Opinión

Mensajes cortos para su reflexión

Por Ramón de la Peña


I. Hace tiempo Katchumo me comentó que un amigo sacerdote le pasó un folleto con ciertas reflexiones que le habían impactado y que se inician con una pregunta: "¿cómo reaccionas ante las dificultades de la vida?" Y su respuesta la hemos visto en un buen número de eventos y personas en los últimos tiempos: “Posiblemente sea la reacción del miedo la experiencia más común de los humanos ante el mar encrespado de las dificultades. Suele ser espontánea y casi inevitable. El peligro asusta y acobarda. Ante cualquier peligro sentimos como si se abriera la tierra debajo de los pies. Con su llegada, nos abate la desesperanza y nos abandonan las fuerzas para seguir”.

II. Continuo con una historia muy triste, pero aleccionadora: "La encontró con otro hombre en su propia cama, en el apasionado juego ni lo notaron, no dijo nada, no hizo escándalo, esperó a que terminaran de hacer el amor sentado en la sala, con la pistola en la mano, con la calma de un asesino consumado, los encaró cuando salieron de la recámara, le habló al tipo con voz fuerte y decidida. 'Pague a la señora el servicio y márchese antes de que le resulte más caro'. No traía más que una moneda de plata, la dejó sobre la mesa y salió con la cola entre las piernas, sintiendo que la parca le pisaba los talones. "La mujer estaba medio muerta de miedo, esperando que el marido desquitara su coraje, reclamara sus derechos, la abofeteara por sucia y ladina, pero él no la tocó, no hizo comentario alguno, ni le dirigió más la palabra. Siempre dejaba la moneda de plata en la mesa cuando ella le servía los alimentos; cuando iban a la cama, la ponía sobre el buró. Se murieron ambos de amargura, eso dijo la gente. Yo no sé qué es eso del rencor, pero creo que es algo parecido a estar viviendo en el infierno"

III. Pero no olvidemos que: Te pertenece tu cuerpo incluyendo lo que haces; te pertenece tu mente incluyendo tus ideas y pensamientos; te pertenecen tus sentimientos incluyendo tus angustias, tus alegrías, tus frustraciones, tus amores, tus decepciones. Te pertenecen tus fantasías y tus sueños, tus esperanzas y tus temores. Te pertenecen tus triunfos y tus éxitos, tus fracasos y tus errores. Eres responsable de lo que sientes y lo que piensas. Tienes herramientas para sobrevivir y encontrar armonía y orden en el mundo de la gente y de las cosas. Te perteneces y, por lo tanto, puedes construir y construirte.

IV. Alguien le preguntó a Jesús: ¿quién es digno de entrar al reino de los cielos? Jesús, a quien siempre le gustaba dar respuesta a las preguntas o con una parábola o con un ejemplo de la vida, miró a su alrededor y vio un sinnúmero de personas; un rabino, un hombre virtuoso, un moralista por allá, un puritano por acá, un sabio más allá. Me imagino que muchos de ellos pensaron que iban a ser elegidos por Jesús. Pero Jesús vio a un niño, un niño que jamás pensó que él iba a ser el elegido como la persona idónea para entrar al Reino del Cielo. Me imagino que él sólo disfrutaba de la escena, del momento; su curiosidad lo había llevado a estar en medio de la multitud que platicaba con Jesús. Jesús lo llamó y tomándolo en sus brazos respondió a la pregunta diciendo: "Sólo los que sean como este niño serán dignos de entrar al Reino de Dios". El no respondió diciendo que debemos de ser niños para poder entrar al reino de los Cielos, sino que todos debemos ser como él; sin duda, destacó la inocencia como el elemento clave para poder disfrutar de su compañía en el Reino de Dios.

V. Para terminar dejo dos mensajes para su meditación. El primero es un proverbio árabe que describe los tres factores a considerar para tener una vida plena. El consejo nos dice: "No olvides que hay tres cosas que no vuelven: la palabra dicha, la oportunidad desperdiciada y el tiempo perdido". Y el segundo mensaje es una poesía que lleva implícito un mensaje de cariño excelente: "Te amo tanto que si el salvarte fuera la muerte, y el perderte tener vida; prefiero la muerte y salvarte, a perderte y tener vida".