Opinión

¿Reprobados?

Por Ramón de la Peña


Hace 17 años escribí una nota relacionada con los resultados de PISA de ese tiempo y mencionaba al inicio un evento que ocurrió en Sinaloa y que ratificaba y ratifica la actitud que han tomado las personas y los medios de comunicación sobre los resultados de nuestro sistema educativo.

El tema de mi charla en Sinaloa fue acerca de la educación, de su valor e importancia combinado el tema con la necesidad de ser innovadores y emprendedores. Ya en la etapa de preguntas y respuestas, una muchacha me dirigió la siguiente pregunta: "Oiga ingeniero", me dijo: "todo lo que usted dijo está bien para Estados Unidos o para algún país europeo; pero creo que esto no aplica para México". Y comenzó a decir adjetivos negativos sobre el sistema educativo, los profesores, los alumnos; y terminó comentando las evaluaciones internacionales que ha recibido nuestro país en el área de educación, y cómo podemos progresar teniendo un nivel educativo tan bajo.

Me fue evidente la presencia de un gran pesimismo en esta muchacha, pero viendo la cara de aprobación de los asistentes, me di cuenta de que todos los demás pensaban casi igual que ella. Mi respuesta la inicié con la frase:

No todos son así, no todos los profesores son como usted los describió, ni todas las escuelas son como usted las caracterizó, ni todos los alumnos son tan malos como usted los imagina. Les hablé de nuestros premios Nóbel, en especial de mi colega, un ingeniero químico, un muchacho de mi edad que estudió en la Ciudad de México, en la Universidad Nacional Autónoma de México, quien decidió estudiar el doctorado en una universidad de los Estados Unidos y una vez titulado, decidió trabajar en un centro de investigación de ese país y trabajó como lo saben hacer muchos mexicanos, con creatividad, responsabilidad, perseverancia, y los resultados de sus investigaciones le dieron los méritos académicos suficientes para hacerse merecedor al premio Nóbel de Química.

Todo esto volvió a venir a mi mente tiempo después cuando leí en varios periódicos que nuestro país había sido reprobado en la evaluación de la OCDE. A mí siempre me ha gustado ver estas situaciones, bajo dos enfoques: como un vaso medio vacío por un lado, pero como un vaso medio lleno por el otro. El mensaje se ha manejado en todos los medios como un vaso no solamente medio vacío, sino como un vaso totalmente vacío. Estamos reprobados, andamos mal, con reproches intensos sobre el sistema educativo, los profesores y el sindicato de maestros. ¿Pero qué tan vacío está el vaso? A lo mejor está un poco más lleno de lo que creemos. De los datos publicados en los medios de comunicación de aquel tiempo se obtienen los siguientes números: En lectura, Corea del Sur obtuvo el primer lugar con una evaluación de 556 puntos y México obtuvo 410 puntos. Si a Corea le damos un diez por eso, entonces la evaluación de los mexicanos es de 7.4, ¿es ésta una calificación reprobatoria? En la misma publicación aparecen las calificaciones de Estados Unidos (474), Italia (469) y España (461). Si a cada uno de estos países, que gastan mucho más que nosotros en educación, les ponemos un diez, entonces los mexicanos tendríamos las siguientes calificaciones: 8.65, 8.7 y 8.9.

¿Con estas evaluaciones podemos decir que nuestro país es un país de mediocres? Claro que tenemos mucho por mejorar, que nos encantaría que fuésemos mejor que todos esos países, y claro que debemos hacer lo necesario todos los que podemos hacer algo al respecto, pero no conviene ningunearnos tan feo. Lo peor que podemos hacer por nuestros hijos es decirles implícita o explícitamente que no pueden, que no saben, que son malos, que jamás podrán competir con los finlandeses, con los coreanos y mucho menos con los alemanes. Lo peor que podemos hacer con nuestros colaboradores, es mandarles el mensaje de que los buenos ingenieros y administradores son los extranjeros; y mucho menos mandarles el mensaje que nosotros como país estamos reprobados.