Opinión

Las bienaventuranzas

Por Ramón de la Peña


Ya hace buen tiempo en una Navidad, recibí un excelente regalo de la Fundación José Llaguno, un libro de Juan Mateos, sacerdote jesuita, titulado: “El Sermón del Monte”, en el que este autor analiza las bienaventuranzas según San Mateo y la oración del Padre Nuestro para encontrar el significado original de las bienaventuranzas y del Padre Nuestro; significado que se perdió, según el Padre Mateos, por malas traducciones e interpretaciones.  Cierta o no su versión, su lectura me hizo meditar y pensar en esas oraciones que muchas veces decimos sin reflexionar en su significado y sin pensar que son un medio para cambiar nuestra actuación.

Inicia su reflexión con la primera bienaventuranza, la cual típicamente se ha traducido al español como: “Bienaventurados los pobres de espíritu”.  El dice que esta traducción no es correcta, el ser pobre no es ningún mérito.  A través de su análisis encuentra que el sentido original de esta bienaventuranza es el siguiente: “Dichosos los que eligen ser pobres”.  Como ven, se trata de una bienaventuranza que implica una decisión personal, se trata de decir: “para mí el dinero no es lo importante, el acumular riqueza no tiene ningún valor”.  Se trata de comprender que sólo mediante esta opción se elimina la injusticia y la inequidad a través de ser uno generoso y solidario con los que menos tienen.

Expresada así la primera bienaventuranza, las demás adquieren un gran sentido.

Dichosos los que sufren, porque van a recibir el consuelo.  ¿Por quién, se preguntarán ustedes?  Por los que decidieron ser generosos y solidarios con los que menos tienen.

Dichosos los sometidos, porque van a heredar la tierra.  ¿Esto qué implica?,  se pregunta el Padre Mateos.  No se trata, dice, de que entre todos poseamos la tierra; se trata de que todos en común tengamos libertad.  Es decir, que los que estaban sometidos, gracias a la ayuda de los que decidieron ser generosos, van a tener su libertad y su independencia.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque van a ser saciados.  ¿Por quién?  Claro, usted ya lo adivinó.

En resumen, lo que promueven en las bienaventuranzas es la creación de una nueva cultura, de una nueva sociedad, de una nueva manera de ser que implica tres valores fundamentales: el compartir, el servir y el promover la igualdad.

Del análisis del Padre Mateos sobre la oración del Padre Nuestro me impactaron varias de sus conclusiones.

“Realícese en la tierra tu designio del cielo”, en vez de “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”.  Ojo, estimado lector, al estar rezando el Padre Nuestro está usted pidiendo que se realice el designio del cielo –esa nueva cultura, esa nueva sociedad– a través del trabajo de la comunidad.

“Nuestro pan del mañana dánoslo hoy”, en vez de “el pan nuestro de cada día dánoslo hoy”.  Entiéndase por el pan del mañana el amor, la alegría, la amistad, la unión, la generosidad.  Eso es lo que estamos pidiendo en esta oración.

Y perdónanos nuestras deudas, que también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.  Destaca el Padre Mateos que esta parte de la oración es la única que tiene una condición: “perdónanos porque también nosotros perdonamos”.

Sin duda nos dice el Padre Mateos, una sociedad se construye sobre un sistema de valores.  Para construir una nueva sociedad, Jesús propone tres, asegura el Padre Mateos: El compartir, la igualdad entre todos y el servicio, en vez del poder. No basta ser bueno, asegura, tenemos que actuar, empezar a cambiar hoy, primero nosotros y después con nuestro ejemplo cambiar a los demás. Implica decirse a uno mismo: no se vale ser egoísta, no se vale agredir; se vale ser generoso, se vale compartir, se vale ayudar, se vale ser solidario y servicial.

Durante muchos años se pensó que la tecnología resolvería todos los problemas y males de la humanidad. Pero ha sido incapaz de hacerlo, solo la gente solidaria, generosa, educada y honesta es capaz de hacerlo. Efectivamente la ciencia y la tecnología no tienen ética o moral, la ética o moral se la ponemos los que la usamos para bien o para mal.