Opinión

Exterminio 1,6 (Capítulo Final)

Por Alejandro Mier


Casi nueves meses atrás, para ser precisos, a las 8:32 del 19 de abril de 2020 se dio por inaugurada La Cumbre Mundial "SOS Planeta Tierra" en la que los líderes de los cinco continentes se jugaban la última carta en el intento por salvar al mundo de una serie de cataclismos que la naturaleza, cansada de soportar tantos abusos, lo tenía sometido. A través de siglos de formación, el ser humano se había convertido en el peor enemigo de su propia especie y por si esto no bastara ahora era más que evidente que el orbe estaba sobrado de gente.?

Oswaldo Ornelas, encargado de accionar el plan Exterminio 1,6 estaba apunto de culminar su misión: aniquilar ni más ni menos que a una sexta parte de la población mundial en aras de purificar la raza humana y solo dejar con vida a aquellos cuyo comportamiento estuviera caracterizado por el bien.??

Horas antes, en cuanto Tourant Le Marc quedó apresado y Adriano Pompozzi tomó el control como nuevo Presidente Mundial, Oswaldo se dirigió de inmediato al refugio secreto donde dejara resguardada a Marian. La pesadilla de la noche anterior en la que Marian y él habían sido sorprendidos por el enemigo, fue tan real que aún sentía escalofríos recorriendo su ser y la fiebre no le había menguado. Después de todos los catastróficos eventos ocurridos durante los últimos meses, lo único que deseaba era envolverse en los tibios brazos de su amada niña. Estaba a menos de 100 kilómetros de distancia de llegar al refugio cuando una señal de la computadora de su reloj llamó su atención. El mensaje decía: "Jonathan Smith, ser humano aniquilado número 5,998 millones. Fallecido hace dos segundos a causa de la recién descubierta enfermedad letal Albumina amaurós aoxys”. Os suspiró profundamente, su triste misión de dejar en el Planeta Tierra con tan solo mil millones de habitantes, estaba a punto de concluir. Sólo faltaban dos personas de las cuales, seguramente, en breves minutos se enteraría de su muerte.

Montañas de cadáveres humanos y animales lo llenaban todo y esta vez bloqueaban por completo lo que quedaba de la carretera por la que circulaba. Aparcó el auto y sujetando fuertemente la mascarilla a su rostro, comenzó a caminar entre la podredumbre. El mundo entero era un repulsivo ataúd atestado de nuevos padecimientos jamás imaginados que pululaban en el oxígeno sin dejar libre un solo rincón. Por ello, las mascarillas se habían convertido en el artículo más preciado, escaso y caro de los tres únicos continentes que los mares desbordados habían respetado. Continuó su paso hasta llegar a la desértica ciudad y lágrimas brotaron de sus ojos al sentirse tan cerca de Marian, mas de pronto, de un edificio en ruinas salió una persona a su encuentro. Oswaldo se hubiera puesto en guardia sino es porque se percató que se trataba de una inofensiva niña.

–¡Señor! ¡Señor! Usted es Oswaldo Ornelas, ¿verdad??

A Oswaldo le pareció sospechoso que lo llamara por su nombre, hasta que la pequeña, con su inmaculado semblante, llegó hasta él y extendió un sobre blanco.?

–Señor Ornelas... me ha enviado Marian. Ella sabe que usted vendría a su encuentro y me urgió que le entregara esta misiva en cuanto llegara. Tengo un día esperándolo, ¿de casualidad no trae algo de comer? Lo que sea...?

–Oswaldo acarició el rostro de la niña y mientras sacaba de su mochila un trozo de pan, le preguntó con voz entrecortada, sumamente conmovido:

–¿Así es que tú eres amiga de Marian? Y ¿cómo está ella? Vamos, cuéntame.

–Oh, señor Ornelas, Marian es tan hermosa, tan pura... ella se encuentra muy bien y ahora se pondrá más feliz al saber de su llegada. ¡Apresúrese por favor! ¡No la haga esperar más! –Dijo la pequeña arrebatándole el pan de la mano y salió corriendo hasta perderse nuevamente entre las ruinas del edificio.?

Os tomó el sobre y el delicioso aroma del perfume de Marian lo llenó todo. ¡Oh, benditas mujeres que hasta en esas circunstancias se preocupaban por tales detalles!, pensó. Ahí mismo, con el viento gélido volando su gabardina y despeinándole el cabello, abrió la carta. Era una hoja blanca doblada en varias mitades. Fue extendiendo, una a una sus caras, hasta abrirla por completo, sin embargo, al ver el contenido su semblante quedó entumecido… era una disculpa de Pompozzi, "lo siento Sr. Ornelas, le ha hecho un gran bien a la humanidad, pero desafortunadamente su propia misión lo ha convertido en parte de la lista del Exterminio 1,6 en la cual, ambos sabemos, no cabe ninguna persona que tenga en su haber un mal comportamiento. Es una pena, amigo, pero no podemos arriesgar la pureza de la raza humana. Lo veré en el más allá". Al leer la nota, Os comprendió que sólo alguien que lo conocía a la perfección sabría su punto frágil, por lo que no desconfiaría de una linda niña. El veneno que contenía la misiva había penetrado por su piel y comenzó a hacer efecto por lo que cayó de rodillas, como aquella vez en Paris cuando despidiera a Marian. Su cuerpo se tambaleó hasta tocar el piso y las manos se engarrotaron mientras cada músculo de su cuerpo se convulsionaba. Los ojos parecían querer salir expulsados de las cuencas y se movían curiosos de un lado a otro. Os estaba muerto de pánico. Conocía perfectamente el virus rociado en la carta ya que casualmente provenía de una de las nuevas enfermedades surgidas a raíz de la putrefacción que asolaba al mundo gracias al Exterminio 1,6. Su cuerpo quedó engarrotado por completo. El curioso padecimiento dejaba paralizado todos los músculos, pero el resto del sistema corporal funcionaba a la perfección. Es decir, podría sentir en cada poro de su piel como moriría. La pregunta que pasaba por la mente mercadológica de Os era una ecuación de posibilidades entre ser devorado por perros salvajes, su sangre sorbida en pequeñísimos tragos por la nueva especie de sanguijuelas urbanas o simple y llanamente pasar a formar parte de la estadística de los millones y millones de personas muertas de sed o hambre.?

La niña nuevamente llegó hasta su retorcido organismo y extrajo un extraño objeto de su abrigo. Instintivamente se lo llevó a la nariz y le pareció que olía rico. "Cohiba Behike", pudo leer en el anillo que lo rodeaba.?

–Señor Os, si su preocupación es pasar sed o hambre, no debe temer, –dijo sanguinariamente la pequeña mientras retiraba con delicadeza el cabello de la frente de Os, -después de que el Sr. Pompozzi me pidiera entregarle el sobre, otro señor, creo que se trataba del Presidente hindú, me pagó mucho dinero por alimentarlo bien, bueno, por lo menos hasta que alguna especie animal venga a buscarlo. Así es que, por favor, tome un poco de agua–, remató remojándole los labios.

Ornelas pudo observar como se retiraba la niña, pero su situación no le permitió advertirle que la ley Exterminio 1,6, no aceptaba ningún ser maligno por lo que sus horas estaban contadas. Os y la nena eran las dos personas que cerraban la cifra de los 6 mil millones de personas. De pronto, se escuchó un agudo grito y la pequeña también cayó paralizada por el mismo virus.? Ornelas hizo todo lo posible por mantener el control mental que tanto dominaba y después de un implacable esfuerzo su mente se llenó de Marian e hizo un ruego al Dios en el que nunca creyó. Si hubiera podido gritarle al cielo lo habría hecho. Su pensamiento, su último deseo, fue que Marian, su Marian, jamás se enterase del tipo de gusano que era. Él, su amado Os, culpable de la peor aniquilación humana de todos los tiempos.??

A menos de cuatro kilómetros de donde yacía Os, se encontraba el refugio de su amada. ?

Marian, tal como lo pensaba Os, era la imagen más cercana a la pureza humana y ahora, más bella que nunca, dormía angelicalmente cuando su cuerpo se mojó. Tras nueve meses desde la velada romántica en el hotel de Paris en el que enamorados disfrutaron de la vista del Río Sena y dos botellas de Champagne Louis Roederer, ahora se le reventaba la fuente. Os por fin sería padre. El médico encargado corrió en su auxilio y sabiendo que sus sospechas podrían convertirse en una atroz realidad, prefirió sedar a Marian.??

El producto de su embarazo, fue un varón. Un varón que hizo estremecer hasta al propio doctor Dieter Esslinger que muy joven, habiendo sido un estudioso de los experimentos nazis en humanos, equivocadamente pensó que ya lo había visto todo. Era una extraña masa desuniforme. Del estómago salía un pedazo de peluda pierna que se cortaba hasta el tobillo. La única mano, mitad negra mitad amarilla, terminaba en dos pesuñas. La lengua era bífida, como las serpientes, y por nariz solo tenía un par de hoyos. Era una mutación horrenda herencia del Exterminio 1,6 y de la cual el hombre de esta nueva era sufriría durante los siguientes dos siglos.??

El doctor Esslinger se alejó aterrorizado de la imagen. Al ver la hermosa figura de Marian con su vestido blanco junto a la escalofriante criatura, era como tener ante sí a la misma Virgen María abrazando a la reencarnación del diablo.

 

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