Opinión

¿Inteligente o ingenioso?

Por Ramón de la Peña


Ingeniero, me preguntó un ex alumno, ¿usted a quien preferiría contratar a una persona inteligente o a una persona ingeniosa?, sin esperar mi respuesta me dijo: déjeme contarle tres historias que andan circulando en Internet y que reflejan la diferencia entre ser inteligente o ser ingenioso.   

La primera se centra en los años sesenta, cuando se iniciaron los primeros vuelos espaciales tripulados, un problema al que se enfrentaron los estadounidenses fue que sus plumas no funcionaban en el espacio ya que sin presión dentro de la capsula la tinta no saldría jamás de la pluma hacia el papel. Los Estadounidenses decidieron encarar el problema a través de una investigación que les costó buen dinero, así desarrollaron una pluma con la cual podían escribir boca arriba, boca abajo y con temperaturas desde cero hasta más de cien grados centígrados.

Los rusos, por su parte mostraron ser muy ingeniosos, al darles a sus astronautas un lápiz y un saca puntas con el cual podían escribir boca abajo, boca arriba y entre cero y 100 grados centígrados. 

La segunda carta nos relata lo ingenioso de un obrero de una fábrica de jabones, resulta, nos dice la historia que en 1970, un ciudadano japonés envió una carta a una fábrica de jabones de Tokio, reclamando haber adquirido una cajita de jabones que -al abrirla- estaba vacía. El reclamo puso en marcha todo un programa de gestión administrativa y operativa; los ingenieros de la fábrica recibieron instrucciones de diseñar un sistema que impidiera que esta dificultad volviera a repetirse.

Por indicación de los ingenieros se diseñó e instaló una sofisticada máquina de rayos "X" con monitores de alta resolución, operada por dos trabajadores encargados de vigilar todas las cajas de jabón que salían de la línea de empaquetado para de esa manera asegurarse de que ninguna estuviera vacía. El costo de esa máquina superó los 250,000 dólares.

Cuando la máquina de rayos "X" comenzó a fallar al cabo de cinco meses de ser operada en los tres turnos de la empresa, un obrero del área de empaquetado pidió prestado un potente ventilador y lo apuntó hacia la parte final de la faja transportadora. Mientras las cajitas avanzaban en tal dirección, las que estaban vacías simplemente salían volando de la línea de empacado. Sin duda esta historia resalta la diferencia entre inteligencia educada e ingenio.

La tercera historia relata lo ingenioso de un recepcionista en un hotel, resulta que el gerente general de una cadena hotelera neoyorkina viajó por segunda vez a Seúl, al llegar al hotel donde debía hospedarse fue recibido cálidamente con un "Bienvenido nuevamente señor, que bueno es verlo una vez más en nuestro hotel". Dudando de que el recepcionista tuviera tan buena memoria y sorprendido del recibimiento, se propuso que -a su retorno a New York- impondría igual sistema de trato al cliente en la cadena hotelera que regentaba. A su retorno convocó y reunió a todos sus gerentes encomendándoles desarrollar alguna estrategia ad-hoc a tal pretensión.

Los gerentes determinaron implementar un software con reconocimiento de rostros, base de datos actualizada día a día, cámaras especiales, con un tiempo de respuesta en micro segundos, así como la pertinente capacitación a los empleados, etc., cuyo costo aproximado sería de 2.5 millones de dólares.

El gerente general descartó la idea por costosa. Meses después, en su tercer viaje a Seúl, luego de ser recibido de la misma manera, ofreció una buena gratificación al recepcionista para que le revelara cómo lo hacían. El recepcionista le dijo : “Mire señor, aquí tenemos un arreglo con los taxistas del aeropuerto; durante el trayecto ellos preguntan al pasajero si ya antes se hospedó en este hotel, y, si la respuesta es afirmativa, ellos depositan sus maletas al lado derecho del mostrador.

Si el cliente llega por primera vez, sus maletas son dejadas al lado izquierdo. El chofer es gratificado con un dólar de propina." Nuevamente vemos una muestra clara de ingenio".