Opinión

Los animales, buenos maestros para sus hijos

Por Pedro Octavio Reyes Enríquez


Entré a la panadería, venía detrás de mí, no me había dado cuenta de que me seguía, en ese momento el dueño me dijo “niño, él no puede entrar”, volteé y vi que era Duque, el perro de la casa. Le dije que se saliera, obedeció, me esperó y me acompañó en el regreso. Iba en bicicleta, me caí y en ese momento trató de ayudarme, cuando me paré empezó a ladrarles a unos niños que se estaban riendo de mi caída. Después me ayudó a recoger el pan, claro, lo llenó de saliva y ya no sirvió para la cena familiar.

Los seres humanos tenemos una gran conexión con los animales, la ciencia lo está descubriendo, pero la realidad es que todavía no comprendemos los nexos que tenemos con las demás especies que habitan la Tierra, consideramos que están a nuestro servicio o que son simplemente para nuestra alimentación.

A una gran variedad la hemos domesticado y podemos convivir con ella. Tomemos el caso de los perros que Carl Sagan en su serie Cosmos señala que eran lobos, que poco a poco fuimos domesticando y los hicimos parte de nuestra vida.

Hay muchas historias de perros que han mostrado los fuertes lazos que tienen con sus “dueños”, y pensamos que han sido mascotas excepcionales, pero la realidad es que su naturaleza les permite a la mayoría ver aspectos de los humanos que nosotros mismos no podemos visualizar, inclusive la tecnología actual todavía es más limitada que los sentidos de un can.

Los perros pueden determinar con gran anticipación cuando a un ser humano le dará un ataque epiléptico, pueden detectar otras enfermedades como cáncer, narcolepsia, migrañas (hasta dos horas antes de que se manifiesten), baja en azúcar; pueden saber cuando una persona tiene estrés, tristeza, depresión, ataques de pánico e inclusive en algunos casos intentan tomar acciones para ayudar.

Regularmente captan lo anterior a través de su sentido del olfato. La ciencia no sabe exactamente qué huele como en el caso del cáncer, pero lo hace. Desde luego captan embarazos por los cambios hormonales que ocurren y los aromas que despiden las mujeres.

También pueden saber cuando alguien está por irse de casa, por su conducta, olores y hábitos. Saben cuando su “dueño” está por llegar y no porque tengan capacidad psíquica, simplemente son capaces de oler a kilómetros.

También los perros tienen una gran capacidad afectiva, y como no razonan tanto como nosotros (ojo, sí razonan, son capaces de aprender cosas nuevas y de enseñar a sus crías), pueden llegar a sacrificar su vida por una persona.

Su forma de querer es diferente a la nuestra, no está mediada por la razón. Varios expertos dirían que no aman, ni quieren, que hay dependencia, pero la realidad es que saben ser agradecidos. Son capaces de dar cariño cuando perciben que alguien está triste o deprimido, abrazando, lamiendo, acompañando, llevando un juguete, pegándose a la ropa, subiéndose a la cama para ponerse encima, dejándose abrazar, mirando a la persona, “alocándose cuando llega”, ladrando a alguien que intenta agredir, avisando que percibe una amenaza hacia la persona, inclusive dar la vida por su dueño. Y si todo eso no es querer, ¿díganme qué es?

En esta temporada que acaba de terminar de Navidad y Santos Reyes, me han preguntado qué tan conveniente es que un niño reciba un perro u otro tipo de mascota como regalo.

Las mascotas no son juguetes, no son de plástico, tampoco de metal ni son humanos. Sí es conveniente que los niños tengan mascotas, preferentemente perros y de razas pequeñas, sin embargo no son un medio de entretenimiento. La mayoría de los mamíferos necesitan jugar, incluyendo a los perros, gatos, leones, delfines, y no solamente por divertirse, las actividades lúdicas favorecen el desarrollo intelectual y afectivo. Esto abarca también a los niños.

Un niño con un perro desarrolla muchas habilidades y obtiene beneficios, siempre y cuando nosotros lo impulsemos.

Primero. Aprende que en la vida hay que educar y educarse, fijar límites, normas; si no se cumplen hay consecuencias negativas, y si se llevan a cabo hay beneficios.

Cuando le damos un perro, se da cuenta de que son inquietos, que no se les puede dejar hacer lo que deseen, por lo tanto hay que fijarles límites, hay que educarlos para que no defequen donde quieran, ni destrocen la casa.

Segundo. Aprende el sentido de la responsabilidad, desde luego si tiene 3 años o más, bajo nuestra supervisión puede darle de comer a su perro, pasearlo, ayudar a bañarlo y conforme vaya creciendo le podemos pedir que le dé seguimiento a las fechas de las vacunas, limpie donde habita, e inclusive que lo eduque para que realice ciertas actividades, como recoger sus juguetes, sí, un perro puede recoger todo lo que le quepa en la boca y ponerlo en donde le indiquemos.

Tercero. Generalmente una mascota es una compañía positiva para el niño, un ser del cual puede sentir cariño y amor, además al cual se le puede dar afecto. Los perros generalmente son muy agradecidos con el amor que se les da, se dejan acariciar fácilmente, eso provoca seguridad en el niño, al sentirse capaz de amar y de recibir afecto.

Cuarto. Aprende el respeto a la vida y a la naturaleza. Con la convivencia se va dando cuenta de que un animal es muy sensible (algunos autores señalan que, en muchos aspectos, más que los seres humanos), esto le genera empatía hacia los animales y aprende a amar a otros seres vivos que no son humanos.

Quinto. Una mascota reduce el estrés a los niños, al jugar con ellos, o al recibir o dar afecto.

Sexto. Una mascota provoca que el niño le dedique menos tiempo a las pantallas. Está demostrado que un niño de 4 a 10 años prefiere jugar con un perro que con un dispositivo móvil o estar pegado a un videojuego, inclusive los de 11 a 12 años se muestran más atentos con ellos que con un distractor electrónico. Y creo que solamente por eso valdría la pena que nuestros hijos tuvieran una mascota.

Séptimo. Los niños desarrollan también habilidades cognitivas con una mascota, es un reto para su mente, independientemente de la edad, inclusive a los adultos nos enseñan los perros cuando les ponemos atención. Y en general si observáramos con detenimiento a los animales aprenderíamos más de la vida.

Octavo. Iba caminando directo a ver a mi mamá, salí a la calle a buscarla, estaba a la vuelta en un salón de belleza, tenía 5 años, cuando la vi me solté a llorar y llorar sin explicarle el motivo, ella me abrazó fuerte, preguntando toda angustiada por qué lloraba. Con dificultad le pude explicar que se había muerto mi pollito Bimbo, mi primera mascota. Ella me consoló y a través de sus palabras pude entender que la vida es finita y que todos los seres vivos moriremos. Cuando ella falleció hace 2 años, sus palabras me sirvieron de consuelo. Los niños tienen que aprender a desprenderse de un ser querido cuando este parte para siempre.

Noveno. Alguna vez escuché que los niños que conviven con perros pueden desarrollar alergias y resulta que es al revés. Si ambos conviven desde muy pequeños, ni el pequeño ni la mascota las podrán desarrollar, se genera un factor de protección. Será más difícil que las tengan, pero claro siempre existe la posibilidad, pero es menos probable.

Décimo. Si has tenido una mascota, dime otras ventajas o qué aprendiste de ella, por la cual vale la pena que un niño la tenga.

Desde luego antes de que nuestros hijos tengan una mascota, hay que revisar el presupuesto familiar, ya que implican un gasto en alimentación, vacunas, artículos para la limpieza del animal, entre otros. También requieren tiempo y trabajo, el espacio donde habitan hay que tenerlo aseado, es necesario jugar con ellos o sacarlos a pasear. Es indispensable tiempo para vigilarlos cuando conviven con nuestros hijos, principalmente en la etapa de adaptación o si nuestros hijos son muy pequeños.

No se vale tirar a la mascota cuando nos damos cuenta de que no podemos tenerla, tampoco se vale hacerla sufrir, por eso se requiere pensarlo bien antes de adquirir o adoptarla. Un niño siempre nos dirá que la quiere y que será responsable con tal de tenerla al lado, pero no es un juguete, es un ser vivo, el cual tiene que vivir su propia experiencia de vida.

Sin duda, de los animales tenemos mucho que aprender y vale la pena convivir con ellos. No están solamente para ser nuestro alimento en este planeta, tienen una función superior.

Este artículo está dedicado a todas las mascotas con las cuales he convivido: Duque, Afro, Caramelo, Milú, Bimbo, Fifí, Rue, Lencho y por supuesto Fidelito.

Correo electrónico: pedrooctavioreyes@gmail.com

Fuentes consultadas:

Carrasco Merino, Susana (2017). 7 enfermedades que detectan las mascotas. Disponible en https://sumedico.com/7-enfermedades-que-detectan-las-mascotas/

María García, Francisco (2016). Perros detectores de epilepsia. Consultado en https://misanimales.com/perros-epilepsia/

Whitehead, Sarah (2015). Guía práctica del perro, editorial Libsa.

Entrevistas y charlas en diversos momentos con la MVZ Sara Ethel Reyes Enríquez.