Opinión

Entre ausencia y ausencia Dios nunca muere

Por Ramón de la Peña


Al pensar en este tema vino a mi mente una canción que cantaba Raphael en sus buenos tiempos. . . "Sólo te tengo a ti y todo lo demás son cosas de la vida, no entiendes que tu alma es parte de la mía, y a veces con mis cosas olvido darte un beso y entre ausencia y ausencia se nos escapa el tiempo".  Se nos escapan las oportunidades.

Con el estilo actual de vida debemos de crear actividades y situaciones que nos permitan rectificar o ratificar lo  anterior con nuestra pareja.

A mí me gusta mucho que me inviten a dar una plática en una ciudad cercana a Monterrey: Saltillo, Monclova, Torreón, Reynosa, Laredo, Matamoros o Ciudad Victoria, porque me permite ir en automóvil acompañado por mi esposa.  Son momentos excelentes,  porque dispongo de un tiempo no compartido con nadie más que con ella.  No compartido con mis hijos, con mis nietos, con el periódico, con la tele, con el teléfono, con las diferentes modalidades del Internet. 

Solos, con música de fondo, podemos platicar, discutir, arreglar problemas, hasta comentar sobre artículos futuros.  Usted, estimado lector, ¿se da tiempo para tener con nadie más que con su pareja esos momentos no compartidos?, ¿su trabajo se lo permite?, ¿o su trabajo implica ir de ausencia en ausencia, escapándosele el tiempo?

Pero también recordé el cancionero Picot que compartía con nosotros las poesías-canciones de muchos compositores. Una de ellas que me encantó fue la de Macedonio Alcalá Prieto, quien nació en Oaxaca el 12 de septiembre de 1831. El estuvo gravemente enfermo y muy necesitado. Se dice         que en uno de sus días más negros, su amigo Pepe Maqueo le llevo ayuda económica que le llevo a pensar: Efectivamente, Dios nunca muere. En seguida pido papel y lápiz y empezó a escribir esta gran poesía-canción:

"Muere el sol en los montes Con la luz que agoniza

Pues la vida en su prisa Nos conduce a morir

Pero no importa saber Que voy a tener el mismo final

Porque me queda el consuelo Que Dios nunca morirá

Voy a dejar las cosas que amé La tierra ideal que me vio nacer Sé que después habré de gozar La dicha y la paz Que en Dios hallaré

Sé que la vida empieza En donde se piensa Que la realizada termina

Sé que Dios nunca muere Y que se conmueve Del que busca su beatitud

Sé que una nueva luz Habrá de alcanzar nuestra soledad

Y que todo aquel que llega a morir Empieza a vivir una eternidad

Muere el sol en los montes Con la luz que agoniza

Pues la vida en su prisa Nos conduce a morir"

Termino mi artículo sentimental con un extraordinario mensaje de la Biblia, que se lo dejo para meditar pero, sobre todo, para aplicar en su quehacer diario:

"El amor es paciente, servicial y sin envidia.  No quiere aparentar ni se hace el importante.  No actúa con bajeza en busca de su propio interés.  El no se deja llevar por la ira, sino que olvida y perdona las ofensas.  Nunca se alegra de algo injusto, siempre le agrada la verdad.  El amor disculpa todo, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor nunca pasará". 

Pero también añado otra poesía-canción afín a la excelente relación que deberíamos de tener con nuestra pareja. Esta poesía es de Jorge del Moral Ugarte, titulada "Divina Mujer", en la cual se nos dice:

"Como una dulce visión te apareciste ante mí y fuiste una ensoñación, la más hermosa que vi.

Como corona imperial tus cabellos de oro son y de blancura ideal es tu rostro angelical. Tú, divina mujer, como aquellas hadas de un cuento de amor.

Tú, en mi corazón, has dejado un suave perfume de flor, Y yo pronunciaré, como una oración, tu nombre diré. ¡Oh!, divina mujer, postrera ilusión con que moriré."