy a sustituir la palabra “yo” por “nosotros”, ya que el único sentimiento que logrará salvar al mundo es el “amor”.

                                                                                                                                                                                                                                                       

 


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