Opinión

Exterminio 1,6 (Capítulo quinto)

Por Alejandro Mier


Os se encontraba en un pequeño barco turístico cruzando el Canal de la Mancha rumbo a Francia. Había abordado el Ferry en la estación London St Pancras con destino al puerto francés de Calais en punto de las 14:30 horas ya que tenía una cita pendiente con Le Marc a quien los presidentes que lo habían apoyado le exigían una relación detallada de los ya casi cuatro mil millones de personas asesinadas bajo la estrategia del plan Exterminio 1,6.

La embarcación llevaba a muy pocos pasajeros y los londinenses con sus largas gabardinas se aglutinaban en el salón principal ya que era la hora del té. A pesar del pésimo clima, Os prefirió salir a cubierta. Se dirigió a la proa y se sujetó con fuerza del barandal. El mar, todavía embravecido por la contingencia ambiental que sufría todo el planeta, le arrojaba sobre el rostro latigazos de agua.

Su teléfono comenzó a repiquetear y sólo fue que lo percibió gracias a la función de vibrador.

–Ornelas... –Contestó con voz grave.

–¡Cariño! ¡Escúchame, debo ser muy breve! El bloque hindú está tras de ti. Te han descubierto. Unos hombres te esperan a tu arribo a Francia. Advierte a Le Marc, sus vidas están en peli...

La voz fue interrumpida por un agudo grito y después todo quedó en silencio. Ornelas sabía que la llamada provenía de Hansini, una de las acompañantes del Presidente Hindú que trabajaba como espía para él.

Oswaldo aún estaba asimilando la pérdida de su aliada y amiga cuando recibió una nueva llamada.

–Ornelas... –Contestó esta vez titubeante.

–Os, soy yo, Ramírez. Te tengo muy buenas noticias. Capturamos al "Pescado".

–¿Estás completamente seguro de lo que dices?

–Tan seguro como que lo tengo frente a mí. Así es Os, el narcotraficante más poderoso y buscado del mundo, te está esperando y es todo tuyo. Por supuesto a toda su gente ya la aniquilamos, sólo te reservamos este regalito para ti.

–Bien, bien... –Respondió dubitativo– en cuanto concluya con una cita burocrática que tengo en un par de horas, salgo para allá. Mantén a nuestro invitado vivito y coleando, recuerda que es muy escurridizo, por algo le dicen el "Pescado".

Ornelas esperó a que la embarcación estuviera próxima a llegar a tierra y se arrojó al mar. No le divertía para nada tener que nadar unos treinta minutos bajo esas aguas turbulentas hasta alcanzar un punto más seguro, pero lo persuadió el hecho de recordar lo creativo que podían llegar a ser los amigos hindús en el tema de las torturas.

A Ornelas le deleitaba ir contra las reglas, incluso tratándose del Presidente Mundial, así es que decidió no asistir a su "importante junta" con los líderes mundiales y mejor abordar un avión con destino a los Estados Unidos, después de todo, que el "Pescado" hubiera picado el anzuelo no era algo que sucediera todos los días. Definitivamente, Ornelas le haría un gran favor a la humanidad al deshacerse de él.

Al llegar a la dirección indicada, se encontró con un vecindario sumamente humilde. Caminó hasta dar vuelta en la calle 3 y sorprendido se postró delante de una entrada de tablones maltrechos en los que se distinguía pintado con gis el número 505. Haló el portón y ante sí quedó un lote baldío con la maleza crecida y un par de perros callejeros encadenados que le ladraron rabiosamente. Ornelas caminó al fondo hacía la única parte construida con ladrillos, un pequeño cuartucho de no más de dos metros cuadrados que aparentaba ser un baño. Abrió la puerta y se topó con unas escaleras alumbradas que se sumergían en la tierra. A cada paso que daba, más impactado quedaba, debajo de ese terreno el "Pescado" había construido toda una imponente construcción subterránea que nada tenían que envidiar al Marriot Champs Elysses, el lujoso hotel parisino donde regularmente se hospedaba.

Finalmente, transitó junto a una larga alberca en la que se podían apreciar tiburones merodeando. Ramírez acudió a su encuentro.

–Ahí lo tienes jefe. Este insignificante hombre que ves aquí, debe más de 300 vidas directas y con su droga ha envenenado a varios países en el globo terráqueo.

Ni Ornelas ni el "Pescado" emitieron palabra alguna. Simplemente ambos se dedicaron a observarse. El "Pescado" estaba esposado a una columna. Era robusto, de estatura mediana, rondaba los 50 años de edad, su rostro prácticamente sin arrugas parecía la de un jovenzuelo que hubiera sufrido de acné. De tez blanca y abundante cabello negro, grueso, rebelde. Sus antebrazos mostraban la fortaleza de la gente de campo. Y arriba de las oscuras pupilas, las espesas cejas se empataban al centro de una nariz fracturada en dos ocasiones, seguramente en los mismos pleitos en los que sus gruesos labios habían sido mancillados hasta perder trozos de los dientes frontales. El "Pescado" parecía un pequeño toro de lidia a punto de abrir plaza.

Lo que Ornelas en realidad buscaba al ver directamente a los ojos del sádico narcotraficante, era penetrar su perfil psicológico. Sin embargo, para su sorpresa, no podía descifrar más su personalidad. Era como si tuviera una capa protectora que repelía la poderosa visión inspectora de Ornelas.

Os jamás había entendido cual era el motivo real que impulsaba al hombre a llegar a tal grado de maldad. Tras sus inertes ojillos, gelatinosos, casi sin vida, el perverso psicópata no comunicaba absolutamente nada. Y en eso radicaba precisamente su peligrosidad ya que era imposible reconocer a simple vista el monstruo que habitaba en su interior.

Ornelas hurgó una vez más en sus rasgos físicos intentando escudriñar algún distintivo. Os pocas veces se molestaba y Ramírez incluso no recordaba la última vez que lo había visto tan iracundo. Y es que Ornelas se sabía un psicólogo nato y con tan solo echarle una veloz mirada por encima a la gente, obtenía una radiografía completa que incluía hasta los diálogos de su interlocutor. En sus épocas universitarias, era la manera más sencilla que tenía de hacer dinero, apostando con sus amigos la forma en que reaccionaría y hablaría una chica o chico o incluso los profesores, ante tal o cual situación… y jamás fallaba. Pero ahora, el "Pescado" lo derrotaba sin piedad. Simplemente, era una impenetrable caja fuerte.

–Lo que más me impresiona de su mansión es el pésimo gusto–. Aguijoneó Ornelas intentando hacerlo reaccionar–. ¿Sí sabe que todos ustedes son iguales, verdad? Ni mil millones de Euros les darían categoría. No entiendo porqué no se toman un cursito de buen gusto o se contratan un "RP". Claro, no tiene idea lo que son las relaciones públicas, por supuesto que no.

Así, Os continuaba su monólogo sin ningún resultado y el tipo solo lo seguía con los párpados a media altura semi ocultando su mirada de reptil; la sonrisa congelada aparentaba buscar la menor oportunidad para atacarlo.

–¿Puedo preguntarle por qué no tiene miedo si va a morir?

El capo por fin habló:

–Porque yo puedo ser tu mejor aliado. A diferencia tuya, yo sí sé perfectamente de ti y de tu Exterminio 1,6, brillante, muy brillante. Tres de las esposas de las personas que estuvieron en tu cumbre mundial, reciben una fortuna mensual, cortesía de mi cartel, para sus pequeños caprichos, por cierto, entregados por mi equipo personal, algo así como lo que tú llamas “RP” por lo que estoy seguro que alguien de tu porte y categoría, sabrá comprenderlo.

El “Pescado” hizo una pausa, se sobó el mentón y continuó:

–Forbes dice que soy una de las personas más ricas del mundo y eso puede serte de utilidad. ¿Lo ves? Ese es el motivo de porqué aun estoy con vida. La policía tiene tras de mí doce años, o por lo menos eso es lo que le hacen creer a la gente. ¿Cómo van a apresar a alguien que tiene comprados a tres países completos? Oíste bien: desde sus presidentes hasta los centinelas de las colonias, ¡jajaja! Así que, señor Ornelas, ¿por qué no le pides a tu “RP” que me libere de estas esposas y empezamos a negociar? Mis informes dicen que eres amante de los “Cohiba behike”, en eso somos iguales, yo también adoro fumarlos y nada me gustaría más que invitarte uno mientras conversamos en qué puedo cooperar en tu exterminio mundial, créeme, soy bueno en ese tema.

Ornelas quedó aún más confundido. ¿Cómo era posible que una bestia de cabeza plana se expresara con tal pulcritud? Era como un guión ensayado que, acompañado de un portafolio repleto de billetes verdes, definitivamente poseía la capacidad de seducir a más de uno.

–Vamos Os–, insistió el “Pescado” imaginando tener ganada la partida–, creo que seremos muy buenos socios…

–Acábalo, –ordenó secamente Ornelas a Ramírez y sin separar su ardiente mirada del “Pescado”, remató– ya sabes, dale una probadita de sus dulces. Una buena sobre dosis que lo deje un poco más estúpido y luego enciérralo en el penal de Los Ángeles, estoy seguro que ahí encontrará a varios de sus colegas aunque claro, están un poco molestos por las últimas traiciones del “señor Forbes”.

El rostro del "Pescado" se desencajó.

A continuación, Os dio la media vuelta y retomó su camino por el borde de la alberca, sin embargo, al abandonar la enorme estancia una terrible explosión lo hizo salir expulsado. Entre escombros y polvo, Os se puso de pié y regreso al área de la piscina tan sólo para tropezar con los restos rotos en mil cachitos del cuerpo de Ramírez y del "Pescado".

Ornelas ya había escuchado de ese dispositivo, pero no llegó a creerlo. El "Pescado" llevaba un implante con explosivos de última tecnología injertados tras una costilla precisamente para evitar caer en manos de sus enemigos y ser torturado. La manera de hacerlo estallar había sido diseñada para ser activada incluso si se encontraba amarrado, esposado, sujetado y amordazado, sólo tenía que apretar fuertemente su mandíbula haciendo estrellar siete veces sus molares superiores contra los inferiores y listo, el explosivo se accionaba, tal cual acaba de suceder.

Al aniquilarlo, Ornelas se colocaba en la lista mundial de los más buscados como el número uno. Máxime ahora que el reporte de su equipo arrojaba una cifra inverosímil: acababan de llegar a los 5 mil millones de seres humanos ultimados. El plan exterminio 1,6, estaba a punto de llegar a su meta.

De entre todos los líderes que buscaban a Ornelas, el propio Tourent Le Marc encabezaba la lista. Deseaba limpiar su nombre y comprobar que él no tenía nada que ver con Ornelas, por lo que había instruido a Pompozzi tenderle una trampa. Su intención era exhibir públicamente el cuerpo sin vida de Ornelas y quedar como el héroe que acabó con el gran enemigo de la humanidad, el creador del plan Exterminio 1,6. Sonrió complacido por tan magistral jugada cuando sonó su teléfono privado.

–Adelante...

–Sr. Presidente, le debo una enorme disculpa por no haber asistido a la reunión con los líderes mundiales, es sólo que surgió algo a lo que había que dar atención inmediata y que estoy seguro le complacerá ampliamente saber.

–Continué, Ornelas... –Respondió secamente Le Marc.

–Acabamos con el "Pescado" y toda su clan internacional de narcotraficantes...

–¿Usted mismo lo vio?, ese tipo es imposible de atrapar, pudo ser un impostor. –Alegó incrédulo Le Marc.

–No Sr. Presidente, yo mismo vi como estalló su cuerpo en mil pedazos. Era él, no tenga la menor duda.

–Excelente, lo felicito. Pero ahora es imprescindible su presencia en este lugar. Los líderes que nos apoyan están sumamente molestos por su ausencia del día de ayer. Es muy urgente darles un reporte personal. Convocaré a una video conferencia.

–Salgo para allá de inmediato.

–Ah, Ornelas, realmente ha hecho usted un trabajo impecable, el Planeta Tierra le debe mucho y puede estar seguro que en cuanto todo vuelva a la normalidad yo me encargaré de recompensarlo como usted merece.

–Le agradezco el cumplido, Sr. Presidente, –respondió Ornelas.

En cuanto Le Marc colgó el auricular, miró a Adriano Pompozzi, su Secretario Particular que se encontraba frente a él escuchando la conversación y le instó:

–Ornelas es nuestro. El solito vendrá a entregarse, ¿no le parece genial? Prepare todo para su captura… y para nuestro encumbramiento, ¡Jajajaja!

¿Caerá Ornelas en garras de Le Marc?

¿O los enemigos del presidente mundial acabaran primero con él?

¿Logrará Os, su meta de exterminio?

No te pierdas el próximo capítulo.

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