Opinión

Cuidado con la rutina

Por Ramón de la Peña


"No es lo que me trae cansado este camino de ahora, no cansa una vuelta sola, cansa el estar hora tras hora un día, día tras día un año, y año tras año una vida dando vueltas a la rueda". Así plasmo León Felipe, el reclamo de un molinero que se pasaba la vida dando vueltas a un molino de trigo antiguo para producir harina.

Usted nos comentaba en su clase de sistemas de planeación en el tecnológico, me dice uno de mis ex alumno, que los jefes éramos responsables de los cambios en nuestra organización, ahora le escucho decir que ese cambio lo debemos de enfocar, sobre todo, cuando tenemos poco tiempo o pocos recursos. Claro, le dije, y yo te recomendaría seguir ahora cuatro caminos en ese proceso de enfoque: Busca uno o dos nuevos productos o servicios que mejoren tu ventaja competitiva y te permita darle un nuevo servicio a tus clientes. Segundo enfocarte en cambiar y mejorar significativamente uno o dos factores de la operación que mejore tu competitividad, tu rentabilidad o tu productividad. Tercero enfocarte en un cambio estratégico importante, la mejor definición de este enfoque estratégico lo dijo el presidente Kennedy: “Quiero un hombre en la luna”. Cuarto enfócate en eliminar alguna ventana rota que exista en tu organización, y por ventana rota implico un lugar, un proceso, una norma, que molesta a mucha gente y que la impresión que tienen es que a nadie le importa hacer algo, que nadie lo quiere hacer y que a nadie le importa.

Pero la duda que me salta, me interrumpe mi ex alumno, es que hacer, como motivar a mi gente, en aquello que casi no cambia, como motivo a la gente que día tras día, un año y año tras año una vida hacen prácticamente lo mismo siempre. Para mi, concluye, la rutina es una lija que todo lo desgasta y erosiona. Es la mejor manera para acabar con un buen trabajador, con un buen profesor, con un buen matrimonio, con una amistad. La rutina es un excelente camino para tener una vida triste, aburrida y muchas veces amargada.

Esto me recuerda, le dije, una historia que leí en un mensaje recibido a través de Internet, en esa historia se cuenta que un día el Odio, el rey de los malos sentimientos,  y de los defectos, convocó a una reunión urgente con todos los más malos sentimientos del mundo para matar a su mayor enemigo, el Amor. En la historia se cuenta como uno a uno los malos sentimientos fallaron en matar el Amor, fallo el Mal Carácter, la Ambición, los Celos, la Frialdad, el Egoísmo, la Indiferencia, la Pobreza. Ya casi se rendía el Odio, cuando desde el fondo del salón se acercó un mal sentimiento poco conocido -imagínenlo vestido de negro, con un gran sombrero negro puntiagudo que cubría gran parte de su cara- quien diciendo “yo lo matare” salio en busca del amor.

Pronto regresó este mal sentimiento y dijo: "Ahí les entrego el Amor totalmente muerto y destrozado". El Odio rápidamente le pregunta, ¿Quién eres tú que lograste eliminar el Amor cuando todos los demás fracasaron? Para mi fue muy fácil, “Yo soy la Rutina” y sin más se marcho

Hace tiempo le recomendé a un compañero tuyo, le dije a mi ex alumno, lee el libro de Marcus Buckingham y Curt Coffman: “Primero, Rompa todas las Reglas: Lo que los Mejores Directores de Empresas Hacen Distinto” 

Ellos encontraron que “la decisión sobre el tiempo que un empleado pasa en una compañía y su grado de productividad está determinado por su relación con sus jefes inmediatos”. De la cual destacan lo siguiente:

El buen jefe conoce y aprovecha las fortalezas de la gente, no está obsesionado con las debilidades de su gente ni con el modo de eliminarlas; No los pone a hacer las cosas que no les gustan o que no hacen muy bien;  Los hace sentir cómodos con su forma de ser y de pensar; Se interesa en saber como son sus trabajadores, dedica tiempo para conocerlos y entenderlos; Entiende que no es injusto tratar a la gente de diferente manera; Confía en ellos; No los sobre promueve; Entiende que continuamente manda mensajes a su gente a través de lo que hace y dice y la forma en que lo dice.